¿Cocinar sin fuego? La neuquina Nathalia Silva comparte su especialidad

Una mayonesa con remolachas y semillas de girasol, una crema de avellanas, chucrut de repollo colorado con especias, una torta helada con dátiles y cacao... todo fresco y natural, sin aditivos ni conservantes. Hay otros modos de alimentarse.

Por Victoria Rodríguez Rey, especial para Yo Como

Hay quienes vinculan a la función del fuego con el comienzo de la cultura. En tiempos prehistóricos, el fuego generó una gran revolución vinculada a la organización de la vida en comunidad. La repartición de roles y funciones surge de la fogata encendida para mantenerla, alimentarla. Quien buscaba el alimento no podría cuidar del brasero. El control del fuego supuso trabajo y esfuerzo organizado y compartido. El fuego fue tan trascendente para la construcción de la sociedad.

¿Qué sería entonces cocinar sin fuego? Existe una cantidad de alimentos que sin pasar por el fuego se pueden transformar fisicoquímicamente, alterando su aspecto, su sabor, su perdurabilidad, hasta resultan más agradable.

¿Sin fuego no hay comida? Antes del fuego se comía, se cocinaba. Y después también.

Nathalia Silva dicta talleres continuamente sobre la cocina sin fuego, su gran especialidad.

La batería de cocina de Nathalia Silva está integrada por frascos, telitas, cuencos, cuchillo y licuadora. Con eso se mantiene más viva que nunca, comparte entre los suyos y además genera espacios de intercambio de técnicas y fórmulas alimentarias guiadas por el sol.

“Cómo comas, funcionará la mente, cuando bajás las digestiones, la cabeza se acomoda”, comenta. “Hoy las personas no comen para alimentarse, con ese exceso de comida, están tapando agujeros emocionales. Si estás sano, y tenés conciencia sobre tu cuerpo y el alimento, no elegís ir a comprar productos llenos de aditivos y conservantes”, sostiene Nathalia.

Las texturas, los sabores y los colores atrapan: así son los platos que elabora Nathalia.

El alimento para ella va más allá de la nutrición es una herramienta, por lo tanto hay que saberla usar. En el alimento se encuentra todo y de éste depende el tipo y calidad de vida. Su metodología es sencilla aunque intensa, la conciencia. Un paso para la generación de mayor autonomía personal es el estado de conciencia permanente. Propone hacer pruebas en los cuerpos, experimentar y dejar de lado las decisiones que tomó del mercado que estandariza cantidades, porciones, sabores y marcas. Cada alimento que se incorpora, afectará al cuerpo, a la mente, germinando o no el deseo como el plan vital.

Maquiavélicamente hablando, ¿será que el universo más inmediato de los productos ultraprocesados transforma al conjunto de los consumidores en sujetos adormecidos sin ganas de reflexionar y/o posicionarse? ¿Cuál será el motivo?, consumidores pasivos, fórmula perfecta.

Estos rolls son una delicia…

“No tengo paciencia para cocinar pero si tengo mucho tiempo”, lindo juego. Nathalia pone a remojar, hidratar, cambia agüitas, da vueltas lo que está al sol y sigue. Algo así como “una guardiana, una jardinera en la cocina”, va cuidando los brote y las bacterias que participan de los procesos fermentativos, y va reflexionando siempre.

“Para mí la cosa es bastante al revés. Todo se elabora desde la vida, no desde la cocción”, comparte y se emociona. Vaya síntesis entre la filosofía y el alimento. Entiende que todo lo necesario para mantener la vitalidad está en la naturaleza, es simple y muy económico. De procesos y sabores sutiles. De autogestión y trabajos colaborativos, no más.

Compartir su experiencia mediante talleres y encuentros es su inmenso aporte a la comunidad. Nathalia no sólo demuestra los procesos y técnicas que mejor le resultaron para hacer una mayonesa con remolachas y semillas de girasol, un chucrut de repollo colorado con especias, una torta helada con dátiles y cacao sino que explica todos los caminos posibles y al alcance para no tener que entrar en la lógica supermercadista que todo lo devasta. Un inmenso dato por cierto. “Sucede que la vida se simplifica”, sostiene con su risa fácil y constante, como si no estuviera diciendo nada trascendente, como si con sus fórmulas, no estuviera transformando el mundo.

Nathalia tiene un fogón en el medio de su casa circular, no tiene gas, tiene fuego. Es el punto de reunión desde principios del otoño. La función social del fuego de reunir y abrigar a la manada está presente. En esa, su casita, por las noches no se iluminan las caras del reflejo blanco que deja una pantalla encendida. Colorados quedan los cachetes, después de la conversa, la organización y la contemplación.

Receta que comparte

Crema de avellanas

Ingredientes

– 100 grs de avellanas activadas

– 2 cdas de aceite de coco

– 2 cdas de cacao amargo

– 10 dátiles húmedos

– 1 manzana roja pelada

– Jugo de 1 naranja

– 1 pizca de sal marina

– 1 cdita de canela

Preparación

Licuar todo hasta lograr una crema homogénea. “Eso es todo”, afirma Nathalia Silva.

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