Qué fue la Cancha de Pelota Llao Llao, un sitio clave para la arqueología

Científicos del Conicet estudian la primera estructura colonial que integró saberes indígenas.

A 23 kilómetros del centro de Bariloche, se encuentra el sitio arqueológico Cancha de Pelota Llao Llao, ubicado en la península homónima a orillas del lago Nahuel Huapi. Este lugar despertó el interés de los investigadores al demostrar el contacto entre poblaciones indígenas y colonizadores europeos. Combinó tradiciones originarias con aportes coloniales.

El estudio aporta información clave sobre la vida en los asentamientos coloniales del Nahuel Huapi. El área estuvo habitada desde hace al menos 10.000 años y experimentó grandes cambios desde el siglo XVI por la llegada de europeos, la introducción del caballo y la fundación de misiones religiosas.

Hasta hace poco, las referencias históricas a Nahuel Huapi provenían sobre todo de diarios de misioneros, que ofrecían pocos detalles sobre las misiones y no mencionaban los sistemas de campamentos en el lago ni en las rutas de navegación.

La Cancha de Pelota constituye el primer antecedente en el área de una estructura rectangular de postes de madera, asociada al uso colonial de Nahuel Huapi.

Las excavaciones permitieron hallar restos constructivos y elementos de contacto interétnico. En la década de 1970, el lugar fue transformado en una cancha de fútbol. La erosión de la superficie por el uso permitió detectar todo tipo de materiales, como cerámica de manufactura indígena. El primer rescate estuvo a cargo de Adam Hajduk, arqueólogo del CONICET, quien encontró puntas de proyectiles y fragmentos de cerámica, elementos asociados a la ocupación española, según explicó a Diario RIO NEGRO Marcia Bianchi Villelli, investigadora del IIDyPCA (Instituto de Investigaciones en Diversidad Cultural y Procesos de Cambio) de la Universidad Nacional de Río Negro y el CONICET.

La destrucción parcial del sitio por maquinaria vial en 1979 dificultó la reconstrucción total de la estructura y la identificación de los postes originales. En 1996 se realizó la primera excavación de tres cuadrículas, donde hallaron una estructura habitacional con líneas de postes. Diez años después, ampliaron la excavación a 51 metros cuadrados. Los especialistas describieron el sitio como de poca profundidad, ya que la excavación no superó los diez centímetros.

Las excavaciones revelaron restos de una estructura rectangular de postes de madera, interpretada como parte de un asentamiento vinculado a la actividad europea durante la época colonial.

Además de elementos constructivos, se recuperaron instrumentos de piedra, fragmentos de cerámica indígena y española (mayólicas esmaltadas blancas con decoraciones pintadas a mano), clavos de hierro y restos de botellas, testigos del contacto interétnico.

Mayólicas, clavos y botellas reflejan el intercambio cultural en siglo XVIII/A. Hajduk.

Según Bianchi Villelli, no es posible atribuir estos materiales a una persona concreta, sino al contexto en que se usaron. Se los considera parte de las primeras misiones de Mascardi (1670-1717). En 2015, la investigadora reanudó los estudios sobre el período colonial, continuando la tarea de Hajduk y comprobando que la estructura fue hecha con troncos de ciprés.

El estudio arqueobotánico analizó 60 fragmentos de madera carbonizada y 32 tocones de madera de las paredes de la estructura. Se detectaron especies arbustivas utilizadas como combustible, mientras que la madera de los postes correspondía al ciprés de la cordillera.

La elección de arbustos para el fuego y de árboles para la construcción se explica tanto por la disponibilidad local como por las propiedades de cada tipo de madera. Los arbustos, de menor tamaño y fácil recolección, se usaban para los fogones. El ciprés, por su resistencia y tamaño, se destinaba a la edificación de estructuras.

Ricardo Villalba, especialista mendocino en dendrocronología del IANIGLA-CONICET, dató los postes hacia finales del siglo XVIII.

Este fechado permitió evaluar la posible vinculación del sitio con los viajes de Fray Francisco Menéndez, pues la estructura difiere de las rukas o viviendas indígenas de la época. Además, el sitio no figura en fuentes históricas ni mapas, lo que aporta información inédita respecto de las misiones jesuitas.

Otra línea de trabajo se centró en las pinturas rupestres de la zona. Se trata de un estilo propio del Nahuel Huapi y del bosque. En sitios costeros hay figuras que podrían representar jinetes, lo cual se asocia al período colonial y a la llegada del caballo a la región.

Actualmente, se realizan registros técnicos y fotográficos de los sitios junto a especialistas del Parque Nacional Nahuel Huapi y de la Universidad de Cantabria, para desarrollar registros digitales y fotografías hiperespectrales.

Según Bianchi Villelli, las investigaciones muestran que, más allá de la versión tradicional sobre la ocupación del Nahuel Huapi de los siglos XVII y XVIII, el punto de vista indígena de este proceso aún no ha sido contado.

Cómo empezó el estudio


Los investigadores se propusieron entender cómo se ocuparon los espacios arqueológicos de la zona. Empezaron revisando la situación de los sitios conocidos, en su mayoría ocupaciones indígenas con largas cronologías.

Como ejemplo, citaron el sitio del barrio El Trébol, al oeste de Bariloche, con ocupaciones de 12.000 años de antigüedad.

Para el período colonial, las poblaciones indígenas ya tenían dinámica propia en la zona, y se registró la llegada de españoles, jesuitas y franciscanos desde la vertiente occidental de la cordillera. Cancha de Pelota es el único sitio que tiene una impronta europeo- colonial si se consideran la forma de la estructura, el tipo de materiales y la ubicación costera, lo que evidencia otros usos del espacio.

Se identificaron indicadores de ocupación que se interrumpieron con la llegada del Ejército en el siglo XIX. En ese momento comenzó la desarticulación comunitaria, con matanzas, relocalizaciones y abandono de espacios.

Modos de vida


Se recuperaron puntas de proyectil elaboradas en obsidiana/A. Hajduk.

Las formas de construcción reflejan la adaptación al entorno y los recursos disponibles. Diversos estudios profundizan en los tipos de construcciones de madera y el uso de especies leñosas como materia prima.

Entre los grupos cazadores recolectores predominaba la construcción de paravientos, toldos y chozas hechas con palos y pieles de guanaco, fáciles de transportar y de instalar rápidamente. En el período colonial se destacó la ruka, vivienda tradicional mapuche, de forma cónica, aunque con el tiempo aparecieron rukas de planta rectangular y techo a dos aguas. Estas estructuras tenían entre dos y tres troncos principales alineados a lo largo del eje y el exterior revestido con fibras vegetales, con fogón central y sin ventanas.

Otro tipo de construcciones, vinculadas a la presencia jesuita y española, eran viviendas hechas con materiales vegetales: postes de madera y palos para las paredes, techos de paja atados con raíces y fibras.


A 23 kilómetros del centro de Bariloche, se encuentra el sitio arqueológico Cancha de Pelota Llao Llao, ubicado en la península homónima a orillas del lago Nahuel Huapi. Este lugar despertó el interés de los investigadores al demostrar el contacto entre poblaciones indígenas y colonizadores europeos. Combinó tradiciones originarias con aportes coloniales.

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