Egresados escuela San Martín, 1973: Peritos Mercantiles

Siempre reiteramos la importancia de la Escuela Nacional de Comercio General José de San Martín como establecimiento que nucleaba a la juventud, en un Neuquén pequeño, con calles de tierra pero que vislumbraba un gran porvenir. Los viejos neuquinos que cursamos en aquellas aulas podremos recordar, disfrutar y añorar nuestros años del secundario. El viejo Colegio San Martín fue semillero de egresados maestros normales nacionales, bachilleres y peritos mercantiles. Fue fundada en 1943 mediante Decreto Nacional Nº 143794 y fue llamada Escuela Nacional de Enseñanza Técnica Anexo Comercial y Profesional de Mujeres y dependía de la Escuela Nacional de Artes y Oficios de General Roca. En 1944, Domingo Sierro Yánez asumió la dirección del establecimiento.

En 1946, el anexo comercial se convirtió en Escuela de Comercio y lo mismo ocurrió con el anexo profesional de mujeres, que en 1947 pasó a ser Escuela Profesional de Mujeres. El anexo comercial se separó del resto de las escuelas y luego se le agregó el curso de bachillerato. En 1951 se creó la Escuela Normal dependiente de la de Comercio. Dos años después se creó el Departamento de Aplicación, que era la escuela primaria para las prácticas de las alumnas del magisterio. En 1970 se inauguró el edificio propio de la Escuela San Martín en Avenida Argentina 935, donde continúa funcionando. Los egresados 1973 lo hicieron con el título de peritos mercantiles.

1ra. División: Olga N. Armas. Nora del C. Balboa. Carlos R. Bauch. Alicia E. Bonavitta. Amelia Esmeri Capossio. Magdalena García. Mara G. Grill. Marta N. Miguel. Gladis E. Leiva. M. Susana Pamich. Ángeles R. Rodríguez. Marina B. Sánchez. Ana R. Saraco. Mónica A. Stramazzi. Lía C. Urrutia. Ma. del Carmen Valeiras y Eva Rodríguez.

2da. División: Fanny A. Agüero. Susana B. Aguilar. Hugo Andreoni. Delia Arcida. Inés Baraona González. Luz M. Carulli. Norberto Celoria. Iris Cerda. Patricia Cinquegrani. Rodolfo Colalongo. Mario Chiappe. Susana H. Dutsch. Vilma Edrozain. Ana C. Esteves. Susana Failla. Noemí S. Fernández. Alicia G. González. Patricia Ilari. Beatriz L. Jorge. Silvia E. Lamela. C. Marta Landogna. Ma. Cristina Leccesi. Ana E. Martínez. Martín Medina. Nélida Molar. Elida G. Morales. Mario F. Notaro. Roberto Pérez. Ricardo A. Raby. Leticia Raone. José E. Retamal. Elvira N. Rodríguez. Mirtha E. Rozados. Enrique H. Sapag. Silvia Tresalet. María Trinidad Domene. El primer año lo cursaron en el anexo de la calle Santiago del Estero, frente a la delegación de la Policía Federal. Era un aula precaria y muy chica. En segundo año tuvieron la suerte de inaugurar el nuevo edificio de la escuela que era realmente hermoso, muy luminoso, cómodo, de varios pisos. En aquellas épocas el idioma -francés e inglés- iba a sorteo de postulantes, y así se conformaban las divisiones.

Un grupo de ellos recordaba y nos comentó que participaron en la sentada, juntos con los otros quintos del colegio, para lograr la autorización del uso del pantalón para las mujeres, hecho que los hizo sentir muy orgullosos. Mencionaron que tuvieron excelentes profesores, director y personal no docente a los que recuerdan con mucho cariño y agradecen la educación recibida. Ambas divisiones participaron en un concurso de murales. Primera División presentó el mural El Principito. Estaba ubicado en Avenida Argentina y Diagonal 25 de Mayo, en la casa de fotografía La Ochava. Para hacer la figura del joven príncipe, que era en relieve, fueron guiados por don Emilio Saraco (afamado artista, padre de una de las alumnas).

El mural de la segunda división fue realizado por Enrique Sapag y tuvo otro significado: “Vivimos en un mundo convulsionado donde el hombre se agita en la incertidumbre… por eso el color negro, hoy todo es sombras, estamos unidos por sombras” (…) En 1998 escribieron: “Después de veinticinco años esas palabras permanecen vigentes, el blanco y el negro matizan nuestra realidad social” (…). Recordemos que Enrique -Quique- Sapag, hijo de don Felipe Sapag, fue uno de los tantos desaparecidos durante la última dictadura militar, como así también Ricardo Raby. Ambos tienen las baldosas con estrellas en la vereda del colegio. Cincuenta años después se reunieron y recordaron aquellos días felices en el Neuquén de la juventud.


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