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Qué preservó las patinadas de dinosaurios en Neuquén

Son 23 huellas de dinosaurios herbívoros que se conservaron en el Noroeste de Neuquén. Fueron identificadas por científicos del Conicet y la UBA

Corría el año 2010 y el científico Pablo Pazos estaba haciendo un estudio de geología en la zona del Cerro Rayoso, que está ubicado al este de la Ruta 40 entre las ciudades de Chos Malal y Las Lajas, y próximo al Río Neuquén, y quedó sorprendido. “Había pisadas anómalas”, contó en diálogo con RIO NEGRO para describir el comienzo de un gran hallazgo.

Después de un exhaustivo trabajo de investigación, Pazos junto con Arturo Heredia y otros colegas del Conicet y la Universidad de Buenos Aires identificaron 23 huellas que corresponden a pisadas y patinadas de dinosaurios saurópodos de tamaño pequeño de hace 130 millones de años. Los animales habitaban en una antigua línea de costa de la Cuenca Neuquina.

La cobertura microbiana favoreció la preservación de las huellas fósiles de los dinosaurios saurópodos 

Los investigadores publicaron el descubrimiento en la revista Geological Society of London Special Publication. Hace 130 millones de años había un mar en el Noroeste del actual territorio de la provincia de Neuquén y el clima era más cálido. Las huellas que se encontraron estaban al lado de un canal de marea. Un fenómeno que se conoce como “cemento biológico”, que consiste en una cobertura de microbios, permitió que las huellas de los dinosaurios se conservaran durante tantos años.

Muchas de las huellas son considerablemente más largas que anchas. Las de mayor tamaño tienen unos 42 centímetros de longitud y 18 centímetros de ancho.

“Cuando encontramos a las huellas no estaban disponibles tecnologías, como la fotogrametría, que nos permitieran estudiarlas con la precisión que lo hicimos recientemente”, explicó Pazos, que es investigador principal del Conicet y director del Instituto de Estudios Andinos (IDEAN) de la Universidad de Buenos Aires.

Algunas de las huellas tienen forma de medialuna. Otras, en cambio, son alargadas, y los científicos han inferido que se trata de “patinadas”. El tamaño de esas huellas y otros detalles permite interpretar que se trató de patinadas de dinosaurios herbívoros.

Arturo Heredia (a la izquierda), Pablo Pazos y Diana Fernández, científicos del Instituto de Estudios Andinos de la UBA y el Conicet, hicieron el estudio de las huellas de los dinosaurios

La cobertura microbiana permitió que la superficie soportara muy bien el peso de los animales que de otra manera dejarían huellas más profundas. “Estas evidencias son una ventana que nos permite captar un instante preciso de la vida de esos animales y de su entorno”, señaló el científico. Además de las pisadas y las patinadas, encontraron registros de polen de coníferas araucariáceas y otras plantas, esporas de helechos y marcas fosilizadas de bivalvos, que son antepasados de mejillones, almejas y otros organismos marinos.

En 2013, el equipo de investigadores había publicado el hallazgo de huellas de xifosúridos o “cangrejos cacerola” en la misma zona. Son organismos más emparentados con las arañas que con los cangrejos, según aclaró la licenciada en Paleontología y doctora en Geología por la UBA, Diana Elizabeth Fernández.


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