Ciberbullying: más peligroso que la agresión cara a cara

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Las modas y las nuevas tecnologías cambian los gustos y las actitudes de las personas, y ese fenómeno también llega a los menores, para bien y para mal. El mal uso de las redes sociales ha transformado el maltrato psicológico, verbal o físico que antes quedaba limitado al ámbito escolar y familiar en algo mucho peor: el ciberbullying, una forma de agresión a través de mensajes de texto, de voz, o de fotos, videos, audios, subidos a redes sociales a las que acceden millones de personas.

En la actualidad en los colegios de Roca, Neuquén, Buenos Aires, San Pablo, Pekín, Madrid o cualquier ciudad del planeta las agresiones físicas ya se ven cada vez menos y están siendo “reemplazadas” o muchas veces “complementadas” por las virtuales, que son más graves y crueles. Es que las redes sociales “permiten” que para agredir no haya que ‘poner la cara’ y que el acoso ya no se limite al tiempo que los chicos pasan en las escuelas, ni se termine cuando la víctima llega a la protección de su hogar.

Según una reciente investigación de chicos.net, el ciberbullying “puede incluir la difusión de rumores, la publicación de información falsa o mensajes desagradables, comentarios o fotos embarazosas, o excluir a alguien de las redes on-line u otras comunicaciones”. Caracterizado por un desequilibrio de poder, “el daño que causa el ciberbullying puede ser profundo, debido a que internet permite esta intrusión en el espacio privado de un niño que queda sin lugar para escapar, y debido a que el alcance on-line de mensajes o imágenes hirientes es mucho mayor que en la intimidación off-line”.

La gravedad del sostenimiento en el tiempo de la agresión por las redes sociales como Facebook o Twitter se conjuga con que el agresor pierde la noción de empatía con el otro, que incluye la capacidad de “compasión” con su “víctima” aún cuando está indefensa.

El desarrollo tecnológico también pone a disposición otros medios electrónicos como forma de hostigamiento, por ejemplo el celular. Para agredir también se usa Whatsapp, correo electrónico y mensajes de texto en celulares con amenazas, ofensas e intimidaciones.

Todo esto potencia el maltrato y la humillación de la víctima, que en muchos casos no llega a enterarse de que está siendo acosado en las redes hasta mucho después. A ello también se suma, negativamente, la transformación de los “espectadores”, que ahora se multiplican por miles, con un simple “me gusta” o un comentario aún más agresivo, profundizando el malestar de la víctima.

Todo termina en una especie de “linchamiento social virtual”.

Problema en las redes, soluciones en las redes. Hace poco pasó por la región Inda Klein, coordinadora de Investigación, Monitoreo de Niñez y Nuevas Tecnologías, de la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia –Senaf– del Ministerio de Desarrollo Social de Nación. Encabezó una jornada sobre bullying y las nuevas tecnologías, y allí dejó en claro que para combatir el problema “primero hay que saber dónde y cómo”. “Ya no va más lo de los panfletos. A los chicos hay que ‘entrarles’ por las redes sociales. Es allí donde se sienten más cómodos. Por supuesto que ningún chico quiere que le digan lo que tiene que hacer, pero de alguna forma hay que insistir con el mensaje desde esas plataformas para que empiecen a modificar actitudes”, puntualizó.

Para la experta, el ciberacoso resulta más grave que la agresión cara a cara.

Klein relató que “antes las agresiones se daban en un espacio determinado, que era el ámbito escolar. La agresión terminaba cuando el chico se iba a la casa. Ahora el problema es que, como no se ve el efecto sobre la víctima, la agresión continúa. Tampoco hay ‘observadores’ que defiendan a la víctima. Todo lo contrario, muchos se divierten viendo los videos de las agresiones y le ponen ‘me gusta’”.

En la región este fenómeno se desarrolla tan rápido como en cualquier lugar del mundo porque el acceso a internet ya está naturalizado entre los chicos, “nativos digitales”. En este contexto, es muy frecuente la creación de páginas o grupos destinados a agredir, burlar o denunciar algún aspecto íntimo de la víctima. Por esto, docentes y directivos de todos los establecimientos están en la búsqueda de herramientas que puedan ayudar a combatir una problemática con la que se enfrentan a diario. (Ver aparte)

Joaquín Peralta jperalta@rionegro.com.ar


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