El Big Bang Stone: la noche que Jagger y Richards conocieron a Brian Jones

El 7 de abril de 1962, Mick Jagger y Keith Richards fueron al Ealing Club de Londres y quedaron impresionados por el talentoso guitarrista, que los invitó a unirse a una banda de rhythm and blues.

– ¿Vos sos vos?  

– ¿Y vos sos vos?  

Aquel encuentro, azaroso y callejero, de Fito Páez con Luis Alberto  Spinetta en la esquina porteña de Santa Fe y Riobamba tuvo su antecedente, azaroso y ferroviario en este caso, entre Keith y Mick en la estación de Dartford, un suburbio al este de Londres.  

Keith, esperando su tren en el andén con un disco de Chuck Berry bajo el brazo, vio cómo se le acercaba un chico que le resultó familiar desde un primer momento.   

Pero no fue esa familiaridad la que le llamó la atención del muchacho, sino lo que éste traía en sus manos: no uno, sino dos discos. Uno, con la grabación de Chess Récord del Rockin’ at The Hops, de Chuck Berry; y el otro, The Best Muddy Waters, nada menos.  

A Mick, el muchacho del tesoro en forma de dos discos, tampoco le llamó la atención que se tratara de su vecino de la infancia y de su ocasional compañero de escuela, sino que tuviera un disco de Chuck Berry bajo su brazo. Porque en aquel tiempo lo que unía a la muchachada eran los discos.   

Andar con discos por la calle era mucho más que llevar la música de un lado a otro, pues no había forma de escuchar tu música si no ibas con tus discos. Mostrar tus discos era la forma de decir quién eras, una puerta entreabierta a la amistad. Bueno, en este caso fue una puerta abierta a unos tales Rolling Stones. Y esa puerta sigue abierta, por cierto.  

– ¿Vos sos vos, Keith?  

– ¿Y vos sos vos, Mick?  

Definitivamente, eran ellos. Pudieron ser amigos desde mucho antes que ese ocasional (y determinante, lo sabrán después) encuentro en la estación de tren de la ciudad en la que ambos habían nacido en 1943.   

Pudieron haberse hecho amigos en el barrio: vivían apenas a una cuadra de distancia uno del otro. O en la escuela primaria Wentworth, donde  fueron compañeros. Mick vivía en la calle Denver, apenas a una manzana del departamento que le habían dado a la familia de Keith en la calle Chastilian.   

“Mick trabajaba vendiendo helados. Debía de tener unos 15 años. Le compré un helado de chocolate. Después no volví a verlo hasta ese día profético en la estación».

Keith Richards, en su autobiografía “Vida”.

“Mick y yo nos conocimos porque vivíamos muy cerca, a la vuelta de la esquina y porque íbamos al mismo colegio”, cuenta Keith en su autobiografía Vida (Planeta, 2018). “Pero entonces nosotros nos mudamos lejos de mi antigua escuela, a la otra punta de la ciudad, a Temple Hill. Mick también se mudó de la calle Denver, pero para el otro lado, un barrio muy elegante de Dartford.   

A pesar de las mudanzas, Keith y Mick estuvieron a punto de volver a encontrarse en el colegio, cuando Keith se cambió al Dartford Tech para el último curso de primaria, al mismo tiempo que Mick se cambiaba al Dartford Grammar School.  

A esta altura algo era evidente: los Richards y los Jagger no eran parte de la misma clase social. Mientras los Richards era de una clase media trabajadora tirando a baja, los Jagger pertenecían a una clase media acomodada.  

Se cruzaron durante años en las calles, las aulas y el patio del colegio y no pasó nada. Incluso, un año antes del big bang ferroviario en la estación de Dartford, Mick le vendió un helado de chocolate a Keith y no le sacó la ficha. Por entonces, Mick atendía una heladería frente al municipio de Dartford pero era evidente que un cucurucho no tenía la magia de un disco de Chuck Berry: no fue la vecindad de años lo que los atrajo, fueron discos de rock and roll y blues. No importa que hayamos crecido en la misma calle e ido al mismo colegio ¿te gusta Chuck Berry? Entonces podemos ser buenos amigos.  

Todo lo que sé lo aprendí de los discos. La música grabada fue una liberación para un montón de músicos que, como yo, no tenía dinero necesario para aprender a leer y escribir música. No necesito el puto papel, voy a tocar de oído, del corazón directamente a los dedos».

Keith Richards

Keith pudo ser dos cosas en su vida antes de ser guitarristas de una de las bandas más importantes de la historia de la música popular contemporánea. Pudo ser futbolista, por caso. Según menciona en su autobiografía, se consideraba un muy buen lateral izquierdo.  

También pudo ser publicista de la agencia Walter J. Thompson. En 1959, tras ser expulsado del Dartford Technical School por exceso de ausentismo, ingresó en el Sidcup Art College, “un lugar donde los padres de tus compañeros eran publicistas en J. Walter Thompson. Te formaban para que fueras diseñador gráfico, un tipógrafo de Letraset”, dice Keith en “Vida”.  

“La guitarra con slide era algo nunca visto en Inglaterra y esa noche Brian tocó así y fue electrizante. Tocaba hermosamente bien”.

Keith Richards, sobre la noche que conocieron a Brian Jones.

Keith fue a una entrevista de trabajo para ingresar a la agencia de publicidad y reconoce no haber sido muy amable. “Básicamente, buscaba una excusa para sentirme lanzado a mi suerte y meterme de lleno en la música”. Salió de allí tirando su carpeta en el primer tacho basura y decidió a convertirse en bluesman: “Fue mi último intento por incorporarme a la sociedad en sus términos”  

En 2009, poco antes de la publicación de “Vida” (2010 en inglés, 2018 en castellano), salió a la luz una carta que Keith le había escrito a su tía Patti, quien la guardó por casi cincuenta años. En esa carta, recuerda el guitarrista en su autobiografía, le cuenta a su tía del día en que se (re)encontró con Mick en la estación de Dartford. La carta se escribió en abril de 1962, cuando ambos ya eran compinches en busca de un lugar en el mundo, sobre todo de la música, pero no solo.  

De las calles de Dartford al mundo, Mick Jagger y Keith Richards llevan toda una vida juntos, arriba y abajo del escenario.

En la carta Keith le confiesa a su tía que él creía ser el único fan de Chuck Berry en la ciudad hasta que se le acercó un tipo que conocía de primaria que tenía todos los discos de Chuck Berry, del primero al último “y todos sus amigos también” y que, como a a él, a todos ellos les gusta el rhythm and blues. “El tipo de la estación se llama Mick Jagger”.  

En la carta también le cuenta que todos ellos se junataban en Carrusel, un bar con máquina de discos, que uan mañana pasó por allí y que lo recibieron muy bien. “Además, Mick es el mejor cantante de rhythm and blues de este lado del Atlántico, y lo digo en serio”.  

La carta escrita en 1962, no olvidemos ese dato, continúa diciendo: “Claro que todos están podridos en dinero y viven en unas casas inmensas…” Keith le cuenta a su tía que cuando fue a la casa de Mick se sintió “como un lord o algo así”.   

La carta llegará el punto en que aquel encuentro ocasional en la estación de dos viejos vecinos con discos de Chuck Berry y Muddy Waters hará estallar el big bang  stone: “El próximo sábado con Mick vamos a llevar a un par de chicas a nuestro club favorito de rhythm and blues en Ealing”. Ese sábado, 7 de abril de 1962, conocieron a un guitarrista que, recuerda Keith en su libro, tocó hermosamente bien. “La guitarra con slide era algo nunca visto en Inglaterra y esa noche Brian tocó así”. Era Brian Jones.  

El pertenecía al circuito de Londres Estudiaba en la London School of Economics y conocía a toda clase de gente. Yo no tenía dinero. Tampoco conocimientos».

Keith Richards, sobre Mick Jagger, extraído de “Vida”, su autobiografía.

Mick se acercó al guitarrista que por entonces se hacía llamar Elmo Lewis y supo que el tipo tenía una banda y que los invitaba a tocar con ellos algún día de aquellos. Por supuesto que fueron. Y porque fueron fue que existe The Rolling Stones.  

En mayo, apenas unas semanas después de aquella noche en Ealing, Mick y Keith finalmente se dieron una vuelta por el Bricklayers, el pub donde solía ensayar Brian con su banda. Allí se encontraron con tipo enorme tocando el piano. Era Ian Stewart, quien impresionó a ambos tanto como los había impresionado Brian Jones.  

De aquellos ensayos solo quedaron Mick, Keith, Brian, Ian Stewart y un bajista, Dick Taylor en bajo. Geoff Bradford y Brian Knight decidieron formar su propio grupo sin sabe que estaban abandonando a The Rolling Stones. A favor de ellos hay que decir que quienes se quedaron tampoco lo sabían.   

O eras del jazz y el blues o eras más del rock and roll. Pero el rock and roll se había muerto para transformarse en pop y ahi no quedaba nada. Insistíamos con el término de rhythm and blues porque nos acercaba a las bandas más potentes de blues de Chicago».

Keith Richards.

Un cantante, dos guitarristas, un pianista y un bajista: les faltaba un baterista. Todos tenían en mente a Charlie Watts, el baterista de la Blues Incorporated, la banda de rhythm and blues que tocaba en el Ealing Club. Pero no sería Charlie Watts, no por el momento. Al grupo se unió Mick Avory. Con él en la batería y Dick Taylor en bajo, The Rolling Stones dio su primer show, el 12 de julio de 1962, en el Club Marquee Club.   

Unas pocas semanas después, Avory dejaría la banda para unirse a los hermanos Davis y fundar The Kinks. En su lugar ingresaría Tony Chapman, quien duró menos que Avory. Chapman fue quien le sugirió a la banda el nombre de BillWymann para remplazar a Dick Taylor.   

Sin Chapman, que se fue porque sentía que no encajaba con el estilo de The Rolling Stones, ya no había excusas para ir a buscar al baterista que todos quisieron desde un principio: Charlie Watts. No fue fácil convencerlo. “Si me garantizan un par de conciertos por semana estoy adentro”, los desafió. Evidentemente, se lo garantizaron.  

Dos lugares: la estación de Dartford y el Ealing  Club. Dos fechas: 17 de octubre de 1961 y 7 de abril de 1962. Tres sujetos: Keith Richards, Mick Jagger y Brian Jones. Pero volvamos un poco atrás en aquel tiempo. El recoleto Mick tiene una banda, Little Boy Blue & the Blue Boys, de la cual era obviamente el cantante. Luego de aquel encuentro en la estación de Dartford, Mick invita a Keth a unirse a su banda. Keith acepta y se convierte en un blue boy.   

¿Es este el comienzo de The Rolling Stones? Sí, en parte. Porque no habría Stones sin ese encuentro, pero tampoco sin aquel otro ocurrido un tiempo después, en el Ealing Club, entre ellos y Brian Jones. Y porque fue a instancia s de Brian Jones que Keith y Mick se le unieron en un proyecto de rhythm and blues que luego sería The Rolling Stones. 


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