Culpas y causas del «corralito»

Por Rolando Citarella (*)

En su discurso inaugural, el presidente Eduardo Duhalde anunció que su gobierno «abandonaría la alianza con el sector financiero, para aliarse con el sector productivo». Más recientemente, el canciller Carlos Ruckauf ha señalado que «la obligación de devolver los depósitos a los ahorristas es de los bancos y no del Estado».

Ante tales dichos, cabe preguntarse si nuestros gobernantes no tienen la menor idea de cómo funciona un sistema financiero, o bien están decididos a seguir endilgando a otros las culpas de sus irresponsables manejos de la cosa pública.

Sobre el tema cabe marcar algunas premisas que, aunque triviales, pueden ser desconocidas para algunos:

1) Ningún país que pretenda crecer, puede hacerlo sin un sistema financiero. Sería como prescindir de la sangre en el cuerpo humano.

2) El grueso de los préstamos que otorgan los bancos, no es plata propia, sino de los depositantes. El negocio es tomar dinero a un interés, y prestarlo a uno mayor, ganando una diferencia o spread.

4) A grandes rasgos, el sistema funciona de la siguiente manera: el señor A deposita $ 100 a plazo fijo en el banco. De ellos, la entidad debe dejar en reserva $ 20 (suponiendo un encaje del 20%), prestando los restantes $ 80 al señor B. Este a su vez los utilizará para pagarle al señor C, el cual también los depositará en el banco. Nuevamente, de esos $ 80, la entidad reservará $ 16, y prestará al señor D, los otros $ 64. Y así sucesivamente. De tal manera, los originales $ 100 emitidos se han multiplicado notablemente. La cantidad de dinero en la economía es ahora mayor que aquellos $ 100 originales. Esta es la «mágica» esencia del sistema.

Lógicamente que si los señores depositantes decidieran retirar sus ahorros al mismo tiempo, sería imposible, ya que los mismos seguramente están prestados en distintos plazos que aquéllos. Para que fuese posible, los bancos tendrían que reservar el 100% de los depósitos, por lo cual no se podrían dar créditos, y en consecuencia tampoco se pagaría interés a los depósitos. En definitiva, no habría ni depósitos ni créditos, y así sería casi imposible el crecimiento económico.

Por lo tanto, es deseable que el sistema funcione. Pero para ello, es necesario que exista un marco de seguridad y confianza, en el cual la tarea del gobierno es fundamental, ya sea ejerciendo un control de las entidades financieras a través del Banco Central, pero más aún, implementando políticas monetarias y fiscales consistentes, que eviten los descalabros macroeconómicos, como los que hoy vivimos.

Entonces, el tema no es quién debe devolver los depósitos, ya que es obvio que son los bancos, sino por qué los bancos no los pueden devolver.

Y está claro que las entidades no los pueden devolver porque han quedado atrapadas en un tironeo, entre el Estado que no les devuelve los créditos ya tomados, en los plazos y condiciones previstas (canje de deuda), y la salida de depósitos que pudieron hacer los particulares antes del «corralito», asustados por el déficit fiscal crónico, la notoria insolvencia del Estado para hacer frente a los compromisos de su extraordinario endeudamiento, y la consecuente posibilidad de devaluación.

Aquí no se trata de uno o dos bancos que han producido una defraudación, llevándose la plata de los ahorristas; ni tampoco de una fuga de depósitos o corrida contra alguna entidad que se supone con problemas. Aquí ha habido una corrida generalizada y de gran magnitud contra todo el sistema, y no hay sistema financiero, aquí y en el mundo, que la pueda soportar. De ahí el «corralito» dispuesto para evitar la quiebra en cadena de los bancos, que implicaría males mayores a la sociedad.

Tal vez las culpas que les pueden caber a los bancos son haber sido una ventanilla demasiado abierta a las solicitudes de créditos de los gobernantes, para el financiamiento de sus déficit fiscales.

Por último, el canciller ha dicho también que dejar el gobierno de la provincia de Buenos Aires para él fue un sacrificio y que aceptó su actual cargo porque la Patria estaba en peligro. Tal vez estas palabras ayuden a dilucidar si aquella declaración sobre los bancos proviene de su ignorancia, o es un acto de cinismo.

(*) Economista


En su discurso inaugural, el presidente Eduardo Duhalde anunció que su gobierno "abandonaría la alianza con el sector financiero, para aliarse con el sector productivo". Más recientemente, el canciller Carlos Ruckauf ha señalado que "la obligación de devolver los depósitos a los ahorristas es de los bancos y no del Estado".

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