Canciones al calor de una «Oda a mi generación»asdfsafdsdaf

BUENOS AIRES.- La contundente «Oda a mi generación» que inaugura el primero de los dos álbumes de «Erase que se era» que Silvio Rodríguez publicó este fin de semana en la Argentina, impone su color a un repertorio de 25 canciones que incluye la emotiva y antigua «La canción de la Trova», de 1967.

En la «Oda…» (1970), el músico goza del presente de la entonces incipiente revolución cubana («Sé que hay que seguir navegando/Sigan exigiéndome cada vez más/hasta poder seguir o reventar/») y sobre esa temática se desenvuelve todo el volumen en que también se destacan «Palabras» (1970), «Martianos» (1969), «Terezín» (1968) y «El seguidor del arcoiris» (1969).

En ese repaso se cuenta «La canción de la Trova» que compartió con el veterano trovador Adriano Rodríguez y donde ambos coinciden en que «Siempre que se cante con el corazón/habrá un sentido atento para la emoción de ver/que la guitarra es la guitarra/sin envejecer/».

El amor de pareja irrumpe en «No aparezcas más sin avisar» (1970) que, indicó, «es una especie de complemento de 'Ojalá'» y en una trilogía dedicada a una estadounidense que se integra con «Judith» y los bellos «El día en que voy a partir» y «Una mujer».

En varios pasajes de las canciones, se filtran las aventuras del Silvio como tripulante del Playa Girón y el Golfo de Tonkin, dos de los buques en que resumió experiencias vitales de viajes y compromisos políticos.

La segunda placa se abre con «Papalote» (que por ejemplo cantó en el Luna Park en abril de 2005) y llama la atención por los atisbos de balada irlandesa en «Por muchos lugares» (1968), el hondo y sentido «Discurso fúnebre» (1971) y el intenso «Después que canta el hombre» (1969) dedicado a Antonio Gades.

Las explícitas «Erase que se era» (1969) y «Que levante la mano la guitarra» (1968), rematan un cancionero donde impacta «Epistolario del subdesarrollo» que, evocó, «algunos tildaron de contrarrevolucionaria y otros de intrascendente. Quizás obviaron que mi reiterada negativa a 'cerrar los ojos para ver' no sólo implicaba una autocrítica, sino también un desafío manifiesto al llamado Primer Mundo».

Además de las voces, las guitarras, el tres, la vihuela, la armónica, la percusión, el bajo, los teclados y los arreglos de los que se encargó el propio Rodríguez, «Erase que se era» juntó a un amplio elenco.

En él se cuentan Niurka González (flautas y clarinetes), Kathelee Hernández Curbelo (voz en «Terezín»), Ariel Sarduy (violín en «Nunca he creído que alguien me odia»), Maykel Elizarde (tres en «El papalote» y «La canción de la Trova»), Oliver Valdés (batería en «Palabras», «Cuántas veces al día», «Por muchos lugares» y «El papalote»), Elmer Ferrer (guitarra en «Cuántas veces al día») y Ernesto Bravo (guitarra flamenca en «Después que cante el hombre»).

También participan el Cuarteto Sexto Sentido («Oda a mi generación», «Epistolario del subdesarrollo», «Fusil contra Fusil», «El día en que voy a partir», «Más de una vez» y «Erase que se era»), el Coro Nacional («Palabras») y Pancho Amat y su Grupo («Todo el mundo tiene su Moncada»). (Télam).


BUENOS AIRES.- La contundente "Oda a mi generación" que inaugura el primero de los dos álbumes de "Erase que se era" que Silvio Rodríguez publicó este fin de semana en la Argentina, impone su color a un repertorio de 25 canciones que incluye la emotiva y antigua "La canción de la Trova", de 1967.

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