Cuando el compromiso se transformó en música

Liliana Felipe estará el martes en el Teatro Español de Neuquén presentando su nuevo trabajo "Mil veces mil", cuyo punto de partida es el libro "Las mil y una noches", del que extrajo fragmentos que despliega con particular libertad en un recorrido cuasi teatral.

Nacida en Villa María, Córdoba; actriz, cantante, pianista y compositora; se exilió en México durante la dictadura militar de 1976 que desapareció a su hermana y su cuñado. En el ´90 fundó con Jesusa Rodríguez, artista mexicana y compañera desde hace más de dos décadas, el Teatro Bar El Hábito y el restaurante de La Capilla, donde pasaron obras propias de cabaret y de otros músicos y artistas. El 14 de febrero del 2001 se casó simbólicamente con Jesusa como protesta hacia la Iglesia Católica y lucha contra la ley mexicana Sociedad en Convivencia. En ese año mismo recibió junto a su compañera el Obie Award en Nueva York, inauguró el Teatro Brava! en San Francisco, California, y se presentó en La Trastienda y en Fundación PROA en Buenos Aires y en el Teatro Real de Córdoba.

En el 2000 y el 2002 cantó a beneficio de HIJOS y Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas en el Auditorio de Radio Nacional y en el Teatro San Martín de Córdoba. Participó en los Encuentros de Performance del Instituto de Estudios Hemisféricos de la Universidad de Nueva York. Del 2001 al 2004 fue contratada por el Instituto Mexicano del Seguro Social para realizar Talleres de Empoderamiento para Mujeres Indígenas y Campesinas en quince estados de esa república.

Liliana está en Argentina con Jesusa y el encuentro con «Río Negro» se dio con ambas en una biblioteca de Lavalleja al 900. «Podemos ir canción por canción, pero nosotras trabajamos juntas desde hace veintiocho años, desde que nos conocimos? Claro, yo tenía otras canciones antes y la canción es una idea en tres minutos. Máximo. No es música, es una idea?

-Bien envasada.

-Sí y uno se da cuenta cuándo salió bien porque transmite una idea compleja, sencilla, lo que quieras, en esa cantidad de tiem- po. Yo siento que soy la parte ingenua, la parte onírica, la bucólica, la campirana, y Jesu es la hija de la chingada, la que le da más (comienzan a reír) a la tuer-ca, la que sabe la vuelta política, dónde debe apretar el torniquete.

Jesusa, que escuchaba atenta, agrega: «Sí, pero también pienso que no estoy de acuerdo en que no es música. Yo creo que lo que hace a una canción poderosa es la música y no la palabra. La música hace que la idea llegue, porque las palabras se han usado demasiado. Quizás, para decirlo de un modo más antiguo, sería? la puerta de cuerno y la puerta de marfil. Como decían los antiguos, la palabra va por la de marfil, las palabras mienten. En cambio lo que ves, lo viste, no deja dudas. La puerta de cuernos son los sueños verdaderos y la de marfil, los sueños que no son».

-¿De dónde era eso? (Liliana interroga).

-Pues es de la tradición, lo lees desde los egipcios. Pero, digamos, esa idea de que las palabras mienten la vemos en los políticos. Los dictadores pueden mentir, pero lo que viste, visto está. Y la música, siento, permite que las palabras puedan llegar profundamente y por eso, muchas veces, la poesía sola no es tan popular en cómo llega a la gente de la manera que lo hace esa misma poesía musicalizada.

-Como ha hecho Joan Manuel Serrat.

Liliana: -O Víctor Heredia.

Jesusa: -Pero fíjate qué importante, por ejemplo, Miguel Hernández. Un poeta como ése se da una vez en cien años. Es poco conocido y cuando Serrat lo musicaliza, lo difunde tremendamente. Podría decirse: ¿es mejor la poesía de Hernández que la música de Joan Manuel? Indudablemente sí, pero qué maravilla que Serrat lo difunda de esa forma, porque la gente se lo aprende de memoria.

-Una suma de sensibilidades provocan música y poesía juntas.

-Pero, extrañamente la poesía se difunde menos, ¿no es cierto?

L: -La música es? irracional absolutamente, te pega quién sabe dónde y cada quién, depende también en la etapa que esté viviendo. Porque hay canciones que he oído mil veces sin que me pase nada y de repente un día, digo (aspira profundamente) qué está diciendo esto. Y tiene que ver más con el segundo que yo estoy viviendo, con la conexión que se dio con una experiencia mía, con un recuerdo.

J: -Ahora, lo que acaba de decir Liliana, sí es muy importante. Cuando ella dice que yo hago las letras, miente un poquito porque cuando ella dice una idea, esa idea implica la música y el eje de la canción. Entonces, a mí me utiliza como su máquina de escribir (Liliana ríe), en realidad, porque ya tiene la idea, ya tiene la melodía y luego me dice: ¡ahora termínala! Y ahí tengo yo que ponerme a concluir una letra que ya tiene una línea. Entonces, más bien, así trabajamos. El trabajo?

L: -De la picapiedras?

J: -Lo hago yo.

-Y Liliana pica piedras en el escenario. Trabajás múltiples aspectos de la comunicación. Tenés guiños de complicidad con el público, cosas que decís ya están en la gente y se conectan. Y las manejás desde el taburete ante el piano. Una sonrisa, un gestito…

L: -Bueno, también yo me siento muy comprendida en Argentina. Lo mismo cantaba en Sevilla hace dos meses y no es el mismo guiño. Había argentinos en la platea y devolvían un poco eso que tu dices. Y como digo Argentina, digo México, cuando teníamos el teatro. Pero aquí, yo siento muy devuelta la mirada. No es normal que ocurra en Los Ángeles, California; no ocurre. Siento una complicidad más grande aquí.

-Ahí está el buen uso de la lengua, expresando cosas que están en el inconsciente colectivo, que la gente quiere oír, compartir, usar. Eso transforma a la canción en un arma muy interesante.

J: -Fíjate que nos acaba de pasar algo muy simpático. Estamos haciendo canciones para la resistencia civil en México, por el fraude, porque tenemos un presidente usurpador y llevamos tres años oyendo cómo se insulta a este sujeto. Pero acabamos de hacer un bolero donde ni siquiera usamos una ofensa, simplemente es el sentimiento de la gente hacia este personaje. Y se institucionaliza a través de la canción el hecho de decir que este señor es un usurpador, un pelele, un inepto. Es como si se volviera realidad gracias a una canción.

L: -Se vendieron 2.000 copias en menos de un día, durante un mitin, una manifestación. Una vez que la gente lo tiene en una canción es como si fuera un hecho ya? Eso es un instrumento fantástico.

-Desde tu lado, Liliana, ¿qué clase de cuidados genera, qué responsabilidades?

L: -Primero, diseñar qué uno quiere decir. Lo más difícil, a veces. Ya cuando se va, son como hijos que tienen que caminar solos.

J: -Entiendo tu pregunta por el lado de que ese instrumento es como un bisturí. O lo usas para curar o para matar y lo tienes en tus manos. Entonces, la canción puede ser un instrumento feroz de destrucción o de liberación. Cla-ro, hay una responsabilidad, sí?

DISCO POR DISCO

Su vida discográfica comienza con el LP “Liliana 1” (80), dedicado

a la Comisión de Familiares de Desaparecidos por razones

políticas en nuestro país. Le siguen “Liliana 2”, “Materia

de pescado, Liliana Felipe con la Danzonera Dimas”, “Liliana

Felipe 1991”, “Elotitos tiernos”, “Lilita, el segundo fracaso de

Dios”, “La ley del amor”, “¡Que devuelvan! Eugenia León interpreta

a Liliana Felipe”, “¡Oh Noche! Eugenia León y Dmitri

Dúdin interpretan a Liliana Felipe”, “Tabaquería, musicalización

de un poema de Fernando Pessoa”, “Mexican cabaret”, canciones

varias de Liliana, la León y Astrid Haddad, “Vacas sagradas”,

“Trucho”, “El hábito”, “Tangachos, “Tan chidos”, “Truchísimo”,

“Matar o no matar” y “Mil veces mil”, recientemente

editado. Ha compuesto además música para teatro y cine, como

“Santitos” del mexicano Alejandro Springall, película premiada

en el Sundance Festival, Estados Unidos. (ER)

EDUARDO ROUILLET


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios