Cuando el sabor llega al cine

Es extensa la lista de filmes que transcurren con la cocina como telón de fondo

“El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante”, un clásico de Greenaway.

La cámara ama la buena cocina. Da bien. Luce en cuadro. Nada como la gran pantalla para hacer aun más grande el deleite y la tentación. En las últimas dos décadas el cine ha transformado el tema en un subgénero. Aunque todavía no ha aparecido una súper producción en el horizonte, durante este plazo fuimos testigos de filmes que utilizan ollas y sartenes como un punto de partida para contar historias humanas, por lo general con una estética independiente. El amor entre hornallas, se ha convertido en un buen tópico para el mercado. A fines de los 80, Peter Greenaway provocó a su audiencia con un banquete brutal. “El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante” describe la relación entre una serie de personajes que se vinculan en la geografía de un famoso restaurante. El espacio gastronómico semeja una dictadura donde la transgresión comienza con la historia pasional entre un “lector” habitué de la casa y “la mujer” del cocinero. El deseo se cocina a fuego lento en el salón y estalla en las mismísimas instalaciones, entre longanizas y vapores. Una obra genial de Greenaway donde la cocina es representada como el reino de lo sensual y lo violento. Casi 20 años después Disney/Pixar produjo una de sus películas más entrañables con el nombre de una especialidad francesa “Ratatouille”. El filme animado cuenta la historia Remy, una rata que sueña con convertirse en un reconocido chef en París. El bicho lo tiene todo excepto el cuerpo. Como su sola presencia causa escándalo, después de varias peripecias, Remy se asocia al inexperto Alfredo, a quien comienza a ayudar con brillantes resultados. Con Remy a la cabeza (guía al chico tirando de su pelo), Alfredo se transforma en el chef que la rata siempre quiso ser. “Sin reservas”, se llama como el programa de Anthony Bourdain pero no tiene nada que ver con el aguerrido chef. La historia dirigida por Scott Hicks (el director de la aclamada “Claroscuro”), reúne a la hermosa Catherine Zeta Jones con Kate Armstrong bajo un mismo techo: un lujoso restaurante, el “22 Bleecker” de Manhattan. Zeta Jones es Kate, la implacable jefa de cocina que deberá acoplarse a los caprichos y talentos de Nick, quien no sólo elabora platos, también divierte al personal y canta ópera. Como es de suponer, al principio se odian y al final se aman. En el medio, algunas escenas en que la alta cocina nuevamente sale bien parada. Otra de tantas películas ambientada en Nueva York, con la gastronomía (esta vez de bar) como tema de fondo, es “My Blueberry Nights”, protagonizada por Jude Law y la cantante y pianista de jazz Norah Jones. Amor y desamor al interior de un cool café, donde las cosas se terminan resolviendo con tortas de fruta y algunos besos. “Soul kitchen”, de Fatih Akin transcurre lejos de la Gran Manzana, en Hamburgo. Zinos, dueño de un restaurante, debe enfrentarse a una mala época, que incluye deudas, cocineros delirantes y hasta una hernia de disco. En “Spanglish”, Adam Sandler interpreta a un reconocido chef que tiene problemas con su mujer Deborah (Tea Leoni), y que entre un plato y otro comienza a sentirse atraído por una de sus empleadas de origen mexicano, Flor (Paz Vega). En el filme independiente “Bella” de Alejandro Gómez Monteverde, protagonizada por Eduardo Verástegui y Tammy Blanchard, retrata la historia de amistad entre un mexicano, ex famoso futbolista y ahora jefe de cocina, y una ayudante que es despedida por el dueño del restaurante. Delicados momentos también en la intensa Nueva York con música de Alejandro Sanz de fondo. El año pasado, Meryl Streep logró parecer enorme en su maravillosa recreación de la mítica Julia Child en “Julie & Julia”, una historia que une en pantalla a dos mujeres que viven en distintas épocas. Una bloguera aburrida (Amy Adams) que logra darle una vuelta de tuerca a su vida cuando decide recrear, un día a la vez, todas las recetas que hizo famosa la cocinera que enseñó a las amas de casas norteamericanas, allá por los 60, con su “Mastering the Art of French Cooking”, que la cocina francesa no les estaba vedada. La alianza con las recetas seguramente no es tan rendidora como la acción. Pero no deja de ser una ventana con lupa al paraíso de la tentación.


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