Historia de un hit | «Play The Game»: Queen se anima a los sintes (por fin) y Freddie Mercury estrena bigotes
El 30 de mayo de 1980, la icónica banda inglesa editó este tercer single del disco The Game, publicado un mes después. Por primera vez utilizarían el sintetizador para su nuevo sonido.
El cambio de década siempre fue desafío para las grandes bandas, sobre todo para aquellos que, con un estilo estético y musical marcaron su tiempo. ¿Cómo se supone que debía seguir sonando una banda en el decenio siguiente? ¿Y cómo se suponía que debía seguir luciendo? Porque cada nueva década trae consigo nuevas bandas, nuevos sonidos y nuevas estéticas que suelen dejar en una especie de orsai a las “viejas” bandas”, las que vienen de la década anterior, que, por más exitosas que hayan sido, la nueva década le tomará examen.
¿Qué hizo Queen, por caso? Muy simple, o no tanto: incorporó el sintetizador. Más precisamente, el Oberheim OB-X. Fue con este instrumento que decidieron poner si primer pie en los ‘80. De sus entrañas surgió el sonido que abre “Play The Game”, el tema que abre The Game, el octavo disco de la banda, que publicó el 30 de junio y que, al año siguiente, lo trajo por primera y única vez a la Argentina.
Editado el 30 d e mayo de 1980, “Play The Game” fue el tercer single del disco homónimo, luego de “Crazy Little Thing Called Love” y “Save Me”. Pero “Play The Game” tiene dos particularidades. La primera es el sonido con que el comienza, una especie de aterrizaje de vaya saber que nave, puede que un avión, pero también una nave espacial, sobre todo por el modo en que termina y corta abruptamente para dar paso al piano y la voz de Freddie Mercury.
Pero ese sonido de dieciocho segundos de duración al comienzo del tema que abre el prmer de Queen en la década del ‘80 fue toda una declaración sobre qué planes tenía para el futuro. Sobre todo tratándose de una banda que supo escribir en su disco debut, el homónimo de 1973, que “nadie tocaba el sintetizador”. Toda la grandilocuencia de su sonido de entonces era orquestación real, lo mismo que la voz operística de su icónico líder.
Más aún, en una entrevista de 1977 con Circus, el cantante no dejó dudas sobre qué pensaba de los sintes. “Hemos desarrollado una terrible aversión hacia ellos”, dijo. “Pero nunca se sabe. Para mí, (Brian May) siempre suena mejor que un sintetizador”.
Pero los tiempos estaban cambiando y ellos lo sabían. Hicieron lo que tenían que hacer e hicieron lo correcto: The Game es un discazo. Basta con mencionar a “Another One Bites the Dust” y “Crazy Little Thing Called Love”, como parte de su lista de temas.

Volvamos a “Play The Game”. Escrita por Freddie Mercury, refleja el momento posterior a su separación de su amante masculino de entonces. Su letra es una invitación a la aventura del amor. Del amor común juego que siempre se debe estar dispuesto a jugar. Además del sintetizador, la canción se destaca por el piano de Mercury y la guitarra de May.

La segunda particularidad de “Play The Game” es estética y no musical. Y no por ello menos importante por cierto. Porque es en su videoclip y en su portada, claro, donde Freddie Mercury luce por primera vez con bigotes, su icónicos bigotes. De hecho, en la portada del disco The Game, el cantante aparece sin bigotes.
Fue toda una decisión que además incluyó el corte de pelo y dejar de pintarse las uñas, dos características del Freddie Mecury de los 70. Tanto el bigote que decidió portar durante buena parte de la nueva década como la estética de la banda fue tomada por Mercury de los clubes nocturnos de San Francisco. La crítica y los fans fueron implacables por ello. Por supuesto que a Freddie nada de eso lo importó. Al fin y al cabo, estaba dispuesto a jugar el juego.
El cambio de década siempre fue desafío para las grandes bandas, sobre todo para aquellos que, con un estilo estético y musical marcaron su tiempo. ¿Cómo se supone que debía seguir sonando una banda en el decenio siguiente? ¿Y cómo se suponía que debía seguir luciendo? Porque cada nueva década trae consigo nuevas bandas, nuevos sonidos y nuevas estéticas que suelen dejar en una especie de orsai a las “viejas” bandas”, las que vienen de la década anterior, que, por más exitosas que hayan sido, la nueva década le tomará examen.
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