Cómo es Arroyito, en Neuquén: una villa cercana a la ciudad pero alejada del caos

Está ubicada a 45 kilómetros de Neuquén y aún conserva el paisaje agreste de la meseta. Los vecinos destacan que la falta de urbanización es parte del estilo de vida que eligieron.

A 45 kilómetros de la vorágine de Neuquén capital, se encuentra la Villa Arroyito, un pueblo que conserva su paisaje agreste, frente a la veloz transformación que tuvieron alguna de las comunas que rodean la ciudad capitalina.

Depende del municipio de Senillosa, pero posee una identidad propia, caracterizada por la tranquilidad de vivir lejos del caos de la ciudad, entre el olor  de los álamos y los pinos y atravesado por el río Limay.

A partir de 1970, durante el gobierno de Felipe Sapag, en un contexto de expansión de la obra pública dentro de la provincia, se montó un campamento para que los trabajadores del embalse Arroyito pudieran vivir. Esas mismas casas son las que todavía habitan gran parte de los vecinos del pueblo. En el 72, Hugo Crexell, incentivó el desarrollo de la cancha de golf, la instalación de un motel y la estación de servicio, emblemáticos de la comunidad. En todos estos años, la localidad se mantiene casi intacta, con el agregado de nuevas viviendas.

En el último censo que se realizó en la Argentina en 2010, el pueblo registró unos 90 habitantes. A un año del próximo relevo, el número debe haber variado, pues los vecinos manifiestan que ha crecido en el último tiempo. De todas formas, continúa escapando al crecimiento exponencial que tuvieron algunas de las ciudades aledañas a la capital, por la promesa de Vaca Muerta.

La escuela primaria 267 es la única del pueblo y ha visto pasar a casi todos los vecinos.

Lejos de verlo como algo negativo, los vecinos de Arroyito consideran que la falta de urbanización contribuye a conservar el paisaje agreste que caracteriza a la comuna. Todas sus calles son de tierra y casi no hay rejas que dividan las viviendas. Los perros “son comunitarios” y se mezclan entre los patios de los vecinos.

Los pobladores están despojados de la típica desconfianza por “el otro”. Mientras el equipo de Río Negro caminaba por la villa, Roxana, una de las vecinas del pueblo, lo invitó a pasar a su casa, con la amabilidad de quien vive sin apuros.

Sus pobladores


Oriunda de San Rafael, Mendoza, llegó a la provincia Neuquén buscando nuevas oportunidades. Junto a su marido y dos de sus tres hijos, se radicaron hace 25 años en Arroyito, cuando hallaron trabajo en el club de Golf. Desde entonces, apuestan a vivir allí. “Tenemos todos los servicios y disfrutamos de la tranquilidad. Es un lindo lugar para criar a los hijos”, señaló.  Sin embargo, la vida en zonas rurales tiene una contra parte: el aislamiento.

Hay un centro de salud, pero sólo atienden los martes, único día en el que asisten los profesionales. Según María Inés, dueña de uno de los pocos mercados de la villa, hay un destacamento policial, aunque sin policías. Este es un tema que la preocupa, ya que hace algunos años fueron víctimas de un hecho de inseguridad.

El club de Golf es uno de los atractivos de la villa y que atrae gente los fines de semana.

“Hace falta desarrollo”, observó y añadió que los funcionarios sólo se acuerdan de Arroyito en época de elecciones y luego se olvidan. Su marido, Héctor enfatizó en que para quien no tiene vehículo, todo se complica, ya que el colectivo pasa dos veces por día. “Acá no tenés nada. Hay que ir hasta Senillosa”, agregó.

Pese a ello, los vecinos coinciden en que “la tranquilidad lo vale todo” y apuestan a seguir viviendo en ese lugar que consideran como su mundo. Además, Arroyito se ha vuelto un atractivo para aquellos que quieren escapar de la ciudad. Tanto que algunos ya instalaron allí sus casas de fin de semana.

La tierra que les dio la posibilidad de encontrar su lugar en el mundo


Juan Ridao y Virginia Murcia llegaron a Arroyito escapando de la crisis. Tenían una producción de papas en la provincia de Buenos Aires y decidieron trasladar su emprendimiento hacia la provincia de Neuquén, en 2003, atraídos por las promesas de progreso.

Allí montaron la única producción de papas de Neuquén, que funcionó durante muchos años, hasta que el suelo y un nuevo contexto de incertidumbre económica les dijeron basta.

Juan aprendió todo lo relacionado con el campo desde niño. Indicó que no va a poder producir papas durante los próximos siete años, por lo menos, ya que el suelo se ha desgastado. Por ello, emprendió una rotación de cultivos y sustituyó la papa por la alfalfa.

El cultivo de alfalfa reemplazó a la única producción de papas que tuvo Neuquén.

Explicó que contribuye a la regeneración del suelo y que, además, tiene costos menores que la producción de tubérculos.

Juan y Virginia apostaron a desarrollar sus vidas, junto a sus hijos, en Neuquén y no se arrepienten. “Estoy enamorado de Neuquén”, enfatizó el productor.

El emblemático hotel que sirve de posta a los viajeros

El hotel de Arroyito es uno de los primeros establecimientos que se edificaron en la localidad, junto con la estación de servicio y el club de golf. Norma y su marido lo compraron en 1975 y es uno de los edificios emblemáticos de la comuna.

La mujer recordó que cuando llegaron a la villa, “no había mucho”. Explicó que cuando se empezó a construir el dique Arroyito, y más tarde con la Planta de Agua Pesada, “comenzó a haber un poco más de movimiento”, por la presencia de trabajadores.

Señaló que en todos estos años, el hotel Posta ha funcionado muy bien,  con sus altos y bajos.  Aunque quienes demandan el servicio son en su mayoría viajeros que emprenden rumbo hacia la cordillera, indicó que también es muy utilizado por turistas que visitan la villa en verano o vecinos de las ciudades aledañas que eligen descansar allí el fin de semana.

El río Limay es otro de los atractivos de Arroyito.

Norma crió a sus dos hijos en Arroyito. Ambos fueron a la Escuela 267 y ahora que ya son grandes están “cada uno por su lado”. Es un lugar muy tranquilo para vivir. Hace unos 44 años que desayuna en el hotel casi todas las mañanas. Ahora vive en Neuquén capital, pero se traslada a diario para ver que todo esté bien en el alojamiento.

Una escuelita rural que recibe todos los días a 50 niños y niñas


La escuela primaria 267 es la única del pueblo y ha visto pasar a casi todos los vecinos que crecieron en Arroyito. María Filomena, auxiliar de servicio del colegio y oriunda de la comuna pero del lado de Río Negro, contó que en sus inicios, cuando la educación era nacional, funcionaba en una vivienda. Tiempo después se mudó a su edificio actual donde recibe a unos 50 niños y niñas.

Según explicó la directora del establecimiento, Andrea Guardia, al ser una escuela rural, las clases se dictan por ciclo, en tres aulas distintas, a excepción de séptimo grado, que se dicta en un trailer cedido por la provincia. Además, cuentan con un comedor que da el desayuno y el almuerzo a casi todos los estudiantes.

La localidad no tiene escuela secundaria por lo que al concluir con la educación primaria, los alumnos deben ir hasta Senillosa, para continuar con sus estudios. Para eso se dispone un transporte que los lleve.

Según relató la directora, educar en escuelas rurales tiene su particularidad. “Los chicos le dan más valor al estudio y la figura del docente es más respetada”, dijo.

La mayoría de las maestras se trasladan desde ciudades cercanas, como es el caso de Andrea que viaja desde Neuquén o Celeste que llega desde  Senillosa.


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