Don Elías Adra e Isabel Hoffer, descendientes de pioneros

Neuquén

Poblando el valle contribuyeron a su engrandecimiento. Don Elías, próximo a cumplir sus noventa años, escribió y habló con gran lucidez sobre su vida. Es hijo de un sirio libanés de nombre Sleiman que se había casado con Clarisa del Carmen Riquelme en 1932 en Las Lajas. Se radicaron a orillas del río Codihue: allí pasó don Elías los primeros años de su infancia.

Luego Sleiman se radicó en Las Lajas, donde trabajó en el almacén de ramos generales de José Pedro Resuc, de su misma nacionalidad. El comercio estaba ubicado en una esquina que contaba con salón y vivienda: era un almacén y bar. En esa ciudad, don Elías comenzó a ir a la escuela, hasta tercer grado. Cuando murió Sleiman, Clarisa quedó viuda joven, con cinco hijos y un negocio que no sabía manejar. Lo primero que hizo fue pedir ayuda a dos tíos de Buenos Aires. Uno de los dos, Hibrahim, vino y llevó a don Elías a vivir con él a la gran ciudad. “Ahí vivía como podía dada la situación económica de mi tío. No tenía afecto ni cariño, el hambre me acosaba: me tuve que hacer fuerte. Cuando tenés un problema no se resuelve haciéndote más problemas, solamente tenés que buscar la solución y ver cómo resolverlo. Así transcurrieron esos años”.

Consiguió trabajo en una fábrica de cajones hasta que se empleó en un galpón de empaque de la empresa Kleppe. “Ya mayor de edad, no dependía de la tutela de mi madre. Terminé la temporada de cosecha de ese año y fui a parar a setenta kilómetros de Tandil, donde habían empezado la nueva fábrica de cemento Loma Negra, en un lugar denominado Batec”. Entró a trabajar de carpintero. La tarea duró varios años, aprendió el oficio, encofrado y también a hacer planos. Terminada la obra quedó cesante. Volvió a Buenos Aires a cobrar la liquidación y de paso ver otras empresas constructoras. Consiguió trabajo en una empresa que estaba construyendo en Tierra Baya, a siete kilómetros de Olavarría. Se radicó en esa ciudad, donde consiguió trabajo. Ahí conoció a Isabel en septiembre de 1961. Se casaron y alquilaron una casa. En 1963 nació el primer hijo, Ricardo Daniel. Al año siguiente le ofrecieron un trabajo en una gran obra en Neuquén. Lo conversó con Isabel, no había inconveniente: dejaron Olavarría. Se radicaron en Cipolletti. Ofreció sus servicios a la empresa Zoppi con la que, recuerda, hicieron muchas obras y edificios, como el edificio Cipolletti, además de piletas y frigoríficos. Compró un terreno: “Me hice mi propia casa, en la que aún sigo viviendo”.

En esa época se produjo el levantamiento del Cipolletazo. El pueblo se alzaba a favor del Comisionado Federal, el doctor Salto, porque este se había declarado en contra de medidas tomadas por el poder central acerca de la construcción de un puente cuyos intereses desconocían al Alto Valle.

En defensa de esos intereses, Salto, que comprendió la importancia de pelear contra el avance de proyectos hegemónicos regionales, se opuso a la medida y acudió a los medios para difundir su opinión. Con los rumores de un conflicto instalado en la comunidad, un conjunto de vecinos cipoleños se acercó a Viedma e intentó, sin éxito, entrevistarse con el gobernador.

Entonces se dirigieron a Capital Federal, donde el entonces ministro del Interior, el general Imaz, les comunicó que la destitución de Salto era inminente e irrevocable debido al carácter público que el mismo Salto había dado a su disensión con las autoridades militares de la provincia. A don Elías, que era capataz de una obra en construcción, lo tomaron preso, la policía rodeó el edificio y los llevaron a la comisaría. Hasta allí fue su esposa Isabel con uno de los hijos, que estaba enfermo, y logró que lo dejaran libre.

Fue un pueblo unido defendiendo intereses de la comunidad valletana y resguardando a su líder. Don Elías es un testigo viviente de aquellos hechos. Isabel y don Elías tuvieron cinco hijos: Ricardo Daniel, casado con Eugenia Llambi; Claudio Fabián, casado con Patricia Cirruti; Miguel Alberto, soltero; Laura Gabriela, casada con Camilo Ciruzzi; Javier Elías, casado con Andrea Fernández. Varios nietos completan la familia. Nuestro homenaje a una historia de trabajo y compromiso que contribuyó al progreso de la ciudad.


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