Chiqui Tapia, el capitán del Titanic en un fútbol argentino que se hunde
Con torneos en decadencia, el presidente de la AFA se sostiene con su gestión en selecciones, pero las dudas de Scaloni dificultan un futuro tranquilo.
Claudio «Chiqui» Tapia tocó el cielo con las manos como dirigente el 18 de diciembre de 2022, luego de la consagración de la Selección Argentina en el Mundial de Qatar.
Sus cuestionadas decisiones en las categorías del fútbol argentino quedaron por un momento en segundo o tercer plano.
Su apuesta por Lionel Scaloni fue un pleno difícil de prever en el comienzo del ciclo. Las dudas sobre la continuidad del entrenador generan que el crédito de Tapia sea cada vez más delgado.
El apoyo de los dirigentes del fútbol argentino es contundente y pocos lo han contradicho. El poder se impone y fideliza como ocurría con Julio Humberto Grondona.
Cuando el histórico mandamás falleció, muchos lo criticaron públicamente por primera vez, incluso al defender posturas contrarias a cómo habían votado anteriormente, donde casi todo salía por unanimidad. Como ahora.
Asumió en 2017, fue reelegido en 2021 y su mandato es hasta 2025. Envalentonado después del Mundial de Qatar, solo tres días después de la final con Francia, se aprobó en asamblea extraordinaria una modificación del estatuto que permite tres reelecciones. De esta manera, Tapia podría llegar a ser presidente de AFA hasta 2033.
Ese mismo día, los descensos para la temporada 2023 se bajaron de cuatro a tres. Durante este año se volvió a cambiar y quedaron solo dos, lo que hizo que de cara al 2024 se mantengan los 28 equipos en primera.
Hijo del 38 a 38 y candidato de consenso tras la fallida “comisión normalizadora”, Tapia juntó voluntades y se ganó el poder como un hábil negociador.
Ya con varios años en el cargo, las desprolijidades y los cambios sobre la marcha en el fútbol argentino han sido moneda corriente. El meteórico ascenso de Barracas Central expuso burdamente el mecanismo arbitral que sube o baja el pulgar de manera discrecional.
La Primera Nacional (ex B Nacional) y el Federal A tienen cada vez más equipos, pero los beneficiados son siempre los mismos. Los árbitros más polémicos, lejos de ser castigados, son premiados con partidos importantes y subas de categoría.
El gran capital de Tapia siempre fue la gestión en selecciones. Tras el paso en falso con Jorge Sampaoli, la ratificación de Scaloni luego de su interinato fue un acierto total. También se jerarquizó a los combinados juveniles y al femenino.
En este contexto, los cortocircuitos con el DT campeón del mundo ponen en jaque a Chiqui. Su excesivo protagonismo es mirado con recelo por jugadores y cuerpo técnico.
Cargado de corporativismo, el titular de Conmebol, Alejandro Domínguez, se deshizo en elogios con Tapia en la previa del sorteo de la Copa América.
“Lógicamente el mérito es de los jugadores, Scaloni es el gran estratega pero ningún barco anda sin capitán y ese es Claudio Tapia, el presidente de la AFA”, señaló.
El éxito en selecciones necesita su correlación en los torneos y ligas locales. En este panorama, Chiqui Tapia es el capitán del Titanic, en un fútbol argentino que se hunde. Enderezar la nave, será su responsabilidad.
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