Feria del Libro: entre la crisis económica y el fervor intacto

Pabellones más vacíos, menos gente, menos ventas. La situación económica tiene eco en el encuentro cultural. Pero a su vez, el público que se las rebusca para entrar, mantiene intacto ese espíritu curioso y apasionado por la lectura.

La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires siempre se pareció a sí misma. Pasillos abarrotados, novedades, larguísimas filas para ver y escuchar a los autores, la posibilidad, siempre desafiante y feliz, de encontrar el ejemplar que hace rato se busca y no se encuentra. Este año, la edición 48° Feria tiene otra cara; no se parece tanto a sí misma.


El ingreso más popular al encuentro, por Plaza Italia -uno de los centros neurálgicos porteños, distribuidores de líneas de colectivos-, está prácticamente vacío. En ese pabellón, donde debería verse el mapa federal de presencia argentina, se ven manchones, espacios en blanco que dejan a la vista la alfombra gastada de otros años, como esas paredes en las que hubo colgados cuadros y muestran la tierra acumulada, la diferencia de color. Lo que antes era un lugar sofocante, ahora es pura corriente de aire. Muchas provincias desistieron de ir, otras se agruparon para solventar los gastos, el gobierno nacional no puso su stand. La crisis, como carta de recepción, es la imagen de lo que no está.

Pero el encuentro sigue más allá de la primera impresión de esa sala de ingreso. La Feria abarca 4.500 metros cuadrados de las instalaciones de la Rural. Es un espacio enorme que lleva más de un día de recorrido si se quiere ver todo, y que lleva todos los días si lo que se quiere es escuchar conferencias, ver presentaciones de libros, presenciar debates, conocer autores. Entonces, hay que rebuscárselas, con entradas a 3.500 de lunes a jueves y a 5.000 lo fines de semana y feriados, muchos optan entrar recién a las 20 y quedarse hasta las 22, el horario gratuito que dispuso la Fundación del Libro para hacerle frente a la crisis y la escasez de visitantes.

El fin de semana que comienza ahora será el termómetro. ¿La gente igual quiere acercarse a la Feria aunque pueda comprar mucho menos? ¿o una gran mayoría dejó de venir?

Aunque se la veían venir y esperan un pequeño repunte para este fin de semana, en el Stand Reunión, el 1820 del pabellón Amarillo, ven que el comportamiento de los visitantes ha cambiado del año pasado a este, por lo económico. «Antes elegían novedades y se las llevaban. Ahora preguntan el precio y dicen: cualquier cosa vuelvo». No sólo en el público notan la baja de las ventas (que todos calculan en un 30% menos que el año anterior); tambien en los representantes de las Bibliotecas Poplares de la Argentina (Conabip), que el año pasado hacían pedidos anticipados por 25 libros en algunos stands, y ahora apenas les alcanza para comprar 5. «Antes compraban novedades para tener en las bibliotecas, pero ahora, entre la reducción del monto con el que cuentan y lo que salen las novedades, sólo se llevan 1 o 2».

De acuerdo al análisis del expositor de Reunión, a ese panorama hay que sumarle que antes de que comience la Feria, cuando se realizaron las Jornadas profesionales, que es el momento en que las librerías -las de Buenos Aires pero también las de todo el país, se reunen con editores y aporvechan a encargar las novedades-, hubo mucho menos asistentes. «Muchas librerías del interior no pudieron viajar. Las que vinieron antes se llevaban muchos libros, y ahora pocos. Y hay un tercer aspecto: antes, para los turistas éramos económicos. Pero ahora, sale más caro comprar libros en la Argentina que en Chile o Uruguay».

En 2023 también comenzado con las expectativas moderadas por la inflación. Pero finalmente, al fin del encuentro, La Feria sumó 1.245.000 visitantes , más de mil bibliotecas populares de todo el país se sumaron al Programa Libro % de la Conabip, y durante las Jornadas Profesionales asistieron más de 12 mil representantes de la industria del libro. Este 2024, todo es más modesto. Pero en los stands cruzan los dedos esperando que este fin de semana, los trabajadores hayan cobrado, y el encuentro recupere la efervescencia de otros años.

Hay algunas ofertas, pero los que van en busca de novedades se topan con precios que promedian los 23 mil pesos y que pueden escalar hasta los 50 mil. Conseguir libros a 18 mil o 20 mil es casi como dar la oferta del día en precio cuidado. Pasa poco.


Fervor de Buenos Aires


Y aún así, en medio de pabellones que muestran baches, y de pasillos que a la hora pico dejan circular con soltura, sin apretujones, ni empujones, sin necesidad de pedir permiso, hay algo que parece intacto: las ganas de asistir a escuchar a los escritores, un rito que forma parte del espíritu de la Feria, que amalgama a los cientos de jóvenes que esperan en la puerta de uno de los pabellones para asistir al encuentro de Booktubers, a los que llenan la sala más amplia de la Feria para escuchar la presentación de Gabriel Rolón, a los que lo esperan afuera para que después les firme los ejemplares, y a los cientos también que, un piso más arriba, hacen una cola que parece un laberinto enmarañado para asegurarse un lugar en la apertura del Diálogo con Escritores que estuvo a cargo de la periodista y escritora Leila Guerriero, autora de «Los suicidas del fin del mundo», «Frutos extraños», «La otra guerra», «Una historia sencilla», «Opus Gelber. Retrato de un pianista» y del reciente libro «La llamada», editado por Anagrama.

Una chica que lee mientras espera el ingreso a la Sala Victoria Ocampo, donde hablará Guerriero, está sorprendida por la cantidad de personas que llegaron con una hora de anticipación. En la fila hay gente muy joven, aspirantes a escritores de ficción, lectores que llevan libros anteriores de la periodista para que después se los firme, gente de todas las edades.

Que el periodismo narrativo sea el encargado de abrir los diálogos con los escritores marca también el pulso de esta Feria que no se parece a sí misma, y que parece encontrar, ahí donde se suman la curiosidad, el interés por la lectura y el encuentro, su mejor cara.





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