El vidrio que no vemos: una deuda en el control de fármacos inyectables
Fabián Wotnip
fwotnip@gmail.com
El reciente retiro del lote 31202 de fentanilo HLB, contaminado con bacterias letales, expuso una falla que va más allá de la esterilidad microbiológica: la opacidad en la trazabilidad de los insumos, en particular del vidrio de las ampollas.
El vidrio no es un detalle menor. Es el primer escudo entre el medicamento y el mundo exterior, y un fallo en su calidad o manipulación puede ser la puerta de entrada a la tragedia.
En la Argentina, los laboratorios suelen tercerizar la compra de ampollas a proveedores cuya identidad y estándares rara vez se hacen públicos. La ANMAT controla la calidad del contenido, pero no siempre exige una auditoría exhaustiva y periódica sobre el origen, composición y manipulación de los envases. Esto deja un vacío que, cuando algo falla, se traduce en muertes y en desconfianza social.
Necesitamos un cambio de paradigma: trazabilidad total de insumos, auditorías presenciales en las plantas de los fabricantes de vidrio, y la obligación de publicar esos datos. Los laboratorios no deben limitarse a confiar en sus proveedores; deben certificar, con pruebas documentadas, cada eslabón de la cadena. Y la ANMAT debe pasar de un control reactivo —después del problema— a uno preventivo y permanente.
Porque la salud pública no se defiende solo con leyes, sino con transparencia, rigor y la certeza de que cada ampolla que llega a un hospital ha pasado por un control tan minucioso que impida que el vidrio, invisible a los ojos del paciente, se convierta en cómplice de la muerte.
Fabián Wotnip
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