Cerca de los pobres, lector y “santo”

AFP

BUENOS AIRES.- El nuevo papa Francisco es un jesuita de 76 años, austero y de tendencia moderada, con una larga experiencia pastoral en zonas pobres, gran lector y apasionado por el fútbol y la suerte de su club San Lorenzo. Arzobispo de Buenos Aires y primado de Argentina, es un hombre tímido y de pocas palabras que goza de gran prestigio entre sus fieles, que aprecian su total disponibilidad y forma de vida, alejada de toda ostentación. “Es un hombre muy pastor, cerca de la gente. Eligió el nombre por remitirse a san Francisco de Asís, que renovó la Iglesia y que fue el hombre de la humildad, de la pobreza y del diálogo”, reveló su exvocero, Gustavo Boquín. “Es un hombre audaz. Se levanta muy temprano para rezar. Viaja en colectivo y tiene buena comunicación con la gente”, dijo Boquín. Más allá de los dichos de una persona de su estrecha confianza, las decenas de testimonios que surgieron desde que fue designado papa, el 13 de marzo, constataron esa forma de vida austera y humilde, alejada de las poses y las cámaras de tevé: desde los curas que lo veían caminar por las villas pobres de Buenos Aires hasta su sencilla podóloga. Bergoglio combinaba un alineamiento sin fisuras a la doctrina del Vaticano con la sensibilidad por los desposeídos, por lo que comenzó a ser definido como “un papa progresista en lo social y conservador en la doctrina”. Bergoglio nació el 17 de diciembre de 1936 en el seno de una familia modesta del barrio popular de Flores, en la capital argentina, hijo de un trabajador ferroviario de origen piamontés y una ama de casa. A los 36 años, en 1973, fue designado responsable nacional de los jesuitas argentinos, cargo que desempeñó durante seis años. En mayo de 1992, Juan Pablo II lo nombró obispo auxiliar de Buenos Aires y comenzó a escalar rápidamente en la jerarquía católica de la capital: fue vicario episcopal en julio de ese año, vicario general en 1993 y arzobispo coadjutor con derecho de sucesión en 1998. Se convirtió luego en el primer jesuita primado de Argentina y, en febrero de 2001, vistió finalmente el púrpura cardenalicio. Según la prensa argentina, Bergoglio figuró entre los más votados en el cónclave de 2005, que eligió a Joseph Ratzinger como sucesor de Juan Pablo II. El arzobispo goza de general prestigio por sus dotes intelectuales y dentro del Episcopado argentino es considerado un moderado, a mitad de camino entre los prelados más conservadores y la minoría progresista. Es un gran lector de los escritores argentinos Jorge Luis Borges y Leopoldo Marechal, del ruso Fiodor Dostoievsky, y amante de la ópera. (AFP)

el nuevo pontífice


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