Cuál es la carga al bolsillo de las mujeres por menstruar

No sólo es un tabú, además es costosa. En Neuquén crecen las alternativas a los productos tradicionales del mercado. Hay proyectos de ley para quitarle impuestos

La mitad de la población menstrúa entre 35 a 40 años de su vida, una vez al mes, durante 5 días en promedio. Este es un sangrado periódico invisible. No porque no manche, sino porque se lo enmascara, tanto para nombrarlo como para contenerlo, con productos industriales que brinden “protección”. Hasta tal punto se evita hablar del tema que pocas veces se aborda su dimensión económica.

En la ciudad de Neuquén el gasto anual en toallas descartables es de $1001. Este monto toma como base el producto que está bajo el programa Precios Cuidados a $26,81 en supermercados de la región, y que tiene ocho unidades. Si se cambia de marca el gasto trepará a $1495. El cálculo se hizo con una inflación al 15%, que es la meta fijada por el gobierno nacional.

Se trata de un gasto, sea cual sea el producto elegido, que tiene un impacto directo en el bolsillo de quienes menstrúan.

Según el INDEC, en el cuarto trimestre de 2017, la tasa de empleo de los varones del conglomerado Neuquén-Plottier era de 62,4% mientras que la de las mujeres llegaba al 42,8%. No sólo la participación en el mercado de trabajo es menor sino que a esto hay que sumarle que se encuentran en los grupos de menos ingresos, porque están insertas en actividades de medio tiempo u ocupaciones informales, sin desligarse de las tareas no remuneradas del hogar.

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De acuerdo al informe “Las mujeres en el mundo del trabajo” que publicó el ministerio de Trabajo de la Nación, la brecha salarial en el país era de 21% en el primer trimestre de 2017 entre los asalariados registrados: $17.038 era el sueldo mensual de los varones y de $13.517 de las mujeres en Argentina. Si se toma los no registrados (sin aportes, ni obra social) la brecha trepa al 35%.

“Creo que la menstruación no logró aún trascender del todo el ámbito de lo personal, pero más aún, de lo íntimo. Se mantiene todavía como un tema tabú, inclusive entre quienes menstruamos. Genera vergüenza, asco y hay como un cierto acuerdo implícito respecto a que es algo sobre lo cual hay que hablar en voz baja y que estamos obligadas a gestionar, pero siempre escondiendo cualquier elemento que utilicemos bajo la manga”, asegura Mayra Zak, maestranda en Derechos Humanos y Políticas Sociales (UNSAM), quien junto a Amalia Arias Gozurreta, hizo la estructura de cálculo del gasto menstrual, que se usa como modelo en esta nota, ajustándola a los costos de la capital.

Para Zak: “La menstruación está invisibilizada en todas sus dimensiones pero la económica es relevante porque es allí donde se evidencian desigualdad y vulneración de derechos. Menstruar implica un gasto fijo que no parecería ser comparable a ningún gasto que tengan de manera exclusiva quienes no menstrúan. Afeitarse, un ejemplo que suelen poner sobre la mesa muchos hombres molestos, quizás, con que este tema comience a abrirse paso en la agenda pública es opcional. Gestionar nuestra menstruación nos es inescapable”.

Proyectos de ley

En 2017 el diputado Carlos Sánchez (Unión Popular) solicitó, a través de un proyecto de comunicación, que la provincia asuma la provisión gratuita de productos de gestión menstrual en los establecimientos educativos y sanitarios. El viernes pasado el bloque de Libres del Sur –integrado por Jesús Escobar y Santiago Nogueira- presentó una iniciativa similar que establece la obligatoriedad del Estado de garantizar el suministro en los ámbitos públicos (escuelas, comedores, hospitales, espacios comunitarios).

A nivel nacional hay proyectos que buscan la exención del Impuesto al Valor Agregado (IVA) a este tipo de productos, con el fin de no perpetuar la desigualdad.

“Se llama “impuesto rosa” al sobreprecio que tienen algunos productos por el simple hecho de estar destinados a las mujeres. Se trata inclusive de productos comercializados en formatos más pequeños y de color rosa ​​para que se vean más, estereotípicamente, “femeninos” y que generalmente cuestan más que otros comercializados en color azul o por marcas neutras respecto al género de sus consumidores”, explica Zak.

Sostiene que “en el caso de los productos de gestión menstrual, el mayor problema es que están sujetos al IVA, porque no son considerados productos de necesidad básica. Este gravamen termina siendo discriminatorio, porque los salarios de las personas que menstrúan, afectados ya por la brecha salarial de género, se reducen aún más al enfrentarse a precios más altos e impuestos por artículos de los cuales no pueden prescindir”.

Otras alternativas

Por fuera de las opciones que ofrece el mercado hay dos que no sólo implican un ahorro de dinero: las toallas reutilizables y la copa menstrual.

“La toalla de tela tiene un montón de beneficios. Primero lo que a mí más me impactó fue la cuestión ambiental: dejar de contaminar tanto. Se evitan los malos olores y las alergias o irritaciones porque ya no hay tanto plástico ni químico. Es un nuevo hábito. Antes las toallitas desechables las enrollaba y las tiraba al tacho de basura con asco. Estas las saco y amorosamente las lavo porque son mis toallitas y también porque esa sangre aprendí que se puede devolver a la tierra, tiene nutrientes”, señala Luciana Burlando, que vende sus productos en ferias y a través de redes sociales.

¿Con qué están hechas? “Tienen algodón, que a veces tiene algo de poliéster, en el medio hay varias capas de franela de algodón que sería la parte absorbente. La última capa es una tela impermeable, normalmente uso hipora, que tiene microporos que permiten que las partículas de humedad pasen, son respirables, tienen alas con broches que se agarran a la bombacha”, responde Luciana. Se lavan remojándolas en agua fría y se refriegan con jabón neutro.

Lucía Cianis ofrece copas menstruales fabricadas en el país. Se trata de un recipiente de silicona que recolecta el sangrado. Se cambia cada tres o cuatro horas si hay un flujo abundante. La primera vez se esteriliza. “La higiene es completamente diferente. No huele mal nuestra menstruación. Es más limpio, es más sano, porque a una temperatura determinada, sin dejar respirar a la vulva se arma como un caldo de cultivo entre la toallita o el tampón. También se estimula el músculo del útero que eso redunda en un beneficio en la salud sexual”, enumera.

Ella insiste con que la copita es “insuperable” y genera una relación distinta con el cuerpo: “somos especialistas del cuidado, pero en nuestro propio cuidado tenemos una materia pendiente. No podemos escuchar a los demás sin escucharnos nosotras”.

“Hay mujeres que se crían con sus papás, es un tema que nos atañe a todos. Es necesario romper los tabúes”, asegura Lucía. En Facebook es “LunatiCup Copa Menstrual Neuquén”.

Lucía Cianis destaca las ventajas de la copa menstrual. En Facebook es “LunatiCup Copa Menstrual Neuquén”.
Florencia Salto

Luciana Burlando vende productos reutilizables. En Facebook es “Toallitas del Viento”.
Matías Subat


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