Cada vez son más las familias barilochenses que ofrecen alojamiento

Estiman que al menos una de cada diez plazas turísticas no figura en los registros. Es preocupante porque no pagan impuestos ni están sujetos a fiscalización.

SAN CARLOS DE BARILOCHE- Más de un diez por ciento de las plazas turísticas de Bariloche no están incluídas en la oferta alojativa formal de la ciudad, especialmente en verano. Tampoco se ajustan a los controles e imposiciones que pesan sobre la actividad y que se destinan a promocionar el destino.

El dato surge de diferentes estimaciones, que sin embargo difieren sobre los alcances del fenómeno.

Mientras un estudio privado detectó que podría alcanzar niveles superiores al 25 por ciento del total de la ocupación, las autoridades descreen que pueda implicar una realidad de tan alto impacto y se inclinan a minimizarlo.

«Sería un disparate pensar que hay miles de camas fuera del sistema» aseveró el presidente de la asociación de Hoteles, Ricardo Rimoldi. Admitió, de todos modos, que la oferta informal existe pero tiende a encuadrarse en forma creciente y paulatina.

Aunque menos terminante, el secretario de Turismo Daniel Torres tampoco cree que el problema tenga esas dimensiones, pero aportó el dato de que en la última temporada estival se ofertaron unas 1.500 plazas por el sistema de alquiler de viviendas de temporada -muchas de ellas vía internet y por publicaciones periodísticas- a la usanza de los balnearios de la costa y otros centros turísticos.

Además, reconoció que en enero y febrero es frecuente ver los cartelitos de «hay lugar» en lugares no habilitados.

Hasta en el Centro Cívico, a escasa distancia de la secretaría, han sido detectadas personas que ofrecen alojamiento en viviendas o departamentos no registrados. «Por lo general, cuando se les informa que deben ajustarse a las normativas, aceptan integrarse al sistema y se registran» indicó el funcionario.

Así y todo, un estudio privado al que tuvo acceso «Río Negro» muestra que las curvas de demanda y ocupación no siguen una evolución lógica, especialmente en los meses de afluencia pico. Según esos datos, la relación de turista por pernocte en los meses de alta temporada llega a relaciones de 1,1 y 1,2. Equivale a decir, aunque suene extraño, que en cada cama durmió un poco más de una persona. O que por cada 100 camas registradas se albergaron 120 turistas. Es obvio que los números no cierran: hay una «fuga» en las registraciones.

Es en este punto donde comienzan a diferir las explicaciones. El primero de los argumentos podría vincularse a una práctica de evasión impositiva, que sin embargo no parece sostenerse lo suficiente por los permanentes controles de la AFIP en temporada y porque las registraciones fueron tomadas de la propia asociación de Hoteles. De todos modos, como para no desestimarlo del todo, un estudio realizado a nivel nacional por el mismo sector detectó que en este rubro, especialmente la gastronomía, se registra todavía una considerable elusión de compromisos con el fisco. Otro factor de distorsión podría ser la famosa «quinta cama» -adicional por habitación- que está permitida bajo determinadas condiciones por la ordenanza, pero que sería de uso relativamente frecuente.

Más cercana a la realidad aparece la influencia de los cámpings y casillas rodantes, que aunque algunos la sobreestiman hasta cubrir el defasaje casi en su totalidad sin duda se lleva una apreciable porción de la torta.

Según surge de diferentes estimaciones, la última temporada estival registró una creciente oferta de viviendas en alquiler turístico que no tuvieron siquiera una inspección previa -en realidad, debería legislarse con mayor precisión al respecto- a lo que se suman plazas eventuales de departamentos o bungalows ociosos que son alquilados por particulares, sin estar debidamente registrados.

Para Daniel Torres se trata de una tendencia creciente que bastará encuadrar, aunque sin pensar en grandes regulaciones. «Sólo se trataría de asegurar que la oferta se corresponda con la realidad, más que nada para proteger al turista. Hemos tenido algunas quejas de visitantes que contrataron a partir de un aviso en un diario y se encontraron, por ejemplo, que la localización era engañosa», indicó.

Esta oferta alojativa informal preocupa sin embargo a las futuras autoridades de Turismo, ya que deberían efectuar un meticuloso ordenamiento. Una muestra pequeña pero significativa se tomó sobre consumos de servicios públicos en uno de los barrios del oeste. Más de un 25 por ciento de los consumos se habían cuadruplicado o quintuplicado, lo que denota la presencia de un mayor número de personas en las residencias. Es cierto que muchas familias reciben a familiares o amigos, pero el dato merece un abordaje más serio, en medio de la inconsistencia general del sistema estadístico de la ciudad.

La revolución de los bungalows

El cambio más significativo en el mercado turístico de Bariloche puede adjudicarse al crecimiento de la oferta y demanda de bungalows y cabañas. El verano pasado el nivel de mejor calidad tuvo un promedio de ocupación del 95 por ciento, bastante por encima de otros segmentos de la hotelería.

Para los expertos consultados, la tendencia se relaciona con el crecimiento del turismo individual y familiar, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década. Compartir el techo en vacaciones, obtener un óptimo nivel de servicios y ahorrar algunas salidas al restaurant importan un buen menú para el descanso. Estos cambios van de la mano con la renovación del parque automotor argentino y las consiguientes comodidades y ventajas para quien elige el sur. «Es un proceso interesante, que se produce especialmente en verano» dijo Daniel Torres, indicando que «la gente quiere tener la libertad de decidir y manejar sus tiempos, y los servicios son cada vez más completos». De hecho, los bungalows representan en la actualidad, el 7,61 por ciento de la oferta de plazas, con una capacidad superior a las 1.200 personas por día.


SAN CARLOS DE BARILOCHE- Más de un diez por ciento de las plazas turísticas de Bariloche no están incluídas en la oferta alojativa formal de la ciudad, especialmente en verano. Tampoco se ajustan a los controles e imposiciones que pesan sobre la actividad y que se destinan a promocionar el destino.

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