“Atrapado con salida”
El autismo, definido como “uno mismo”, está en la lista de trastornos, síndromes, en los que el ser se encuentra encerrado en un espacio personal, frontera entre su piel y el resto. Pero esta frontera puede llegar a ser permeable, lo que permite poco a poco poder emprender el contacto con el resto. Según las estadísticas, uno cada 88 niños puede ser autista, y eso va en aumento. Se dan ciertas razones de origen orgánico pero todavía no están completamente validadas. Nos queda como hipótesis observar de muy cerca el proceso de construcción del infante tomando como referencia a partir del embarazo, donde la comunicación entre la mamá y el futuro bebé comienza a establecerse. Ésta se tiene que prolongar y aumentar para que el vínculo se establezca de manera permanente. El siglo pasado un rey de Francia tuvo la idea idiota de hacer un experimento en un hospital donde se encontraban numerosos bebés huérfanos. Ordenó a las enfermeras darles cuidado a los bebés, cambiarlos, darles la mamadera, pero estaba prohibido hablarles y darles mimos, comunicación y afecto. Esto porque el rey pensaba que los niños podrían luego hablar cualquier idioma. Resultado: todos los bebés murieron. El bebé recién nacido sabe más de nosotros que nosotros de él. Al encontrase desvalido y con la necesidad imperiosa de sobrevivir busca el vínculo afectivo de “alguien”, en estos casos la mamá o sustituto, que le va a proveer los nutrimentos y cuidados que él necesita. Curiosamente el nutrimento fundamental es el amor, los cuidados, la manera como lo miran, tocan, manipulan, transportan y hablan. La confusión, el abandono, en esta etapa, entre el cuidador y el bebé, puede provocar trastornos serios. A veces el cuidador del bebé, el que cría, la mamá, no sabe cómo acercarse a este nuevo ser; otras veces, por motivos de trastornos personales, traumatismos provocados por accidentes, enfermedades y todo aquello que puede provocar sin quererlo un alejamiento del contacto afectivo bebé-mamá o criador en el momento en que el infante más lo necesita. Podemos decir que el bebé siente que se corta la comunicación fundamental afectiva y que en adelante se tiene que arreglar el solo con su mundo. Si bien el traumatismo es grave para el niño, lo es más para las personas que lo rodean. No poder comunicarse con su hijo y que éste no pueda hacerlo con el resto de la sociedad provoca dolores en todo el entorno. El niño sigue sin entender el mundo exterior, porque éste no lo puede entender a él. Por suerte la frontera de la que hablamos entre el niño y el resto son permeables y se puede esperar que “alguien” pueda entender su modo de funcionamiento. La estimulación afectiva cognitiva temprana da buenos resultados. Los padres necesitan entender y aprender los nuevos parámetros que se van estableciendo con el niño para poder ellos mismos comunicarse con él. La terapia no es sólo del niño, es también del ambiente cercano, para que los vínculos pereceros se vayan estableciendo. Éste es un mensaje de esperanza para todas las familias que acompañan a un niño con estos trastornos. Con una estimulación afectiva y cognitiva precoz se pueden obtener resultados sorprendentes. Hay que armarse de paciencia porque los cambios toman tiempo. Osvaldo Corsino DNI 7.688.604 Neuquén
Osvaldo Corsino, DNI 7.688.604 Neuquén
El autismo, definido como “uno mismo”, está en la lista de trastornos, síndromes, en los que el ser se encuentra encerrado en un espacio personal, frontera entre su piel y el resto. Pero esta frontera puede llegar a ser permeable, lo que permite poco a poco poder emprender el contacto con el resto. Según las estadísticas, uno cada 88 niños puede ser autista, y eso va en aumento. Se dan ciertas razones de origen orgánico pero todavía no están completamente validadas. Nos queda como hipótesis observar de muy cerca el proceso de construcción del infante tomando como referencia a partir del embarazo, donde la comunicación entre la mamá y el futuro bebé comienza a establecerse. Ésta se tiene que prolongar y aumentar para que el vínculo se establezca de manera permanente. El siglo pasado un rey de Francia tuvo la idea idiota de hacer un experimento en un hospital donde se encontraban numerosos bebés huérfanos. Ordenó a las enfermeras darles cuidado a los bebés, cambiarlos, darles la mamadera, pero estaba prohibido hablarles y darles mimos, comunicación y afecto. Esto porque el rey pensaba que los niños podrían luego hablar cualquier idioma. Resultado: todos los bebés murieron. El bebé recién nacido sabe más de nosotros que nosotros de él. Al encontrase desvalido y con la necesidad imperiosa de sobrevivir busca el vínculo afectivo de “alguien”, en estos casos la mamá o sustituto, que le va a proveer los nutrimentos y cuidados que él necesita. Curiosamente el nutrimento fundamental es el amor, los cuidados, la manera como lo miran, tocan, manipulan, transportan y hablan. La confusión, el abandono, en esta etapa, entre el cuidador y el bebé, puede provocar trastornos serios. A veces el cuidador del bebé, el que cría, la mamá, no sabe cómo acercarse a este nuevo ser; otras veces, por motivos de trastornos personales, traumatismos provocados por accidentes, enfermedades y todo aquello que puede provocar sin quererlo un alejamiento del contacto afectivo bebé-mamá o criador en el momento en que el infante más lo necesita. Podemos decir que el bebé siente que se corta la comunicación fundamental afectiva y que en adelante se tiene que arreglar el solo con su mundo. Si bien el traumatismo es grave para el niño, lo es más para las personas que lo rodean. No poder comunicarse con su hijo y que éste no pueda hacerlo con el resto de la sociedad provoca dolores en todo el entorno. El niño sigue sin entender el mundo exterior, porque éste no lo puede entender a él. Por suerte la frontera de la que hablamos entre el niño y el resto son permeables y se puede esperar que “alguien” pueda entender su modo de funcionamiento. La estimulación afectiva cognitiva temprana da buenos resultados. Los padres necesitan entender y aprender los nuevos parámetros que se van estableciendo con el niño para poder ellos mismos comunicarse con él. La terapia no es sólo del niño, es también del ambiente cercano, para que los vínculos pereceros se vayan estableciendo. Éste es un mensaje de esperanza para todas las familias que acompañan a un niño con estos trastornos. Con una estimulación afectiva y cognitiva precoz se pueden obtener resultados sorprendentes. Hay que armarse de paciencia porque los cambios toman tiempo. Osvaldo Corsino DNI 7.688.604 Neuquén
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