Crítica: «Ripley», un gran retrato en blanco y negro del asesino más perturbador

Morosa pero no lenta, la nueva versión del inquietante personaje creado por Patricia Higsmith regresa a la pantalla, esta vez de Netflix, en una gran serie de ocho capítulos que respeta al libro.

Se estrenó la no muy promocionada pero sí muy recomendable “Ripley”, una versión que se toma su tiempo para meterse en el mundo del sórdido asesino creado por la escritora norteamericana Patricia Highsmith, allá por 1955.


La serie de ocho capítulos, con su morosidad (aunque nunca lenta y mucho menos aburrida) y sus imágenes en blanco y negro, no parece el clásico producto de consumo y digestión rápida que acostumbra a poner en su plataforma Netflix. Pero ahí está, cautivante, tomándose el tiempo necesario no sólo para narrar una historia que sigue al pie de la letra el libro que se convirtió en un clásico de Highsmith, sino también para darle forma y fondo a los personajes.


Esta es la tercera adaptación de la célebre novela, “El talento de Mr. Ripley”. Antes, hubo dos películas: una, “A pleno sol”, de 1960, en la que Alain Delon encarnaba a Tom Ripley y la más reciente, de 1999, de Anthony Monghella, con Matt Damon en el papel principal.

Ahora, el encargado de ponerse en la piel de ese ambiguo y despiadado personaje es Andrew Scott, que seguramente recuerden los fanáticos como el adorable cura hot de “Fleabag” y que ahora protagoniza junto a Paul Mescal, “Todos somos extraños” (que el 24 de abril estará disponible en Star +).

Puesto en pocas palabras, “El talento de Mr. Ripley”, o “Ripley”, como se llama esta versión hecha serie, sigue al inquietante y manipulador Tom, al principio no más que estafador de poca monta, con escasa o nula empatía. Pero todo empieza a tensarse, a ponerse turbio, cuando recibe el pedido del millonario Mr Greenleaf de que lo ayude a traer a su hijo de regreso a casa. Dickie (Johnny Flynn), el hijo en cuestión, un bon vivant con más dinero que vocación, pasa sus días una playa cerca de Napoles, en Italia, y el padre quiere que finalmente madure y vuelva a Nueva York, a trabajar. Pero Dickie, que vive en una mansión con vista al mar junto a su novia Marge Sherwood (Dakota Fanning), una fotógrafa y escritora que desconfía de Tom, no tiene demasiadas intenciones de cumplir con el deseo de su padre. Esa es la compleja misión que le encargan a Tom. El resto -el viaje, el encuentro, y su misión- sólo puede empeorar. Y empeora.

Andrew Scott no exagera ningún rasgo de Tom Ripley. Parece distante, frío, inconmovible. Parece también noble cuando debe mostrarse así. Logra crear esa ambigüedad, esa sordidez y extrañeza que requiere el personaje: Tom Ripley es un embaucador, un mentiroso compulsivo, un usurpador, un seductor capaz de lucir inocente y manso como un perrito y convertirse al instante en el ser más siniestro y despiadado; un ser lleno de traumas y contradicciones. Scott parece asumir todo ese colapso interior.

Las actuaciones, los escenarios, el equipo que lo acompaña, delante y detrás de cámara, hacen que esta serie sea una rareza en el menú del streaming. Con una cuidada y hermosa fotografía (es de Robert Elswit, ganador del Oscar por “Petróleo sangriento”), ambientada en 1961 en Nueva York, Roma, Nápoles, Palermo, Venecia y el paradisíaco Atrani, en la Costa Amalfitana, “Ripley” está guionada y dirigida por el talentoso Steven Zaillian, autor de los filmes “Jaque a la inocencia / Searching for Bobby Fischer”, “Una acción civil” y “Todos los hombres del rey”, además de la excelente serie “The Night Of”.

La historia de esta primera temporada sigue el primer libro de Highsmith. Pero Ripley siguió protagonizando otros libros así que, de continuar la serie, las siguientes temporadas irán recorriendo la historia del asesino en «La máscara de Ripley» (1970), «El juego de Ripley» -también editada como «El amigo americano», luego de la película de Win Wenders- (1974), «Tras los pasos de Ripley» (1980) y «Ripley en peligro» (1991).

En medio de la desorbitadas y la mayoría de las veces intrascendentes listas de estrenos que se anuncian cada mes, “Ripley” es realmente una rareza. Ahí, en blanco y negro, tomándose su tiempo para contar el cuento, es la excepción: una serie que no necesita llenarnos de comida rápida y prefabricad, que se toma en serio a sí misma y a los que la ven.


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