Elecciones en Chile: “Más que giro al centro o derecha, es una vuelta al control de las elites y los partidos”

Para la politóloga Julieta Suárez-Cao hay incertidumbre y una baja legitimidad del nuevo proceso constituyente, porque éste es controlado por los partidos y el Congreso, que tienen niveles de confianza ciudadana "que están por el piso".


Un proceso constituyente bajo férreo control de los partidos políticos, un electorado cansado y desilusionado que sigue desde lejos el debate, preocupado por problemas más acuciantes y un resultado que no garantiza la aprobación de un texto mejor que la Constitución de 1980. Así ve la politóloga Julieta Suárez-Cao la instancia que se abre este domingo con la elección de convencionales en Chile.

Suárez-Cao, doctora en ciencia política por la Universidad de Northwestern, Estados Unidos, docente e investigadora de Ciencia Política en la Universidad Católica de Chile e integrante fundadora de la Red de Politólogas, habló con Debates sobre los principales desafíos de este tercer proceso.

Julieta Suárez-Cao, politóloga, docente de la Universidad Católica de Chile.

Pregunta: ¿Qué cambia la participación de los expertos en este nuevo proyecto Constitucional? Si el anterior proceso fue visto como una respuesta al estallido del 19/O, ¿este seria un reflejo de un giro al centro?

Respuesta: Más que un giro al centro en la política pienso más bien que el proceso constituyente volvió al control de las elites en general y de los partidos políticos en particular. El proceso que abre el estallido social en 2019 fue súper horizontal, ciudadano, con fuerte presencia de candidaturas y convencionales extrapartidarios (no los llamaría independientes, porque en realidad en política nadie es independiente).Los partidos no tuvieron el poder que suelen tener en Chile, que es muy fuerte. Tuvo paridad de género, con cupo para 10 pueblos originarios de Chile (NDR: fueron 17 convencionales entre un total de 155 ) y con una alta presencia de candidaturas por fuera de los partidos.

P: Y que cambió ahora?

R: Este proceso es la respuesta de los partidos al fracaso del proceso anterior, entonces esta instancia tiene tres órganos o cuerpos, de los cuales solo uno es electo. En este nuevo órgano, que es el que se va a elegir este domingo hay paridad de género, pero nada más. No hay escaños reservados a priori a pueblos originarios: está la posibilidad de que algún consejero entre por participar de alguna lista, pero solo hay tres pueblos originarios habilitados a participar, y lo más probable es que ninguno logre un escaño. Tampoco hay listas de candidaturas extrapartidarias, sino que se vuelve a un férreo control de los partidos. Antes de los convencionales tenés una Comisión Experta (elaboró el anteproyecto o proyecto base) y un Comité Técnico de Admisibilidad (que revisará el texto final de los constituyentes), que va a ser como el referí del proceso. La Comisión de Expertos tiene paridad de género y el Comité de Técnico de Admisibilidad también , pero son designados por los partidos políticos . Entonces en más que un giro al centro o la derecha yo diría que es una vuelta al status quo y y al control total de los procesos en manos de los partidos.

A diferencia del 2022 la participación de los pueblo originarios no está garantizada en este proceso (AP Photo/Esteban Felix)

P: En la previa la sociedad y los medios parecen tener más atención en temas como la economía, inseguridad y migración. ¿Cómo afecta esto al proceso? ¿Hay apatía? ¿Se teme una alta abstención?

R: La previa a esta elección es complicada . La sociedad, la ciudadanía no está interesada en el proceso constituyente y tiene una alta desconfianza en los partidos, los dirigentes y en el proceso en general. Las encuestas muestran que todavía hay un porcentaje amplio de la ciudadanía que dice que va a rechazar también lo que salga de este proceso, sea cual sea el resultado. Entonces hay mucha incertidumbre y una baja legitimidad , te diría, en especial porque este es un proceso controlado por los partidos y el Congreso, que todavía tienen niveles de confianza que están por el piso. Entonces la ciudadanía o no está interesada o está sumamente ajena. Esto lo combinas con voto obligatorio y hay una gran incertidumbre sobre cuántas personas realmente se van a acercar y por quiénes van a votar. Y además como bien decías, en un contexto donde los temas de la agenda coyuntural, no son los constitucionales. Son temas de seguridad, economía, etc. Esto ha sido aprovechado también por algunas candidaturas al Consejo Constitucional de una manera muy cercana al populismo penal. Creo que hay poco interés, poca información y las campañas se basan en cuestiones que no son constitucionales, que son las que deberían estar en el tapete ahora.

P: ¿Cómo influye el ascenso de fuerzas de derecha radical? Rechazan la reforma pero irán a la elección, ¿como se entiende esto?

R: La derecha radical rechaza todo el proceso, pero van a ir a la elección y si les va bien probablemente quede un proyecto de constitución más conservador aún del que tenemos actualmente, que es la constitución de la dictadura. De hecho el anteproyecto de la comisión experta mantiene mucho de la Constitución actual, hay algunos avances pero también retrocesos, sobre todo en el plano electoral, que lo volverían menos inclusivo. Todavía la incertidumbre es muy grande.

P: ¿Cómo afecta el resultado al gobierno de Gabriel Boric, que estuvo muy implicado en el proceso anterior y salió golpeado del mismo?

R: Creo que la respuesta a esta pregunta está muy abierta. Yo creo que obviamente un resultado donde gane mucho la derecha y la extrema derecha va a ser leído o visto como un resultado anti gobierno, pero no sé en qué lo va afectar particularmente. Recién después vamos a ver qué pasa con este proceso para ver qué tan dañado o no sale el gobierno, o parte de la oposición si el resultado también les es adverso. Es difícil ahora hacer una proyección política de este tema.

(AP Photo/Esteban Felix)

Ascenso de la derecha, clima «antipolítica» y números


(Redacción Central)

El actual desarrollo de la campaña para elaborar la nueva Constitución se da en un marco político complejo.
Dada la baja popularidad del Gobierno y sus aliados, existe la posibilidad de las dos listas ligadas al oficialismo no alcancen en conjunto los 21 consejeros representantes, el piso mínimo para tener poder de veto dentro del órgano que redactará la nueva propuesta de Constitución.
Con el auge de los partidos antisistema, no es imposible que las dos expresiones de la derecha consigan los tres quintos del consejo, es decir, 30 escaños. No tendrían necesidad de negociar con la izquierda ni la centroizquierda el próximo 7 de junio para comenzar a trabajar. Y el riesgo es que quede un texto igual o peor que el de la Constitución vigente, pero legitimado por el voto



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