Atenas 2004, entre el brillo y la sospecha
Al margen de la histórica actuación argentina (que se reflejó en “Podio” del lunes pasado), éste es un repaso de lo mejor y lo peor de unos Juegos Olímpicos llenos de calor, color, doping y emociones.
En Atenas se juntaron los dioses. Uno de ellos fue Michael Phelps, quien con sus ocho medallas olímpicas, seis oros y dos bronces, rozó el récord de siete oros olímpicos de Mark Spitz en Munich’72, asombraron al mundo durante los Juegos Olímpicos de agosto. Otros nombres, con el atleta marroquí Hicham El Guerrouj al frente, pueden ser considerados como otro de los grandes de Atenas. Phelps es, a sus 19 años, uno de los mejores nadadores de todos los tiempos. En Atenas, eclipsó las actuaciones de Pieter van den Hoogenband y Ian Thorpe, que también se lucieron. El estadounidense fue oro en 100 y 200 mariposa, en 100 y 200 estilos, en el relevo 4×100 estilos y en el 4×200 libre, mientras que subió al tercer escalón del podio en 4×100 libre y 200 libre. Precisamente, esta última prueba fue una de las más espectaculares de la competición olímpica, con tres nadadores de la talla del holandés Pieter van den Hoogenband, el australiano Ian Thorpe y el propio Phelps en el podio. Por su parte, el marroquí Hicham El Guerrouj consiguió vencer la maldición que le perseguía en los Juegos. Dominador mundial en la última década de la prueba de 1500 metros, pudo al fin ser campeón olímpico tras sus fracasos en Atlanta y Sydney. Además se vengó por partida doble, ya que El Guerrouj logró un fabuloso doblete al ganar los 5.000 me- tros delante de Kenenisa Bekele, que se hizo con el título en 10.000 metros, y se unió en la leyenda al finlandés Paavo Nurmi, autor del doblete en 1924. Latinoamérica también brilló en el atletismo. Tras haber ganado en los 400 metros con vallas en los mundiales de Edmonton (2001) y París (2003), Félix Sán- chez le regaló a Dominicana el primer oro olímpico de su historia en esa modalidad. Los otros grandes vencedores en el rey de los deportes, el atletismo, fueron la británica Kelly Holmes, que también hizo doblete en 800 y 1.500 metros, y la velocista jamaicana Verónica Campbell, que ganó el oro en 200 metros y en el relevo 4×100 metros, además de un bronce en 100 metros, con lo que se convirtió en la atleta con más metales en Atenas. Por su parte, el velocista estadounidense Justin Gatlin se convirtió en el nuevo dios del sprint al ganar los 100 metros, delante del portugués Francis Obikwelu y del anterior campeón, el estadounidense Maurice Greene, al término de la final más intensa de la historia de los Juegos: los cinco primeros terminaron debajo de los 10’. Gatlin también ganó la plata en el relevo 4×100 metros y el bronce en 200 metros. En los 200 brilló el norteamericano Shawn Crawford, todo un personaje. Pese a su deslumbrante talento natural, el sprinter nunca se había tomado la velocidad en serio, al punto que había competido contra animales -caballos, cebras- para ganar dinero. Desde el 2001 se tomó el atletismo en serio y en Grecia se tuteó con los dioses. En la rama femenina, la bielorrusa Yuliya Nesterenko, quien no figuraba en pronóstico alguno, ganó los 100 en Atenas, ante las ausencias de las principales animadoras de esa distancia, como las norteamericanas Torri Edwards y Kelli White, suspendidas por dopaje. En tanto, Marion Jones no se clasificó para la prueba y la francesa Christine Arron fue eliminada en las semifinales. Suecia, con Caroline Kluft en el heptatlón, Christian Olsson en el triple salto y Stefan Holm en la altura, cosechó tres medallas de oro en 24 horas y posee uno de los mayores porcentajes de éxito, si se tiene en cuenta que la delegación escandinava llegó con doce atletas. Por su parte, el australiano Jonathan Bayley, vencedor del sprint y del keirin, es el nuevo rey del ciclismo en pista en el seno de un equipo que dominó la especialidad. Paolo Bettini, el más temible dominador de clásicas de estos últimos años, respondió presente en Atenas, ganando la medalla de oro de ciclismo en ruta. En el tenis, los chilenos Nicolás Massú y Fernando González, medallas de oro y bronce en individuales, y campeones en dobles, fueron los grandes triunfadores. Ambos deportistas lograron mantener en vilo a los 15,5 millones de chilenos que siguieron a diario su proeza por la televisión. Massú, de 25 años, se coronó campeón olímpico en singles al derrotar en un encuentro de cuatro horas al estadounidense Mardy Fish por 6-3, 3-6, 2-6, 6-3 y 6-4. El día anterior, Massú, formando un binomio con González, había logrado el oro de dobles, al vencer también en cuatro horas a la pareja alemana de Nicolás Kiefer y Rainer Schuettler por 6-2, 4-6, 3-6, 7-6 (9/7) y 6-4. Sólo horas antes y tras salvar dos match points en el interminable tercer set, González, de 24 años, había conseguido el bronce en singles al derrotar al estadounidense Taylor Dent por 6-4, 2-6 y 16-14, en un encuentro que duró 3 horas y 25 minutos. Los triunfos olímpicos del tenis chileno fueron celebrados con un carnaval en todo el país, con caravanas de automovilistas que recorrieron las calles y avenidas, mientras miles de aficionados se congregaban en las veredas. Al regresar al país, el 13 de setiembre, Massú y González fueron recibidos como héroes y el presidente Ricardo Lagos les tributó un homenaje ante unos 16. 000 hinchas apostados en la Plaza de la Constitución, frente al palacio de La Moneda. Ambos tenistas recibieron ese día el Premio Nacional de Deportes, instituido por el gobierno para reconocer a los deportistas más destacados. Por su parte, la belga Justine Henin-Hardenne, después de tres meses de ausencia de las canchas por enfermedad, demostró en Atenas que puede pelearle a las rusas. Su semifinal, de casi tres horas de suspenso frente a la rusa Myskina, fue uno de los momentos más intensos de los Juegos. Otra estrella fue la gimnasta estadounidense Carly Patterson. Tenaz y talentosa, la norteamericana de 16 años logró la unanimidad en su victoria olímpica en el concurso general individual. En natación femenina, los premios y el protagonismo estuvieron más repartidos, si bien australianas y estadounidenses lideraron el medallero. Natalie Coughlin y Amanda Beard fueron oro en 100 espalda y 200 braza, respectivamente, y la primera oro en el 4×200 libre, plata en el relevo de estilos y en el 4×100 libre, y bronce en el 100 libre. Por último, la judoca japonesa Ryoko Tani, sumó un nuevo título olímpico, el segundo, a su palmarés, que se une a sus seis oros en Mundiales.
• Doping. Pero Atenas 2004 también se vio salpicada por los ya periódicos escándalos de dopaje, que mancharon a varias figuras de renombre en el atletismo, y terminaron por relegar a un segundo plano algunas de las proezas. Algunos de los casos fueron realmente insólitos, casi desopilantes, como los de los húngaros Robert Fazekas y Adrian Annus, lanzadores de disco y martillo, respectivamente, quines tuvieron que devolver las medallas de oro que obtuvieron en los Juegos de Atenas porque en los controles antidoping utilizaron penes falsos para orinar. Estos penes constituyen el último sistema inventado para burlar controles ya que expulsan orina limpia, según denunció la Agencia Mundial Antidoping (Wada) a través de su presidente, David Howman. Luego de la insólita revelación, se supo que para un atleta no es tan difícil conseguir este proceso. Un kit con el falso pene, una jeringa, un tubo y una cápsula contenidos en una bolsa con la inscripción “Sportsheat” se consiguen a través de Internet a cambio de 130 euros. En Atenas también se dio otro episodio con tintes novelescos. Los velocistas griegos Costas Kenteris y Ekaterini Thanou fueron procesados por eludir varios controles anti dopaje, incluyendo uno en la víspera de la inauguración de los juegos. Se retiraron de la prueba tras sufrir un misterioso accidente al caerse de la motocicleta en la que viajaban. La rusa Irina Korzhanenko perdió el oro en el lanzamiento de bala en Atenas al detectársele un esteroide anabolizante, pasando el oro a la cubana Yumileidi Cumbá. Además, la estadounidense Kelli White, favorita, no pudo competir en Grecia. Fue suspendida por dos años y se le despojó del oro que ganó en el mundial de París en los 100 y 200 metros por el consumo del esteroide THG, en un escándalo relacionado con el laboratorio BALCO, acusado de suministrar sustancias prohibidas. Su compatriota Torri Edwards, quien había heredado el oro en la prueba de los 100 de París, también fue suspendida tras una prueba en Martinica. Como se ve, en medio de la sombra del doping, la emoción y el vértigo no faltaron.
En Atenas se juntaron los dioses. Uno de ellos fue Michael Phelps, quien con sus ocho medallas olímpicas, seis oros y dos bronces, rozó el récord de siete oros olímpicos de Mark Spitz en Munich’72, asombraron al mundo durante los Juegos Olímpicos de agosto. Otros nombres, con el atleta marroquí Hicham El Guerrouj al frente, pueden ser considerados como otro de los grandes de Atenas. Phelps es, a sus 19 años, uno de los mejores nadadores de todos los tiempos. En Atenas, eclipsó las actuaciones de Pieter van den Hoogenband y Ian Thorpe, que también se lucieron. El estadounidense fue oro en 100 y 200 mariposa, en 100 y 200 estilos, en el relevo 4x100 estilos y en el 4x200 libre, mientras que subió al tercer escalón del podio en 4x100 libre y 200 libre. Precisamente, esta última prueba fue una de las más espectaculares de la competición olímpica, con tres nadadores de la talla del holandés Pieter van den Hoogenband, el australiano Ian Thorpe y el propio Phelps en el podio. Por su parte, el marroquí Hicham El Guerrouj consiguió vencer la maldición que le perseguía en los Juegos. Dominador mundial en la última década de la prueba de 1500 metros, pudo al fin ser campeón olímpico tras sus fracasos en Atlanta y Sydney. Además se vengó por partida doble, ya que El Guerrouj logró un fabuloso doblete al ganar los 5.000 me- tros delante de Kenenisa Bekele, que se hizo con el título en 10.000 metros, y se unió en la leyenda al finlandés Paavo Nurmi, autor del doblete en 1924. Latinoamérica también brilló en el atletismo. Tras haber ganado en los 400 metros con vallas en los mundiales de Edmonton (2001) y París (2003), Félix Sán- chez le regaló a Dominicana el primer oro olímpico de su historia en esa modalidad. Los otros grandes vencedores en el rey de los deportes, el atletismo, fueron la británica Kelly Holmes, que también hizo doblete en 800 y 1.500 metros, y la velocista jamaicana Verónica Campbell, que ganó el oro en 200 metros y en el relevo 4x100 metros, además de un bronce en 100 metros, con lo que se convirtió en la atleta con más metales en Atenas. Por su parte, el velocista estadounidense Justin Gatlin se convirtió en el nuevo dios del sprint al ganar los 100 metros, delante del portugués Francis Obikwelu y del anterior campeón, el estadounidense Maurice Greene, al término de la final más intensa de la historia de los Juegos: los cinco primeros terminaron debajo de los 10’. Gatlin también ganó la plata en el relevo 4x100 metros y el bronce en 200 metros. En los 200 brilló el norteamericano Shawn Crawford, todo un personaje. Pese a su deslumbrante talento natural, el sprinter nunca se había tomado la velocidad en serio, al punto que había competido contra animales -caballos, cebras- para ganar dinero. Desde el 2001 se tomó el atletismo en serio y en Grecia se tuteó con los dioses. En la rama femenina, la bielorrusa Yuliya Nesterenko, quien no figuraba en pronóstico alguno, ganó los 100 en Atenas, ante las ausencias de las principales animadoras de esa distancia, como las norteamericanas Torri Edwards y Kelli White, suspendidas por dopaje. En tanto, Marion Jones no se clasificó para la prueba y la francesa Christine Arron fue eliminada en las semifinales. Suecia, con Caroline Kluft en el heptatlón, Christian Olsson en el triple salto y Stefan Holm en la altura, cosechó tres medallas de oro en 24 horas y posee uno de los mayores porcentajes de éxito, si se tiene en cuenta que la delegación escandinava llegó con doce atletas. Por su parte, el australiano Jonathan Bayley, vencedor del sprint y del keirin, es el nuevo rey del ciclismo en pista en el seno de un equipo que dominó la especialidad. Paolo Bettini, el más temible dominador de clásicas de estos últimos años, respondió presente en Atenas, ganando la medalla de oro de ciclismo en ruta. En el tenis, los chilenos Nicolás Massú y Fernando González, medallas de oro y bronce en individuales, y campeones en dobles, fueron los grandes triunfadores. Ambos deportistas lograron mantener en vilo a los 15,5 millones de chilenos que siguieron a diario su proeza por la televisión. Massú, de 25 años, se coronó campeón olímpico en singles al derrotar en un encuentro de cuatro horas al estadounidense Mardy Fish por 6-3, 3-6, 2-6, 6-3 y 6-4. El día anterior, Massú, formando un binomio con González, había logrado el oro de dobles, al vencer también en cuatro horas a la pareja alemana de Nicolás Kiefer y Rainer Schuettler por 6-2, 4-6, 3-6, 7-6 (9/7) y 6-4. Sólo horas antes y tras salvar dos match points en el interminable tercer set, González, de 24 años, había conseguido el bronce en singles al derrotar al estadounidense Taylor Dent por 6-4, 2-6 y 16-14, en un encuentro que duró 3 horas y 25 minutos. Los triunfos olímpicos del tenis chileno fueron celebrados con un carnaval en todo el país, con caravanas de automovilistas que recorrieron las calles y avenidas, mientras miles de aficionados se congregaban en las veredas. Al regresar al país, el 13 de setiembre, Massú y González fueron recibidos como héroes y el presidente Ricardo Lagos les tributó un homenaje ante unos 16. 000 hinchas apostados en la Plaza de la Constitución, frente al palacio de La Moneda. Ambos tenistas recibieron ese día el Premio Nacional de Deportes, instituido por el gobierno para reconocer a los deportistas más destacados. Por su parte, la belga Justine Henin-Hardenne, después de tres meses de ausencia de las canchas por enfermedad, demostró en Atenas que puede pelearle a las rusas. Su semifinal, de casi tres horas de suspenso frente a la rusa Myskina, fue uno de los momentos más intensos de los Juegos. Otra estrella fue la gimnasta estadounidense Carly Patterson. Tenaz y talentosa, la norteamericana de 16 años logró la unanimidad en su victoria olímpica en el concurso general individual. En natación femenina, los premios y el protagonismo estuvieron más repartidos, si bien australianas y estadounidenses lideraron el medallero. Natalie Coughlin y Amanda Beard fueron oro en 100 espalda y 200 braza, respectivamente, y la primera oro en el 4x200 libre, plata en el relevo de estilos y en el 4x100 libre, y bronce en el 100 libre. Por último, la judoca japonesa Ryoko Tani, sumó un nuevo título olímpico, el segundo, a su palmarés, que se une a sus seis oros en Mundiales.
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