«4200 KM», la original obra española que narra la tragedia de migrantes africanos en el Atlántico, llega a Neuquén y Roca
De gira por Argentina, la obra valenciana ficciona un hecho trágico real de migrantes africanos desaparecidos en el Atlántico. Luego de su paso por el festival Nevadas Escénicas de Bariloche, llega al Alto Valle para dos funciones, en Roca y Neuquén. Diario RÍO NEGRO dialogó con el director Jacobo Pallarés y el actor Juan Andrés González Suárez.
Imaginemos, nos dicen, el horror. Entonces imaginamos una barcaza con 25 personas mar adentro, tan adentro que no se pueden ver ni las costas, ni los límites de la tierra, sólo mar, mar y noche, mar y horizonte, mar y distancia. En el mar sólo están ellas, las tormentas, las olas, y seres inmensos que les siguen o se alejan o les hablan en las noches heladas. Es el horror, pero es real. Fue real.
Un cayuco repleto de migrantes partió de las costas africanas de Mauritania rumbo a las Islas Canarias. La frágil barcaza perdió rumbo y noventa días después apareció en las costas de Brasil con cinco cadáveres a bordo. Fue todo lo que quedó de aquel viaje sin nombres.
Se supo porque fue noticia. La misma que le llegó al dramaturgo español Jacobo Pallarés, miembro de la compañía valenciana Teatro de lo Inestable. Aquella tragedia anónima basada en un hecho real fue el punto de partido y sentido de “4200 KM”, una original puesta en escena que propone un viaje entre el mito y la realidad, con una dramaturgia colectiva iberoamericana y una puesta sensorial con video, canto gutural y manipulación de objetos.
“4200 KM” narra el proceso de investigación de Nuria Albelda sobre lo que aconteció durante y después de los 90 días que duró el viaje del cayuco a la deriva, a través de los documentos encontrados sobre una bióloga marina obsesionada con las ballenas que es interpelada por los niños perdidos del cayuco y del diario de un tal J. Pallarés, a partir de una pregunta: ¿dónde quedó la tripulación de la barca aparecida a 4200 km de puerto amigo? ¿dónde quedan todas aquellas personas que desaparecen en su viaje migratorio en busca de un lugar mejor?
El texto de “4200 KM” está creado en coautoría iberoamericana por Arantxa Cortés (España), Patricia Cabrera (Chile), Andrea Pereda (Chile), Noel Rosas (Uruguay) y el propio Jacobo Pallarés (España), a través de un trabajo de residencias de escritura.
Dirigida por el propio Pallarés, la obra participó recientemente del festival Nevadas Escénicas de Bariloche y este fin de semana ofrecerá dos funciones en el Alto Valle: este sábado, a las 20, en Casa de la Cultura de Roca; y el domingo, a las 21, en Deriva Teatro de Neuquén.
Mediante videollamada, desde Bariloche, Jacobo Pallarés y el actor Juan Andrés González hablaron con Río Negro sobre el origen de la obra que narra el drama y la tragedia que padecen los migrantes del mundo, su dramaturgia y el modo en que fue producida.
P: ¿Qué cuenta “4200 KM”?
Jacobo Pallarés: La historia de la obra “4.200 kilómetros” es a partir de un elemento real, de una noticia que me llegó en el 2024, en julio, que era un cayuco, una barquita que utilizan los inmigrantes de África, del norte de África, de Mauritania, que salió en dirección a las Islas Canarias, se perdió por el océano Atlántico y 90 días después en las costas de Brasil con nueve cadáveres a bordo. Los otros 25 tripulantes habían desaparecido.
A partir de esa historia, que el cuarto espectáculo que trabajamos sobre lo que es la idea del viaje, pues desde el 2020 que estamos trabajando la idea del viaje, en las últimas creaciones, con música de Juan Andrés también, la idea de la movilidad, a partir de La Odisea nos lleva poco a poco a hablar de los anónimos.
La Odisea no era tanto el personaje de Ulises, que lo tergiversamos, sino todos esos soldados anónimos que van con él y que no vuelve ninguno a casa. Trabajamos con cinco autoras. En julio contacté con cuatro autoras, dos chilenas, una uruguaya, una valenciana y yo mismo, y empezamos a componer un texto que da lugar a un libro de 250 páginas, con toda una historia que tiene que ver con la investigación.
Un personaje ficticio, que es Nuria Albelda, hace una investigación sobre esos 90 días y sobre hechos que acontecieron de manera poética, ficticia, a partir de ese cayuco que lo rescatan ballenas, que se llevan a la gente de las ballenas para salvarlos, y ya entramos en una ficción en torno a ese elemento real, que es ese cayuco que se pierde.
Juan Andrés González Suárez: Se dan muchísimos más casos. Este ha sido noticia porque llegó algo, algo del cayuco llegó a las costas, pero la mayoría se pierden también, simplemente se hunden en mitad del océano. Tenía algo de especial este cayuco y esta noticia por eso, porque cayucos a diario en España llegan desde África, en un trayecto más corto. Pero claro, este de repente era escalofriante, el hecho de decir ¡ostras! esas personas que de repente están totalmente perdidas en un viaje que debería haber durado, yo qué sé, unas horas, de repente 90 días, que evidentemente les cuesta la vida.
Si tu teatro es político y crítico, pues entonces aquello de lo que estás atento es aquello más político, aquello que te toca”.
Jacobo Pallarés, de la compañía Teatro de los Inestable.
La odisea que veníamos trabajando en ese sentido con ese viaje del héroe, porque al final ni siquiera se saben los nombres de esas 25 personas, son los anónimos con los que trabajamos, también intentar darle voz, aunque no sabemos qué podían pensar en ese momento, ni qué decir, ni nada. Es imposible ser empáticos y colocarnos en el lugar de ellos, pero intentamos denunciar que eso ocurre, poner sobre la mesa que eso ocurre, y que es una tragedia, una de las grandes tragedias del siglo XXI, que nos desola y que nos conecta con mucha fuerza.
P: ¿Qué tipo de dramaturgia trabaja, qué les interesa llevar escena?
JP: Como dirían los modernos, trabajamos temáticas de rabiosa actualidad (risas) Al final, sí, es todo aquello que nos… En mi caso, que somos varios creadores en Teatro de lo Inestable, en mi caso es aquello… Ahora mismo tengo como abiertos los estímulos hacia el conflicto de la inmigración. Llevo cuatro espectáculos trabajando en torno a esa idea. Pero siempre todo nuestro teatro se ha basado en una dramaturgia contemporánea, si eso significa algo.
P: En el caso de esta historia que fue real, ¿cómo lo encontraron la vuelta escénica?
JP: Hay un detonante que es un concepto que viene del cine, que es el reenactment, que es como reconstruir algo que ha ocurrido con pistas o sin pistas, sobre todo con pistas. Ir reconstruyendo poco a poco la memoria de ese momento tal cual parece que ocurriera.
Que a lo mejor no hay nadie ya presente históricamente, pero como los paleontólogos de alguna manera que reconstruyen. Ese concepto fue el que nos sirvió ya en el trabajo con los actores en escena para darle una forma clara. El que Juan y Vicky, la otra actriz, los dos son como actores que están intentando reconstruir lo que pasó en ese momento y hablan en esos términos desde el yo escénico hablándoles al espectador de que estamos reconstruyendo lo que pasó durante esos 90 días, a partir de todas las escrituras que hacen las autoras.
Entonces eso para nosotros fue como determinante para anclar todo el discurso, toda la potencia de los actores hacia algún lugar, porque antes estábamos perdidos. Muchos textos, muchas dramaturgas escribiendo, y eso nos conectó y nos ancló.
JAGS: De alguna forma es encontrar el esqueleto para poder ir insertando las diferentes historias, porque finalmente no es una historia lineal, con un inicio, un nudo y un desenlace, no es una historia convencional. Es una serie de… Si rascas un poco sí que puedes encontrar una historia, pero realmente es una serie de inputs que ofrecemos, o piezas de puzzle, que luego cada uno tira del hilo que más le ha impactado o le ha llegado. Entonces el reenactment de alguna forma nos permitió ir explicando a nosotros mismos y al público el hecho de que todo esto es un mare magnum, vamos a ir entendiéndolo entre todos.
P: ¿Por qué la idea de trabajar con varios autores, lo hacen habitualmente o fue para esta obra?
JP: Cuando ya llevas mucha trayectoria, al final, en mi caso, llegan momentos que me aburro y por ejemplo, ellos saben, los actores saben que en cada función hay que hacer algo distinto porque intentar hacerlo exactamente igual a mí me coloca en un lugar de hay que cambiar. Lo mismo lo coloco sobre mi vida escénica. Yo he empezado escribiendo solo, ha llegado un momento que me ha aburrido o no tenía mucho que decir o lo que tenía que decir no me llenaba yo solo y como Inestable es un proyecto de conexiones, un proyecto internacional que conecta con muchas identidades, con muchos territorio, pues en Europa tenemos 30 posibles socios entre teatros, festivales, compañías a las que hemos trabajado con ellos, hemos presentado allí nuestros trabajos y en Latinoamérica lo mismo. Vas conociendo gente, mucha gente, entonces la escuchas y te interesa lo que dice.
Es un proceso de trabajo colaborativo a nivel textual que a mí me interesa muchísimo porque aprendo también de otras personas y también al conectarlo te da la posibilidad de ir a los sitios donde están esas autoras y que sea mucho más orgánico la entrada como espectáculo.
P: Fue una experiencia que quizás pudo haber no funcionado, pero funcionó e imagino que logró sacarte del aburrimiento también.
JP: (Risas) Hay un personaje de la obra que es el que hago yo que en el libro está como mucho más desarrollado que es el hombre aburrido. Es esto mismo que estoy desplazando en la conversación que es como el hombre blanco, occidental, casado padre de dos hijos, con un piso pagado, con un perro, con un coche, con todos los elementos para ser el buen padre, el buen marido, el buen amo de perro y que aburre completamente (risas).
Ese personaje quiere salir un poco de aburrimiento, nada más y nada menos que subirse a un cayuco para vivir esa experiencia. Como pensamiento judío cristiano de la mala conciencia ese hombre aburrido está ahí y tiene que ver un poco con a veces como me siento a la hora de trabajar a nivel de proyectos e intentar cambiar, como eso que decía Juan Andrés el otro día, muchas veces quieres cambiar los muebles de tu casa para salir del confort, necesitas estímulos fuertes y el sumar a cinco autores en esto podría haber salido muy mal. Incluso han salido mal algunas cosas que no se pueden desvelar pero podría haber salido tremendamente mal autoras incómodas porque su texto claro, la escena ha reducido y ha seleccionado el texto solo de una de las autoras entonces las otras autoras podrían haber dicho mi texto está, evidentemente está porque nos hemos nutrido unas de otras y está la novela y hay cosas que nos remueven de todas en ese texto.
P: ¿Cómo es la puesta en escena de “4200 km”?
JAGS: Al principio fue la mesa (risas) Quiero decir, lo que teníamos claro es que era una mesa porque eran donde depositar archivos fotos, documentos como si tuviéramos acceso a la totalidad de archivos de esta investigadora que ha estado investigando el cayuco y todo lo de alrededor .
Entonces había una mesa de trabajo donde estábamos y luego había archivos pero poco a poco al integrarse el escenógrafo él tenía desde el principio la idea de mesa y una parrilla sobre la mesa de las mismas dimensiones, como si fuese toda una tramoya de un teatro pero dimensiones pequeñas donde había poleas como maromas de barco, pero hilos, donde se genera todo un subir y bajar de poleas donde al final hay una serie de archivos que están colgados con pinzas que generan hay quien ve una ola, hay quien ve una ballena… entonces está todo a la vista, todos los archivos y es el mismo material que es el papel el papel de los archivos, el que se va transformando a lo largo de ser un papel y un archivo algunos se hacen barcos, otros se hacen ballenas con papiroflexia.
JP: Muchos van a ver que esos mismos documentos son los que luego son el cayuco que luego se juega con un mapa, un mapamundi no sé, más o menos es la explosión de papeles de todo, de archivos y todo eso de repente como se van uniendo todos los que te interesan en colgantes por el espacio que nos metemos entre ellos, buscamos y tal, es esa sensación de búsqueda de lío, de caos que a medida que se van descolgando poco a poco se va conduciendo la historia.
JAGS: Eso fue parte del escenógrafo que sumó a la idea que Jacobo en este caso es, quiero una mesa donde se investigue y una parrilla arriba donde se puedan colgar cosas, colgar y descolgar, manipular incluso, evidentemente no estamos hablando de un trabajo de títeres, pero sí que hay como, por ejemplo, hay un plástico azul que va generando y que alguien ve también una ballena, alguien ve un mar y entonces de repente es un elemento más que está ahí, junto al audiovisual que lo que dice Jacobo, son capas, va sumando capa, está la capa textual, la capa de ambiente sonoro la capa visual real en el escenario de la escenografía y la de audiovisual, es una serie de capas que se van sumando y van llegando cuando ya ves tierra, por así decirlo, ya como que se van conectando, la responsable de audiovisual con la escenografía… es complejo, pero al final estamos todos hablando y todos opinando.
«4200 KM», de la compañía valenciana Teatro de los Inestable, ofrecerá dos funciones en el Alto Valle: este sábado, a las 20, en Casa de la Cultura de Roca; y el domingo, a las 21, en Deriva Teatro de Neuquén.
Ficha técnica
Co-autoría: Patricia Michele Cabrera, Andrea Consuelo Pereda, Arantxa Cortés, Noel Rosas y Jacobo Pallarés
Dramaturgia, creación y dirección: Jacobo Pallarés
En escena: Victoria Mínguez, Juan Andrés González, Nuria Albelda y Jacobo Pallarés
Dirección de actores: Alejandra Mandli
Espacio escénico: Los Reyes del Mambo
Diseño de iluminación: Diego Sánchez
Espacio sonoro y canciones: Juan Andrés González
Videocreación: Aurora Diago
Vestuario: Nuria Albelda y Esther Pedrós
Producción ejecutiva: Esther Pedrós y Marta Rubio
Producción en gira: Nuria Albelda
Responsable técnica: Nacho Roland
Con la colaboración en residencia de autoría: Teatro BioBío (Chile), Espacio Dínamo (Uruguay), Espai Inestable (València).
Con el apoyo: Institut Valencià de Cultura (IVC)
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