Cuando la «gota gorda» se vuelve un suplicio de verano
La hiperhidrosis, o exceso de sudoración, puede llegar a ser muy molesta hasta el punto de afectar incluso la vida social, pero hay soluciones cada vez más eficaces y seguras para este problema.
No siempre transpirar mucho es signo de ser una persona esforzada a la que le cabe esperar frutos por su labor intensiva; sobre todo en el caso de quienes padecen hiperhidrosis.Así llaman los médicos al exceso de sudoración más allá de las necesidades del cuerpo. No es en realidad una disfunción que presente riesgos serios a nivel clínico, pero sí puede llegar a ser muy molesta, tanto que hasta hay pacientes que optan por someterse a una complicada cirugía con tal de desembarazarse de ella.
Desde luego que esto último es muy poco frecuente, ya que existen otras soluciones y tratamientos eficaces de aplicación local mucho más accesibles para la hiperhidrosis primaria focal, es decir, una hipersudoración localizada que no se debe a ninguna otra complicación glandular. Para estar seguros de que se trata de eso, es necesario que se manifieste durante por lo menos 6 meses; luego habrá que comprobar, mediante análisis clínicos, que el exceso de sudor no sea una manifestación secundaria de alguna otra patología, como por ejemplo una disfunción de la tiroides, tal como explica el médico dermatólogo Daniel Spillman, docente de la Universidad de Buenos Aires. En tales casos se trataría de una hiperhidrosis secundaria y el tratamiento deberá corregir la patología de base.
Los baños axilares con una solución de sales de hexacloruro de aluminio son el más habitual de los remedios para la hiperhidrosis primaria focal. Cuando el médico los prescribe deben realizarse entre 2 y 3 veces por semana. Pero estos tratamientos pueden producir cierta irritación y además no siempre resultan eficaces, con lo que el médico puede optar por utilizar botox o toxina botulínica de Tipo A inyectable.
Una cuestión de piel
Se calcula que entre un 1 y un 3% de la población sufre hiperhidrosis. Pueden llegar a mojar todo lo que tocan o a tener que cambiarse la ropa varias veces al día sin que haya antitranspirante que dé resultado, debido a la hiperactividad de sus glándulas sudoríparas ecrinas. Si fueran las apocrinas, que son las principales responsables del olor característico, podría ser peor, pero por fortuna esto último es infrecuente.
Las axilas (en el 60% de los casos), las palmas de las manos, las plantas de los pies, la frente o la zona genital suelen ser las partes del cuerpo más afectadas, porque en ellas se aloja la mayoría de las glándulas sudoríparas.
Y precisamente el efecto de la toxina botulínica es el de inhibir su actividad. Se aplica a nivel local, en forma de pequeñas inyecciones intradérmicas en la zona de las axilas. Cada inyección se coloca a una distancia aproximada de un centímetro una de otra y un colorante indicará la correcta distribución del líquido sobre la piel.
El efecto se logra luego de una semana, al cabo de la cual el grueso de los pacientes tratados podrá considerar solucionado su problema por un lapso que va de 6 meses a un año. El doctor Spillman aclara, sin embargo, que nunca se le propone al paciente el tratamiento con botox sin antes probar con los lavados con sales de aluminio.
Marcelo Rodríguez
Las alternativas para los casos más severos
Hasta hace unos años fue muy usual la aplicación de medicamentos anticolinérgicos orales, pero la experiencia parece haber demostrado que solían ser en general más tóxicos que beneficiosos. Los anticolinérgicos bloquean la acetilcolina, que es el mediador químico que activa en el cuerpo humano la producción del sudor.
Otra de las técnicas, especialmente aplicable en los casos de hiperhidrosis palmar o plantal (no en la axilar), es la iontoforesis. Consiste en hacer circular una muy pequeña corriente eléctrica, de unos 15 miliamperes de intensidad, mediante dos electrodos en una vasija con agua en la que el paciente introduce las manos o los pies. Para ser efectiva, la iontoforesis debe ser repetida 3 veces en la semana, en sesiones de 15 a 20 minutos.
Los tratamientos quirúrgicos consisten en eliminar las glándulas sudoríparas. Con una pequeña incisión seguida de un curetaje por debajo de la piel, pueden ser eliminadas de las axilas entre el 70 y el 90% de ellas. Se realizan con anestesia local y aunque por ser una técnica altamente invasiva sólo se reserva para casos severos, pocas veces deja secuelas, tales como queloides o hematomas.
Por último, la operación de cirugía mayor es mucho más compleja: se conoce como simpatectomía endoscópica transtorácica y requiere ser realizada por un neurocirujano con capacitación específica. El objetivo es eliminar la conexiones nerviosas de los ganglios responsables de la sudoración. Según el foco de la hiperhidrosis, se localizará el par de ganglios a operar. La intervención se realizará en dos sesiones, una para cada ganglio, y cada una de ellas requerirá anestesia total.
Por su costo y su grado de complejidad esta terapéutica solamente es aplicable a casos muy severos.
No siempre transpirar mucho es signo de ser una persona esforzada a la que le cabe esperar frutos por su labor intensiva; sobre todo en el caso de quienes padecen hiperhidrosis.Así llaman los médicos al exceso de sudoración más allá de las necesidades del cuerpo. No es en realidad una disfunción que presente riesgos serios a nivel clínico, pero sí puede llegar a ser muy molesta, tanto que hasta hay pacientes que optan por someterse a una complicada cirugía con tal de desembarazarse de ella.
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