Bernard Fowler, un predicador Stone en la noche de Neuquén
El legendario corista de Los Rolling Stones dio el jueves por la noche, en el Cine Teatro Español, un potentísimo show, el primero de los dos que ofrecerá en la región. El segundo será este sábado a la noche en Bodega Malma de San patricio del Chañar.
“¿A dónde se creen que van?”, pregunta, sonrisa pícara en el rostro, Fabián Quintiero, el Zorro bajista. Eso, ¿a dónde creemos que nos vamos si (más de lo) mejor estaba por venir si lo que viene es una versión funky, negra, más negra aún que la original, incendiaria y super poderosa de “Jumpin’ Jack Flash”, el clásico feroz de los Rolling Stones?
El jueves a la noche pasó por Neuquén el primero de los dos shows de Bernard Fowler, legendario corista de los Rolling Stones y apoyatura vocal esencial de Mick Jagger. El cantante neoyorquino desplegó sobre el escenario del Cine Teatro Español toda la potencia de su voz, mucho carisma y una empatía con el público que por cierto se agradece.

La segunda de sus dos presentaciones, únicas por fuera de Buenos Aires, será esta noche en Bodega Malma, de San Patricio del Chañar. Y será otra cosa: un show íntimo entre barricas y tapeo de su reconocido chef Pancho Fernández y un meet & greet con los artistas. Las entradas a partir de $210.000.
Fowler, stone
Bernard Fowler ingresó al universo Stone a mediados de los 80, de la mano de Mick Jagger, quien primero lo convocó para trabajar en She´s The Boss, su primer disco solista, y luego lo sumó a la banda en 1988. Desde entonces, es un rolling stone más.

En 1995, cuando los Stones visitan la Argentina por primera vez, Fowler, quedó fascinado con el país, pero, sobre todo, con el fanatismo argentino por la banda y todo lo que tenga que ver con los Rolling Stones, él incluido. Y lo que hizo fue amigos. ¿El primero? Charly García, ¿quién otro si no?

De inmediato, Fowler armó una banda argentina para tocar cada vez que viniera porque lo iba a hacer seguido. Esa banda estaba conformada por los guitarristas Pilo Gómez y Gonzalo Lattes, el baterista Melena Sánchez, el tecladista Pehuen Innocenti y por supuesto el Zorro Quintiero en bajo. Treinta años después, siguen siendo los mismos.

Por enésima vez, Fowler regresó este año a la Argentina para ver a sus amigos y para tocar con su vieja banda argentina. Aunque por primera vez desde que viene a la Argentina, decidió hacerlo fuera de la ciudad de Buenos Aires. Y la ciudad elegida fue Neuquén. En rigor de verdad, primero fue San Patricio del Chañar.
Fowler, más que un stone
La primera presentación del vocalista nacido en 1960 en la ciudad de Nueva York fue una demostración del poder de la voz, pero, sobre todo de la voz negra. De todas sus posibilidades expresivas y de la capacidad narrativa del cantante.
Porque Fowler no solo cantó, y vaya si lo hizo, sino que recitó las letras con la potencia de quien las rescata de sus entrañas. Bordeando el gospel intenso, si acaso cerrábamos los ojos, podíamos imaginarnos en cualquier iglesia de la América profundo. Porque eso fue Bernard Fowler, un predicador stone en la noche neuquina.

El legendario corista stone llegaba al escenario del Español justamente con la chapa de ser un stone. Jugó con ello toda la noche, se divirtió con nosotros, pero no defraudó. Eso sí, comenzó con “You Wreck Me”, una de Tom Petty. La segunda fue “God Gave Me Everything”, de Goddess in the Doorway, disco solista de Mick Jagger de 2001. Y la tercera sí fue una de los Rolling Stones: “Shake Your Hips”, de Exile on Main St. Ahora sí, bienvenidos al show que todos esperaban.
Sin salirse del universo stone, la cuarta de la lista fue “Take It So Hard”, de Talk Is Cheap, el solista de Keith Richards.

“Spoonful”, un clásico blusero de Howlin’ Wolf, mostró todo el potencial roots de Fowler, ante la impecable performance de la banda. “Sparks Will Fly”, de Voodoo Lounge, marcó el regreso del setlist a los Rolling Stones. Le siguió la rockera “Powerman” de Los Kinks, un retorno a los Stones con Brand New Car, también de Voodoo Lounge.

Promediando el show, Fowler sorprendió al público con una cálida versión de “Happy and Real”, de Charly García, incluida en Tango 4. “La primera persona que conocí en Argentina fuer Charly García”, dijo Fowler.

No menos sorprendente fue el tema elegido para volver a a los Rolling Stones: “Dance (Pt. 1)”, una complejísima composición que abre Emotional Rescue, que Fowler y los músicos desplegaron con una destreza impresionante. Los músicos estiraron la instrumentación para que Fowler se tomara un respiro fuera de escena.
Todo a punto de estallar
Al regresar, hizo una versión súper potente de “Dragon Attack”, de Queen. ¿Pudo ser esta la mejor de todas las versiones de la noche neuquina? Por supuesto que sí. Quizás la voz de Fowler se acomode mejor a los tonos altos de Freddie Mercury. Como sea, esta canción incluida en The Game sonó potente y el bajo de Quintiero tuvo mucho que ver.

La siguiente fue “Jealous Again”, de los sureños Black Crowes. Y entonces fue el momento del primer clásico stone: “Miss You”. ¡Uff, qué versión! A esta altura, la garganta de Fowler, que, se suponía estaba algo afectada según sus propias palabras, “menos mal”, ironizó el Zorro, no conocía límite alguno.

Su interpretación recorrió todos los registros vocales posibles demostrando el amor incondicional de Mick Jagger por la música negra. No por nada muchos creían, allá por los comienzos de Los Rolling Stones, que Jagger, por su forma de cantar, era negro.

Por supuesto, Fowler no se movió de allí. Lo que vino fue todo lo que el público fue a buscar: clásicos de los Rolling Stones prendidos fuego. Y Bernard Fowler, que de eso sabe todo lo que hay que saber, se lo dio: “Satisfaction” y “Jumpin’ Jack Flash”. Si Fowler la rompió toda, cantando, recitando, entonando, narrando y todo lo que puede hacerse con la voz, la banda no se quedó atrás ni mucho menos.
Bernard Fowler llegó a Neuquén como un stone y demostró que lo es, pero, sobre todo, por qué lo es. El show también dejó en claro que es un artista con altísimo vuelo propio. Este sábado por la noche, en Malma, habrá otra oportunidad de saberlo.
“¿A dónde se creen que van?”, pregunta, sonrisa pícara en el rostro, Fabián Quintiero, el Zorro bajista. Eso, ¿a dónde creemos que nos vamos si (más de lo) mejor estaba por venir si lo que viene es una versión funky, negra, más negra aún que la original, incendiaria y super poderosa de “Jumpin’ Jack Flash”, el clásico feroz de los Rolling Stones?
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