Roberto Abel y su familia, fundadores del museo Ameghino


Docente e investigador, pionero en la investigación paleontológica y Ciudadano Ilustre de Cipolletti


De acuerdo con el relato realizado por el protagonista de esta carta, y reafirmado por una de sus hijas, que gentilmente me permitió el acceso a la información, podemos decir que su familia era de origen alemán: sus abuelos se llamaban Cristian Abel y Catalina Katz y eran oriundos de la zona del Volga. Llegaron a fines de 1897, época de la gran migración, al puerto de Buenos Aires y se instalaron en Coronel Suárez, luego en La Pampa, en la localidad de Riglos. Tuvieron cinco hijos: Santiago, Eduardo, Enrique, Leontina y Anita. Don Roberto es hijo de Santiago y Luisa Schneider, nacidos en Alemania y Brasil respectivamente. Se radicaron en La Pampa, en una colonia alemana en el pueblo de Alpachiri. Roberto creció y curso su escuela primaria junto a sus hermanas y hermano en esa colonia.

Eran 6 en total: Clotilde, Paulina, Roberto, Luisa, Arturo y Nelly. Para la escuela secundaria, su madre lo llevó a Buenos Aires para que estudie en el colegio San José en Balvanera. Luego de varios trabajos en distintas ciudades, se radicó en Cipolletti. Conoció a Carlos Vera, comerciante cipoleño, que lo contrató: llegó al valle en 1946.

En 1948 llamaron a concurso en la Municipalidad para cubrir un cargo: lo ganó. Se casó el 21 de diciembre de 1950 con Amalia Sánchez, que había nacido en San Rafael, Mendoza y había venido a Cipolletti a los 9 años con su mamá, Palmira Ungarini. Amalia comenzó a trabajar en una estación de servicio en tareas administrativas y a los diecinueve años entró en Agua y Energía, donde trabajó hasta su jubilación.

Amalia amaba su casa, la vida de hogar, esperar a las hijas y sus familias, y también recibir a los que iban a su casa desde Buenos Aires, Mar del Plata, etc., por temas del museo. Era parada obligada y esperada para ellos. Luego seguían viaje al campo. Don Roberto trabajó en tareas contables en el Aserradero Franco, en la empresa de Zoppi, en el Sanatorio Rio Negro y en la Municipalidad de Cipolletti.

Era profesor de dactilografía, tenía su cargo en la escuela de adultos N°3 hasta su jubilación. Continuó trabajando en la municipalidad hasta la revolución de 1955: quedó cesante. Luego se independizó y abrió una oficina contable. Compró el terreno en la calle España donde construyó su casa.

Siempre le gustó la investigación histórica y paleontológica: comenzó a trabajar en el campo buscando fósiles. El 1 de octubre de 1971 fundó el Museo Provincial Carlos Ameghino en la Mansión Peuser. Luego funcionó en una casa que Lucinda González Larrosa había donado a la municipalidad.

Trabajó durante veinticinco años como director del museo. Descubrió el Abelisaurus Comahuensis, un carnívoro que vivió en la Patagonia en el Cretácico.

Roberto donó su colección particular y comenzó un camino infinito, intenso de búsquedas, hallazgos e intercambios con otras instituciones. Amante de la lectura, investigaba y de forma autodidacta, gracias a su perseverancia, tesón y pasión por su tarea, logró a lo largo de su carrera tres grandes reconocimientos: Ciudadano Ilustre de la ciudad de Cipolletti, Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Paleontología (primer reconocimiento a un no profesional, ya que no era paleontólogo) y Título de honor meritocrático, distinguido y otorgado por la OMHS: Organización Mundial Pro Humanidad Saludable.

Su oficina estaba en su misma casa, en la parte de atrás: allí pasaba las horas entre libros, fósiles, estudiando, escribiendo, preparando materiales para exponer en el museo, y para hacer giras por distintas localidades de la provincia, recorriendo escuelas con exposiciones itinerantes, mostrando libros, fotos, mapas, de su gran colección.

También tenía tiempo para las obras de bien: juntaban ropa y calzado en Buenos Aires y desde su casa partían en grupos para llevar a localidades del sur (Mencue, Ramos Mexia, etc.). Colaboró con la creación de los museos de General Fernández Oro y Allen, además de la biblioteca de Paso Córdoba. Sus hijas son: Stella Maris, (Doctora en fonoaudiología y Master en cuidados de adultos mayores, trabaja hace más de 25 años como auditora en PAMI.

Reside en Buenos Aires y está casada con Miguel Ángel Ochoa). Erika Elizabeth (médica homeópata y alquimista: vive en Fernández Oro y está casada con Claudio Monza). Sus nietos se llaman Sebastián Alejandro Ochoa, Ana Lara y Pedro Agustín Dimenza. Los bisnietos completan la familia. Hoy nos sumamos a ese homenaje, enorgullecidos por tantos años de historia regional.


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