Anecdotas y comidas en una esquina típica de Cipolletti

El edificio que alberga a “Otra Historia” tiene más de cien años y desde 1989 es un lugar ineludible para los cipoleños. Los platos clásicos y el tango son una marca registrada.

Funcionó primero como la confitería Panamericano, pero luego cambió a piano bar y finalmente sumó el restaurant.

A lo largo de la calle Fernández Oro se encuentran los espacios más simbólicos de la ciudad: la estación del Ferrocarril, la Escuela de Música, la calesita y el Paseo Cultural. En la intersección con la calle Villegas se encuentra un edificio declarado Patrimonio Histórico de la ciudad, construido hace unos 100 años. En el interior del lugar se observa la leyenda que da nombre al restaurant y piano bar: “Otra Historia, un lugar diferente”.

Sentado a la entrada del salón se encuentra Jorge Romañuk, conocido por todos como “El Uruguayo”. Las personas que entran al lugar lo saludan amablemente. Algunos estiran la mano y otros se animan a darle un abrazo afectuoso. “A ese nene lo conozco desde que está en la panza de la mamá”, dice.

El Uruguayo es el fundador de “Otra Historia”, un lugar donde se encuentra gastronomía clásica y casera. Predomina el arte culinario pero también se fusiona con la música al ritmo del 2×4. El local de Jorge se fundó en 1989. Está ubicado en el corazón de la ciudad y hasta el día de hoy sigue siendo el punto de encuentro de cientos de cipoleños.

Su creador recuerda con exactitud los momentos vividos en esa ochava característica. Antes de ser “Otra Historia” fue la primera “confitería” que tuvo la ciudad, en la que se podía compartir algo con amigos y jugar al villar. Su ingenio lo llevó a querer alquilar el edificio y también reformarlo, de ahí surgió el nombre que lo caracteriza.

El primer objetivo, explicó, fue crear un Piano Bar y luego decidió anexar un restaurant.

Actualmente el espacio brinda sabores de todo tipo. Tienen un menú semanal que va desde puchero a mondongo a la española, pan de carne y (obviamente) las características empanadas de carne cortada a cuchillo. Los comensales disfrutan también de tortillas y omelettes. Además de ir por las delicias gastronómicas, quienes se acercan allí van en busca de un espacio para bailar y aprender tango.

De la confitería “Panamericano” todavía quedan recuerdos. Los tacos y el anotador de puntos permanecen estoicos en la pared que da a la cocina. Una bandera de argentina demuestra la unión entre ambas nacionalidades. El uruguayo, aquel joven que llegó a la argentina en el 74, decidió sentar sus bases en la Patagonia. “El destino”, como dice él, hizo que siembre raíces en Cipolletti.

Pero quienes entran allí se animan a trasladarse en el tiempo. Una majestuosa cafetera, que cuenta con más de 100 años de historia escolta un llamativo vitral. Entre las paredes que separan los ventanales se encuentran cuadros con figuras de músicos y personajes de la cultura popular.

“Hay gente que ya es propietaria de su silla”, remarca con orgullo el propietario.

Punto de encuentro: Cipolletti

Datos

Funcionó primero como la confitería Panamericano, pero luego cambió a piano bar y finalmente sumó el restaurant.

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