«Game of Soria» en el Alto Valle

Javier Genoud DNI 17.506.130

GENERAL ROCA

Mientras la intendenta María Emilia Soria habla de “espíritu emprendedor” y “capital simbólico”, los números cuentan otra historia: Según la última encuesta permanente de hogares del INDEC, General Roca tiene más del 8% de desempleo y un 35% de trabajo en negro. Difícil venderla como “ciudad de oportunidades” cuando un tercio de los vecinos vive en la informalidad. Se pavimentan calles “con creatividad”, cobrando a los vecinos sobrecostos bajo normas viejas que parecen inventadas para sangrar los bolsillos. Dos pagos por el mismo servicio: no es gestión, es descaro administrativo.

Se inauguran plazas con led y riego automático, mientras barrios enteros carecen de agua corriente y cloacas. La desigualdad no se tapa con pasto sintético ni dinosaurios de plástico. El López Lima sigue con guardias saturadas, insumos escasos y médicos sobreexplotados. Los discursos de enamoramiento profesional suenan a chiste macabro frente a hospitales y centros médicos barriales que se caen a pedazos. El Parque Industrial II es más parque que industrial: lotes vacíos y promesas incumplidas, mientras el “motor regional” sigue con el freno de mano puesto.

Se habla de “inteligencia de futuro” y “escenarios deseados”, mientras la ciudad carece de un plan urbano serio de transporte, vivienda o seguridad. Nuestro aeropuerto, que antes funcionaba con vuelos regulares y es puerta de entrada a la región, yace abandonado, un símbolo más del olvido y la falta de visión estratégica. La verdadera innovación en Roca no se mide en obras ni ideas, sino en la habilidad de los Soria para perpetuarse como empleados vitalicios del estado.

Dos décadas mamando del presupuesto, alternando puestos entre padre, hijos y hermanos, todos especialistas en clientelismo y nula gestión. Martín Soria, estrella de esta saga, eleva el arte de vivir del estado a su máxima expresión: cargos tras cargos sin resultados, discursos ostentosos y pendencieros; y una inoperancia que haría sonrojar a cualquier gestor promedio.

Mientras los vecinos sortean pozos y filas en hospitales, Martín colecciona su currículum de teta pública. ‘Game of Soria’ no es progreso, es un ciclo interminable de clientelismo, nepotismo y falta de resultados. La ciudad estancada, los Soria eternamente a la mesa, y la sociedad pagando la cuenta de su eterna función: sobrevivir del Estado sin rendir cuentas. 

No trato de atacar personas, sino de mostrar cómo un sistema que permite la concentración de poder, la falta de controles y la perpetuación de funcionarios como empleados vitalicios del estado termina permitiendo atropellos contra la ciudadanía. Mientras unos juegan con discursos y cargos, la ciudad y sus vecinos pagan las consecuencias de la desidia estructural. Esto no es cuestión de individuos, sino de reglas y mecanismos que necesitan cambiar.



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Javier Genoud DNI 17.506.130

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