Con inteligencia artificial, crearon empresa que predice el mejor lugar para las colmenas y aumentar las cosechas

Fue fundada por científicos del Conicet en Bariloche. Ayudarán a monitorear el impacto ambiental del manejo agropecuario.

Los científicos Lucas Garibaldi y Fernanda Santibañez han investigado la biología de las abejas y su interacción con las flores. Saben que hay un declive en las poblaciones de abejas por la falta de recursos florales, los plaguicidas y los parásitos. Con todo ese conocimiento y con el uso de herramientas de inteligencia artificial, ahora podrán predecir cuántas colmenas hay que colocar y en qué lugar específico para que los productores puedan maximizar los rendimientos de los cultivos.

Para eso, crearon la primera empresa de base tecnológica o “startup” de la Argentina destinada a brindar servicios para optimizar la polinización en la producción de alimentos y a la vez monitorear el impacto ambiental del manejo agropecuario.

La empresa se llama Eiru, que en el idioma guaraní significa abeja.

«Al usar décadas de estudios científicos sobre cómo se mueven las abejas y cómo toman sus decisiones, creamos un modelo en el que, al tomar un paisaje, podemos predecir dónde van a estar las abejas, cuántas flores van a polinizar y cuánto van a producir en los cultivos», especificó el doctor Garibaldi, quien es director en diálogo con Diario RIO NEGRO.

De esta forma, se generan mapas de producción de los cultivos que permite entender cuántas colmenas se pueden instalar y en qué lugares.

El modelo -describió el investigador- está basado en agentes porque simula cómo se van moviendo las abejas en el espacio y cómo crecen si se reproducen. Lo definió como «espacialmente explícito»: «Nos pueden dar un lugar donde quieren trabajar y desde ahí descargamos los mapas y en función de eso les decimos cómo se van a mover las abejas, cuántas podría haber y cómo podría impactar eso en la producción», detalló.

Lucas Garibaldi es uno de los científicos que creó Eiru y un referente mundial en polinización.

Garibaldi explicó que el modelo tiene múltiples usos, pero el objetivo principal es restaurar la biodiversidad en los campos. «Se genera una sinergia entre la conservación y la producción. Sirve como un indicador ambiental: si alguien está haciendo una restauración -ya sea Parques Nacionales o en campos productivos-, el modelo nos dice cómo, a través de las abejas, mejoró o empeoró el ambiente», puntualizó el investigado, quien en 2022 había sido designado para coliderar un reporte global sobre los cambios transformadores necesarios para un futuro sostenible en el marco de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de Ecosistemas (IPBES).

Los vuelos de las abejas

Las abejas se van moviendo y son como sensores de su entorno. De modo que el modelo sirve como modelo de indicador ambiental. «Cuando uno quiere monitorear la biodiversidad es costoso: hay que trasladarse hasta los lugares para realizar los muestreos. Este modelo facilita esta herramienta de la evaluación del éxito de la restauración», explicó.

El modelo sugiere cuántas abejas pueden vivir en un determinado paisaje y cuánta miel producen. «Cualquier manejo que se haga puede mejorar la vida de las abejas o empeorarla. El modelo simula durante los 365 días del año cómo van creciendo las colmenas, cómo se van muriendo, dónde hay más polen y dónde se pierde. Se simula también dónde están las plantas en el espacio, simula la floración e indica hacia dónde van las abejas y en qué momento», señaló.

El modelo fue creado en los últimos años con colaboradores de distintos países, expertos en geografía y en física, conocedores de modelos matemáticos e investigadores de abeja y ecología. Toma la información de personas que observaban abejas y estudiaba cómo respondían y cómo se movían. Esto significa que el modelo que usa la startup concentra el conocimiento de 100 años de estudios de abejas y fue publicado en la revista científica Ecological Modelling.

«La empresa está orientada a la restauración ambiental y el monitoreo de la biodiversidad. A su vez, uno de los productos que ofrece es cómo cuidar esa biodiversidad y mejorar la producción agropecuaria», precisó. Ya postularon ante el Conicet para conformarse como empresa de base tecnológica.

Fernanda Santibañez es cofundadora de la startup que cuidará la salud de los polinizadores y las colmenas de calidad.

Los destinatarios del modelo podrían ser las empresas agropecuarias que deseen mejorar la dimensión ambiental de sus establecimientos como así también la dimensión productiva. «Puede servir a cualquier empresa o iniciativa de restauración ambiental que quiera evaluar cómo esa restauración impacta sobre las abejas», aclaró.


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