Didier Cheuquel en la Sala Saraco: arte del lado de la calle

En tiempos de museos indefinidamente cerrados por la pandemia, el artista plástico decidió producir “Extramuros”, una serie de obras para ser exhibidas en el ala sur de la sala. En una entrevista con Río Negro, también cuenta su experiencia como trabajador del Hospital Castro Rendón.

Si los museos están cerrados, si las obras permanecen puertas adentro hasta un nuevo (y por ahora lejano), si los públicos se quedan afuera y, por eso, también se queda sin arte; entonces, que el arte salga. Que los muros externos de los museos reemplacen los interiores y que los públicos recuperen el saludable hábito de ver arte.


Todo eso pensó el inquieto artista plástico Didier Cheuquel, mientras paseaba con su hija por el Parque Central de la ciudad, tiempo atrás, cuando la pandemia del coronavirus permitió determinadas salidas.
Cheuquel vio el MNBA cerrado y vio la Sala de Arte Emilio Saraco olvidada. También vio que los transeúntes se estaban perdiendo de algo: del arte como una bella distracción en tiempos tan difíciles como angustiantes.

Entonces, se puso a trabajar en una idea: exponer sus obras fuera de la Saraco. La idea devino en proyecto, “Extramuros”, una muestra curada por Ana Zitti, de cuatro obras suyas realizadas especialmente para esta ocasión y que ya están colocadas en el ala sur del edificio de Olascoaga y vías del tren.
Las obras, de 2,60 x 1,80 hechas sobre MDF o fibrofácil, proponen un viaje al arte abstracto de Cheuquel, quien mantuvo una extensa charla telefónica con Río Negro sobre este trabajo en particular, pero en la que también analizó su estética, sus formaciones y especialmente su trabajo en el área de electromedicina del Hospital Castro Rendón, de Neuquén.


“Trabajo con la geometría, las perspectivas, los espacios imposibles”, revela Cheuquel. “En particular hay una obra de las cuatro con una característica particular y es que le doy una tridimensión real, un relieve, lo que sería una pintura objeto. El resto tienen el trabajo del espacio representado más que el concreto como ocurre con la otra”.


Los espacios y figuras imposibles, explica Cheuquel, “son esas figuras que las empezás a seguir hasta que en algún momento se rebate la figura porque la perspectiva continúa como en otra dirección, espacios que cuando los mirás no lográs identificar si va hacia afuera o hacia adentro. Esto lo tomo de M.C. Escher (1898-1972, un artista holandés que es conocido por sus grabados xilográficos, sus grabados al mezzotinto y dibujos, que consisten en figuras imposibles, teselados y mundos imaginarios”.
El arte de Cheuquel, quien nació en Mendoza, pero se crió en Cutral Co, está muy ligada a la construcción en u concepción tanto como en su realización. A Cheuquel siempre le llamó la atención la plomada, el acero a modo de péndulo, objetos que, aunque tan simples, sirven para generar todo lo que vemos de una construcción.
“La cosa siempre vino por ese lado, el de la construcción”, asume; “y siempre con varios puntos de perspectivas, puntos de fuga, varios horizontes, que meto en una misma obra. Una vez hecho el trabajo de soporte de la obra, del dibujo y del trazado de líneas profundizo el trabajo del color. Trabajo colores plenos, pero también la perspectiva de luz, genero sombras reforzando la idea de figuras y espacios imposibles”.

Didier Cheuquel. (Foto: Yamil Regules).


En cuanto al tema de los espacios, su influencia directa es la pintura metafísica, que fue una de las primeras cosas que vi o del arte y que le llamó la atención. “Yo soy de Cutral Co y siempre me cautivó el espacio geográfico y los horizontes tan lejanos. Cuando te vas al campo y ves una piedra o un ranchito, la sombras que proyectan son larguísimas. Tengo muy incorporado todo eso a mis composiciones, los paisajes tan metafísicos del campo abierto”.


De un modo muy particular, el arte abstracto de Cheuquel tiene su origen en la naturaleza que le ofrece el paisaje desértico de la estepa. Lo figurativo está allí, sólo que traducido a la regla de la geometría. Si su arte es pura abstracción, su inspiración está arraigada en la naturaleza que lo abraza.

De cara a la pandemia
La vida artística de Cheuquel es sólo una de sus vidas. La otra, más cruda, es la de sus horas en el área de electromedicina del Hospital Castro Rendón, donde trabaja desde diciembre pasado, cuando llegó a la ciudad trasladado desde el hospital de San Martín de los Andes.
Electromedicina es el sector donde se manejan los respiradores, monitores, electrocardiógrafos, la aparatología oncológica, de cirugía, oxigenadores, aire comprimido. .. Básicamente, todo el equipamiento electrónico de un hospital.
En este tiempo de pandemia, si bien no están dentro del edificio principal, están permanentemente en contacto con toda la aparatología que se está usando a causa del coronavirus. “Trabajamos con el equipamiento que usan los médicos. Cuando se tapa una boca de oxígeno o se rompe algo hay que vestirse y entrar. No trabajamos directamente sobre el paciente, pero casi”, revela.
Durante los meses calientes de pandemia, dice Cheuquel hubo que improvisar mucho para salir del paso en circunstancias de emergencia, hubo que aprender a usar más creativamente la impresora 3D para inventar piezas de recambio o las máscaras que usan los médicos. “Hemos hecho piecitas para los laringoscopios, que se usan para entubar, creo que fue lo más raro que hicimos, es muy chiquita, tiene muchos recortes. Fue cómo rarísimo hacerlas y quedaron bien”, cuenta entre asombrado y orgulloso.
Por último, reflexiona sobre la situación actual, dentro y fuera del hospital: “En el hospital hay mucho agotamiento físico, pero sobre todo mental porque los contagiados no aflojan. Tenés que ver cómo hacés para resolver tantas cosas deseando que no ingrese más gente. A la vez, salís a la calle y ves que la gente está por todos lados. Si vieran el esfuerzo que se hace o lo vivieran tan solo un día… Muchas veces me da bronca la gente que siento que subestiman la situación”.

Biografía breve: Didier Cheuquel

Didier Cheuquel nació el 25 de junio de 1984 en Mendoza Capital, se crió enCutral-Co, desiertos irrumpidos por la mano del hombre para la extracción de petróleo son sus paisajes que marcarán su visión estética. Hoy, reside en la ciudad de Neuquén.

Estudió Artes visuales en el IUPA (Gral Roca) y en el IUNA (Cipolletti) sin finalizar ninguna de las carreras, pero con la certeza de haber encontrado en el camino grandes maestros como Julio Ojeda y Gabriela Erazun.

Participa en exposiciones colectivas en la región desde el año 2005. Realizó tres exposiciones individuales: Museo Municipal Juan Sánchez, Gral Roca (2019), Sala Municipal de Exposiciones, San Martín de los Andes (2017), Centro Cultural Gregorio Álvarez, Plaza Huincul (2014).

Realizó esculturas para espacios exteriores en Plaza Huincul y Fernández Oro (Monumento a los pioneros).

Obtuvo premios y menciones en distintos salones y concursos como Salón Patagónico de Artes Visuales, organizado por la Honorable Legislatura de Neuquén y del Salón Nacional de Artes Visuales de la Ciudad de Cipolletti, entre otros.


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