Cero margen de credibilidad
El margen de credibilidad del INDEC ya ha sido recortado casi a cero, por lo que para las autoridades sería mucho mejor barajar y dar de nuevo, al menos para mostrar cierto criterio, sin someterse durante más tiempo al desgaste constante de seguir corriendo a las estadísticas por detrás.
Para quien hace de la comunicación algo casi religioso, tal como se empeña el Gobierno, no debe ser muy fácil aceptar que ha perdido de cabo a rabo la batalla de la opinión pública y que se enfrenta a un rival pesadísimo, que no es ni el noventismo ni el Fondo Monetario Internacional, sino la gente.
La batalla perdida indica que los argumentos oficiales naufragan a la hora de contrastar los valores soñados en la Casa Rosada con los precios del mostrador. A un ama de casa de clase media que saca 100 pesos de su cartera para pagar en el supermercado no hay nadie que la pueda engañar.
Sin embargo, el contraste con lo que se vive en la realidad es notable. Para no generar expectativas negativas, se dice, desde los despachos oficiales se justifican las cifras por el lado que menos cree el bolsillo, hablando de una interna sindical en el INDEC, como en otros tiempos se acusaba a sus técnicos de servir a los intereses de los bonistas, cuyos títulos ajustan por CER.
Mientras tanto, Guillermo Moreno y sus funcionarios destripan a gusto la antigua metodología de medición, lo que a su vez empuja en contra esas mismas expectativas que se busca no alimentar, sin que aparezca como salvadora la tantas veces prometida «inflation core» a la americana que, en rigor, es muy difícil calcular sin hacer un empalme coherente de las series.
Si se pudieran tabular los peligros, el mayor no es hoy que, si las cosas no se sinceran, la Argentina se puede quedar también afuera del mundo en materia de estadísticas, sino que cambie de raíz el humor de la opinión pública.
(DyN)
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