Adiós al folk: “Like a Rolling Stone”, la canción de Bob Dylan que cambió el sentido del rock
El 16 de junio de 1965, Bob Dylan grabó la versión definitiva, luego veinte temas. La participación espontánea de un músico tocando un órgano Hammond le terminó dando su toque característico.
Bob Dylan sabía que tenía una joya entre manos, pero no había caso, no le encontraba la vuelta a la música de esa letra surgida de un “vómito de veinte páginas”. Esa letra de tan peculiar origen era nada menos que “Like a Rolling Stone”, una canción que lo cambiaría todo de una vez y para siempre, empezando por el propio autor.
Dos días y veinte tomas le llevó a Dylan encontrar la versión definitiva. El 15 de junio de 1965, Dylan junto a Tom Wilson (en la producción), Mike Bloomfield (guitarra), Paul Griffin (piano), Bobby Gregg (batería) y Joseph Macho (bajo) grabaron cinto tomas en el estudio A de Columbia Récords en Nueva York.
Para entonces, Dylan ya hacía tiempo que había decidido salirse del folk y electrificar su música para sorpresa de todos. En marzo de ese año había editado Bringing It All Back Home, el primero de sus tres discos eléctricos y ahora iba por más.
Al día siguiente, todos volvieron al estudio para seguir intentándolo. Entre ellos, había un joven músico ausente el día anterior que sería decisivo para el futuro de la canción y, aunque nadie lo supiera todavía, de la música popular.
Al Kooper era un músico sesionista de Columbia Récords que ese 16 de junio estaba allí, digámoslo así, de onda. Pero dejaría de estarlo cuando supo que tenía la solución para esa canción a la que no lograban encontrarle la vuelta.

Aunque era guitarrista, Kooper le sugirió al productor que tenía en mente unos acordes de teclado que podrían funcionar para “Like a Rolling Stone”. Wilson lo miró con desdén y le recordó que era guitarrista, no tecladista.
Como la historia de casi todas las cosas está hecha muchas cosas, entre ellas la obstinación, Kooper aprovechó una distracción de Wilson y se sentó en el teclado Hammond y soltó lo que tenía en mente.
Y sí, eso que tenía en mente es nada menos que la intro de “Like a Rolling Stone”, acaso el ADN de la canción, junto con la voz del propio Dylan. Fue la cuarta toma de ese día. A todos le gustó, incluido a Dylan. Pero, obstinado él, siguió probando once veces más. “Todas eran inservibles porque eran demasiado rápidas”, reveló Kooper en Rolling Stone. “No había ninguna hoja musical, era totalmente de oído. Estaba completamente desorganizada, totalmente punk. Sólo sucedió”.
Aunque fueron quince en total, siempre se trató de la cuarta toma de aquel 16 de junio de 1965, una pieza de seis minutos y treinta y cuatro segundos que tenía a Kooper improvisando un riff de órgano que se convertiría en el toque distintivo del tema.
Es curiosa -y maravillosa a la vez- la historia de la música popular: la mayoría de sus canciones más trascendentes estuvieron, en algún momento de su creación, muy cerca de no existir. ¿Qué tan cerca estuvo “Like a Rolling Stone” de no existir? Tan cerca como Al Kooper estuvo de aquel órgano Hammond que reformuló para siempre la historia del rock.
A mediados de 1965, al volver a casa tras una extenuante gira folk, Dylan estaba agotada en muchos sentidos. Uno de ellos tenía que ver con el lugar que estaba ocupando en el mundo de la música y de las -para él- excesivas expectativas puestas en su música y en su figura. Al punto que analizaba dejar la música para solamente escribir. Hasta que (se le) apareció “Like a Rolling Stone”.

Para entonces, Bob Dylan, que ya había editado cinco discos, era un referente de la música folk y una voz fuerte en favor de los derechos civiles. Su decisión de abandonar -en parte- la acústica para darle electricidad a sus instrumentos fue un riesgo que Dylan decidió tomar.
“Tenía diez páginas. No se llamaba nada, sólo era algo rítmico sobre el papel, todo sobre mi odio constante dirigido a algún punto que era honesto. Al final, no era odio, era decirle a alguien algo que no sabía, decirle que tenía suerte”, dirá Dylan sobre el proceso de escritura de la canción. “Venganza, esa es una palabra mejor. Nunca había pensado en ello como una canción hasta que un día, estaba al piano, y en el papel estaba cantando, ‘¿Qué se siente?’ a cámara lenta, en el máximo de cámara lenta siguiendo algo”.
Dylan estaba agotado por la dirección que estaban tomando las cosas a su alrededor, sobre todo con su música. Pero “Like a Rolling Stone” cambió todo. Durante 1965, Dylan escribió prosa, poemas y canciones, tecleando incesantemente al estilo beat de Jack Kerouac. Y así fue como comenzó “Like a Rolling Stone”, como un “largo vómito de veinte páginas, de allí tomé Like a Rolling Stone. Nunca había escrito algo como eso antes y de pronto supe que eso debía hacer. Tras haber escrito eso no estaba interesado en escribir una novela o una obra de teatro. Ya tenía más que suficiente, quería componer canciones”.
Protagonizada por Miss Lonely (Señorita Solitaria), la canción tuvo múltiples lecturas e interpretaciones sobre a quién o quiénes se dirigía aquella venganza a la que se refirió el propio Dylan. Puede que haya tenido destinatarios puntuales y reales, pero lo que la convirtió en la canción que fue -y aún sigue siendo- es su mirada universal sobre tenerlo todo y no tener nada, ser algo para muchos y de pronto dejar de serlo y cuán libre puede ser esa persona despojada de todo aquello que una sociedad le impone o le exige.
O como dirá Jann Wenner, en 1968, dos años antes de fundar una revista a la que le puso Rolling Stone: “Es una canción que trata de la liberación, sobre lo que es liberarse de viejos complejos, de viejas ideas, y también del miedo, la parte aterradora de enfrentarse a todo eso”. En cierto punto el destinatario de la letra también es ese Dylan del 65.
Bob Dylan sabía que tenía una joya entre manos, pero no había caso, no le encontraba la vuelta a la música de esa letra surgida de un “vómito de veinte páginas”. Esa letra de tan peculiar origen era nada menos que “Like a Rolling Stone”, una canción que lo cambiaría todo de una vez y para siempre, empezando por el propio autor.
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