Historia de un hit: 45 años de «Somebody to Love», de Queen

El 12 de noviembre de 1976, Queen editó esta canción en clave de góspel que desafió el talento vocal de la banda y expuso la fascinante capacidad compositiva e interpretativa de su líder.

¿De qué otra manera podía empezar una canción que habla sobre alguien que no encuentra a quién amar ni quien lo ame a él si no es con un profundo suspiro? Porque así es como comienza “Somebody to Love”, de los Queen. Con un suspiro y un coro en modo góspel de apenas tres voces, las de Freddie Mercury, el baterista Roger Taylor y el guitarrista Brian May, pero que, multiplicadas a la perfección, suenan como si fueran las de un coro góspel propiamente constituido.


“Somebody to Love”, editado como single el 12 de noviembre de 1976 e incluida en el disco de ese mismo año “A Day at the Races”, es la contraparte de otra obra monumental de Queen: “Bohemian Rhapsody”. Lo mismo sucede con el disco que la contiene, “A Night at the Opera” (1975).
De la ópera a las carreras, así fueron las cosas para Queen entre 1975 y 1976. Con dos discos que funcionan en conjunto, de hecho, ambos títulos corresponden a películas de los Hermanos Marx, la banda volcó en ellos el costado más operístico de sus composiciones y de las interpretaciones vocales de Mercury.
Pero si de aquella noche en la ópera resultó acaso la más operística de las canciones de rock que se hayan hecho, del día en las carreras surgió su contraparte en clave, no ya de ópera, sino de góspel. Fue sin duda un redoblar apuestas de parte del cantante.


Porque “Somebody to Love” es de una complejidad absoluta porque en sí mismo el canto góspel lo es. Pero también por la altura a la que elevó la vara el propio Mercury tras la experiencia con “Bohemian Rhapsody”.
Influido por Aretha Franklin, a quien Freddie admiraba, “Somebody to Love” se acerca más al formato clásico de canción de pop rock, a diferencia de “Bohemian Rhapsody”, que estaba conformada por seis secciones diferentes y no tenía estribillos. Compuesta por el propio Mercury sentado al piano, la letra va dirigida a Dios, a quien pide explicaciones por una vida vacía de amor.
La clave, al menos una de las más importantes, pasó por el arreglo de voces, algo muy característico en la música de Queen, pero que en “Somebody to Love” tomó dimensiones monumentales porque, básicamente, tres voces sonaron como si fueran decenas.

Portada de «A day at the races» (1976), que contenía la canción «Somebody to love».


Roy Thomas Baker, productor del single y de los cuatro discos anteriores de la banda, pero no del disco que lo incluyó, duplicó, a través de las técnicas de capas de voz, las voces en multicanales tal como ya había hecho en “Bohemian Rhapsody”. La voz predominante fue la de Taylor para los registros más altos, luego la de Mercury, y por último la de May. El resultado es un góspel in crescendo en el cual Freddie recorre varias notas, cambia de escala e incluso se escucha cuando toma aire para llegar a las últimas notas.

Pero no todo fue voces en ese hit. Desde lo instrumental sobresale el abrupto ingreso de la guitarra que se funde con los registros altos del baterista. Esta técnica, que hace que el solo no rompa la continuidad sonora es una de las características de las guitarras en Queen.

Deacon, Taylor, May y Mercury, los Queen, durante la grabación de «A day at the races».


Editado casi un mes después del single, “A day at the races”, quinto álbum de Queen, contiene composiciones más experimentales en clave de ópera que habían dado forma a su antecesor “A Night at the Ópera”.
“Tie your mother down”, potente hard rock –al modo de Queen, por cierto- que abre “A day in the race”, convive con piezas de corte operístico como “The Millionaire Waltz” y “Good Old-Fashioned Lover Boy”. Y, entre ellas, el pop rock de “Long Away”, “You and I” y la conmovedora “Somebody to Love”.
De todas las versiones de este hit, acaso la más maravilloso sea la de George Michael, junto a May, Taylor y Deacon, el 20 de abril de 1992, durante un concierto tributo a Freddie Mercury para la concientización del SIDA, en el estadio de Wembley.


Aquella noche, el exWham! -fallecido en 2016- tenía motivos para cantarla como lo hizo. “Se la canté a mi amante que se estaba muriendo”. El artista confesó en el documental Freedom que cuando puso un pie en el escenario sabía que tenía que honrar a Freddie Mercury, pero también tenía que orar por Anselmo Feleppa, quien poco tiempo antes había sido diagnosticado con SIDA.
Lo que dejó aquella presentación fue, además de una bellísima versión de “Somebody to Love”, la certeza de que, si alguna vez los Queen decidían seguir como banda, nadie mejor que George Michael para reemplazar a Freddie. Pero eso nunca sucedió.


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