Solo manos para ayudar y salvar vidas: la importancia de saber RCP

Solo manos para ayudar y salvar vidas: la importancia de saber RCP

Fundación OSDE continúa brindando cursos de RCP y capacitando a la población en general. Este año han sido 822 personas en la región las que han asistido a estas charlas de manera presencial, 45 mil a nivel país y durante pandemia fueron 12 mil personas las que participaron on line.

Tener la oportunidad de salvar una vida ha de ser la experiencia más extraordinaria que una persona pueda transitar. En cualquier momento, en el lugar menos pensado y no hablamos del ámbito hospitalario. Un conductor, un transeúnte, alguien con el conocimiento justo en RCP puede, con solo sus manos, ayudar.

De alguna manera es lo que capacitadores e instructores de Fundación OSDE vienen transmitiendo a la hora de dar los cursos de reanimación cardio pulmonar. “Lo importante es que los asistentes a estos cursos se puedan comprometer con lo que hacen. Nosotros solo le damos las herramientas para que puedan ayudar desde un desconocido, un amigo o un familiar, salvar corazones, solo con las manos», comenta el instructor Víctor Arroyo.

Desde 2011, OSDE tiene certificación de la Asociación Americana del Corazón como centro de entrenamiento en RCP. “Fundación OSDE tiene 80 instructores en constante capacitación en todo el país. El objetivo es entrenar en el ámbito extra hospitalario a la comunidad, a toda persona no profesional de la salud”, comenta el coordinador del Centro de Entrenamiento, Sebastián Alonso.

Según las estadísticas, en nuestro país cada 15 minutos alguien sufre un paro cardíaco súbito y el 70% sucede fuera del entorno hospitalario. Por eso la importancia de empezar con la reanimación temprana. “Cada minuto que pasa, que la persona está en paro y no recibe reanimación, se pierde de un 7 a 10% de posibilidad de sobrevida. La RCP restablece la circulación de sangre facilitando la llegada de oxígeno a los órganos y a los tejidos ante un paro cardíaco. Por eso esta técnica duplica o triplica la posibilidad de sobrevida, según la Asociación Americana del Corazón”, comenta Alonso.

Cualquier persona puede hacer RCP luego de haber recibido la instrucción.


En cuanto a los cursos, se van haciendo etapas dentro de la misma capacitación. “Cada tema se trabaja en su momento. Si la persona está interesada en el curso, fácilmente va a recordar los pasos a seguir. Nosotros nos damos cuenta en el cambio de los asistentes cuando entran al curso y cuando se van. Los motivamos en todo momento. Les decimos que este aprendizaje es para su entorno, para ayudar a los más próximos. Se motivan y se ponen a practicar con los muñecos que tenemos para tal fin. Ese es el momento en el que terminan de evacuar las dudas que tienen y si está bien cómo están haciendo la RCP. La expresión en la cara de la gente nos da la satisfacción de que se van habiendo aprendido algo y preguntamos si sirvió o no el curso”, dice Arroyo.

En lo que va del 2022 han recorrido Piedra del Águila, Bariloche, San Martín de los Andes, Neuquén, 25 de Mayo, Catriel, Cipolletti y Roca donde 822 personas han sido capacitadas. “Los chicos también se prenden. Lo difícil puede ser captar su atención, sobre todo en adolescentes de 16 o 17 años, pero siempre nos sorprendemos mucho ya que se enganchan con el curso y sobre todo con las prácticas. Eso nos da fuerza para seguir y ninguna charla es igual”, expresa satisfecho el instructor.


Reacción inmediata: poder aplicar lo aprendido



Una capacitación que toma apenas un par de horas y se sale con valiosa información para el resto de tu vida. Y es que no todos, tal vez, puedan decir que fueron partícipes de un episodio de RCP.

“Fui invitada a la capacitación. Siempre había querido hacer un curso de RCP. Creo que era un lunes cuando hice el curso. Salgo de la charla, regreso a mi casa y vuelvo a salir a la nochecita. En una de las calles había una cola de autos esperando el semáforo. Mi hermana, quien me acompañaba, me dice que el señor del auto contiguo no se veía bien”, nos cuenta Guadalupe Gorlero Pizarro, la protagonista de esta historia.

En números

822
son las personas capacitadas a los largo de este 2022 en la región.

“Avanzo apenas, estaciono el auto, me bajo y corro a socorrer a esta persona que no respondía a ningún estímulo. Se empieza a juntar gente y en eso aparece un policía, vestido de civil, que me dice que sabe hacer RCP. Le dije que teníamos que sacar a este señor del auto, quien había tirado una última bocana de aire como un último respiro, eso me quedó grabado del curso. Yo no lo sentía respirar”, continúa Guadalupe.

“No había reacción. La gente, que comenzó a amontonarse, decía que no había que tocarlo, pero yo insistía en lo contrario. Finalmente lo sacamos del auto. De pronto vuelve a hace otra bocanada y el policía me dice que el señor respiraba, pero yo insistía en que no era así. Tuve que levantarle la remera para que viera que no había movimientos de ningún tipo en el pecho de esta persona. Es ahí cuando comienza a hacerle RCP”, dice Guadalupe.

El dato

27.159
es el número de la Ley de prevención integral de la muerte súbita.


“En eso le pido a mi hermana que llame al 107 y me pasa el teléfono en altavoz, porque los operadores te van indicando cómo proceder. Vuelvo a mirar a mi alrededor y veo que estabamos cerca de una clínica. Pedí que alguien fuera a buscar un DEA, pero quienes fueron regresaron diciendo que no les habían querido pasar el desfibrilador porque no lo podían sacar del edificio. Cuando yo me disponía a cambiar para hacerle RCP a esta persona, apareció un médico que tomó la posta. Mientras, seguíamos esperando a la ambulancia que tardó muy poco en llegar”, recuerda Guadalupe.

“Cuando llega la asistencia, me corro a un costado para que los profesionales pudieran atender a este señor. Pasó un ratito y escucho que aplauden. Pregunté qué había pasado y me dijeron que el hombre había reaccionado. Fue una satisfacción enorme haber podido ayudar. Y todo fue el mismo día que hice el curso”, dice Guadalupe.


En números y lo que dice la Ley



En cuanto a números desde el 2011 hasta la fecha, Fundación OSDE, ha entrenado a más de 45.000 personas en formato presencial en todo el país. Durante el aislamiento los cursos fueron on line, solo charlas, con más de 12 mil personas que las tomaron. La gran mayoría de los que cursan son personas adultas, pero los cursos se dan a partir de los 8 años.

Si de cuestiones legales hablamos, “la Ley de prevención de muerte súbita se reglamentó en julio de este año y dice que en todo lugar público y privado, con acceso público, con mil personas o más en el lugar tiene que tener varios DEA (Desfibrilador Externo Automático) instalados y gente entrenada en reanimación”, comenta Sebastián Alonso.

Cada convocatoria es un éxito.


En OSDE, desde el año 2011, se comenzó con el entrenamiento y más del 70% de los colaboradores tienen la instrucción, una capacitación continua que se da a través de la Gerencia Médica de Urgencias. “Y tenemos instalados más de 125 DEA en todo el país. Los centros de atención, las filiales y edificios van teniendo DEA a medida que se van capacitando”, dice Alonso.

Tanto la reanimación, como primeros los auxilios y la utilización de un DEA lo puede realizar cualquier persona. “No hay posibilidad de consecuencias legales y si se llegara a generar algún daño con la reanimación, es mínimo, no significativo en relación al beneficio que le aporta a la persona que está en paro cardíaco. Restablecer la circulación de sangre es el objetivo que tenemos a la hora de entrenar. Y si tenemos un DEA disponible, poder utilizarlo antes de que llegue la ambulancia, puede revertir el paro cardíaco inclusive antes de que llegue el vehículo”, concluye Alonso.


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