Crisis en el Gobierno: ruido por Manzur, broncas por renuncias y disputas por el gasto

El presidente y su vicepresidenta bajaron la hostilidad interna, pero las tropas siguen con fuego cruzado. Sigue la discusión sobre cómo hay que gastar el dinero del Estado.

La crisis política en el corazón del Frente de Todos no ha terminado. Aunque tiene menor intensidad, el fuego cruzado sigue. Y la situación expone al Gobierno a serias complicaciones en la gestión y a la coalición a una campaña desorganizada y aún más ineficaz que la anterior.

Los indicadores económicos van mejorando a medida que retrocede el Covid-19 por la vacunación y la actividad se recupera del desplome pandémico. A la baja relativa de la desocupación le seguirá el viernes el dato del descenso relativo de la pobreza.

La crisis económica es un drama para el electorado, pero el Gobierno tiene desbordes extra. La discusión sobre cómo hay que gastar el dinero del Estado y cuáles son los riesgos concretos de ese gasto no está saldada. Y eso genera fricciones de desenlace impredecible.

En la coalición, todos buscan algo distinto. Cristina piensa en los votos. Guzmán, en impedir que un exceso de gasto desate una crisis cambiaria e inflacionaria irrefrenable. Y Fernández, en evitar que su imagen se siga debilitando y afecte la gobernabilidad.

En las primeras 72 horas tras los cambios en el Gabinete, el Frente de Todos pareció decidido a bajar la hostilidad interna para no aturdir al electorado. De puerta para afuera, hubo silencio en torno al ruido que la figura de Juan Manzur le genera a sectores progresistas.

Manzur, hombre de convicciones religiosas y crítico de las políticas de género y de la legalización del aborto, verticalista y de ejercicio frontal del poder, no convence a muchos hacia adentro.

El tucumano fue elegido para intentar a aumentar el caudal de votos el Conurbano bonaerense, más identificado con el peronismo tradicional de los intendentes que con el progresismo que propugnan el albertismo y La Cámpora.
La llegada de Manzur provocó algunas renuncias. El primero en irse fue el secretario de Medios y Comunicación Pública, Francisco Meritello. Y luego renunció Paula Cecilia Merchán, secretaria de Igualdad y Diversidad.
Manzur se mueve rápido. Y a los ministros les dejó en claro el miércoles: tienen que reaccionar rápido. En su primera semana fue a José C. Paz, La Matanza y Pilar. El oficialismo perdió por 361 mil votos en la provincia de Buenos Aires con el macrismo y el objetivo es darlo vuelta.

El jefe de Gabinete le imprime dinamismo a la gestión y descomprime al Presidente. Incluso el sábado estuvo en casa Rosada gran parte del día. Se reunió con Julián Domínguez para apurar anuncios para el campo, un sector con el que el Gobierno viene a los tumbos.

En la Casa Rosada y los ministerios hay mucho más que ruido por Manzur. Los albertistas no le perdonan a los cristinistas las renuncias de prepo que inició Eduardo De Pedro, el ministro del Interior, quien amagó y no se fue. Los massistas miran de lejos, no entran en ese barro.

“No hace falta mandar una renuncia a un diario para que se sepa que tu cargo está a disposición del Presidente. Eso terminó con la monarquía”, disparó Claudio Moroni, ministro de Trabajo. El ladrillazo fue para De Pedro.

De Pedro había sido el brazo ejecutor de la crisis que Cristina desató hacia el corazón del Gobierno 15 horas después de que en una reunión a solas en Olivos el Presidente le dijera que haría los cambios que ella le exigía, pero recién después de noviembre.

Para Moroni, “no es necesario tener gestos ampulosos de presentar renuncias así porque la verdad es que es el Presidente quien decide”. Los hechos muestran otra cosa: de los 21 ministros que presentó Fernández el 7 de diciembre de 2019, diez ya no están, y ocho eran albertistas.

Incluso, la disputa con Cristina por los “funcionarios que no funcionan” al Presidente le costó el cargo de los dos hombres a los que consideraba su sombra: Santiago Cafiero, en la jefatura de Gabinete; y Juan Pablo Biondi, en la comunicación oficial.

Al ministro de Trabajo lo cruzó un cristinista, el diputado y sindicalista Hugo Yasky. “No corresponde la apreciación de Moroni”, expresó. Y se quejó porque, dijo, el funcionario “subejecuta el presupuesto”. Esta es una convicción que Manzur también tiene, pero sobre casi todo el Gabinete.

Cristina marca el camino desde el Senado. Y quienes le responden actúan en consencuencia. Andrés Larroque le apuntó a Guzmán, quien tiene una discusión con la vicepresidenta: “Ella dice que hay ajuste fiscal y yo digo que no, hay expansión fiscal”, había dicho el ministro.

Para Larroque, “más allá de las nomenclaturas que se elijan, lo central es que no estamos en un contexto que permita ‘amarretear’, ahora hay que hacer todos los esfuerzos posibles frente a la necesidad de la gente”.

Así, uno de los jefes de La Cámpora pidió apurar la inyección de plata. Y es lo que hará el Gobierno, aunque aún no se sabe en qué proporción. Cualquier movimiento imprudente reavivará la inflación y los efectos serán adversos.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios