Discos tributo: Oda a lo imposible

La moda de los tributos fue una de las tendencias más novedosas de la década pasada en el campo discográfico. Que los músicos realizaran su homenaje a los artistas más admirados o a los que marcaron una época y un estilo, pasó de ser una rareza a una cosa habitual, y con la profusión de discos el mundo de la música se aficionó a reconocer a los artistas su talento, su legado para generaciones enteras.

Con el mínimo suceso casi asegurado de un disco tributo gracias a los fans del homenajeado, se dejó de enfocar a músicos que realmente lo justifican, hasta el punto de tratar a personajes que más vale que la noche del olvido se los tragara por completo.

Como resultado artístico, algunos tributos caen en la desgracia de respetar los originales en lecturas demasiados fieles y terminan pareciendo una simple sucesión de bandas de covers. Una de las modalidades más fructíferas es cuando artistas de una tendencia rinden tributo a músicos de un género diferente, como sucedió con músicos electrónicos haciendo versiones de Black Sabbath.

Aunque tampoco es cuestión de exagerar. Se ha llegado a casos como el de los Beatles versionados a ritmo de salsa, que no pueden sino ser calificados como bochornos. Como sea, en los últimos años fue surgiendo una avalancha de discos tributo de todo tipo y color. Y cabe temer que un día no quede una banda que no tenga el suyo. Los homenajes nacieron como productos sinceros y hasta cierto punto, desinteresados, ya que es la devoción la que en general promueve estas propuestas. Pero como en el negocio todo vale, se ha dado el caso de artistas que han organizado sus propios discos de tributo, como los fantochísimos Kiss o los Doors sobrevivientes.

En la Argentina el pionero de este fenómeno fue «Fuck You», un álbum doble de versiones de Sumo, pero después de esto se mantuvo un tanto al margen de esta tendencia, hasta que en el «99 apareció el notorio «Tributo a Sandro».

En general, las propuestas más interesantes provinieron del underground. El sello Die Gol Records se adelantó al homenaje «oficial» al creador de «Rosa, rosa» y sacó un casete con diez bandas punks casi desconocidas, y una similar propuesta enfocó a Charly García como ícono. Un sello que adquirió trayectoria es Dulce Limón, realizador del «Tributo bizarro a Soda Stereo: Gracias… totales», y que luego avanzó con discos sobre los Cadillacs y Madonna, siempre trabajando con bandas independientes.

En el tema de los tributos, la apuesta más extrema hasta el momento fue la de dos fanáticos porteños de The Cure, que a través de Internet organizaron un homenaje que incluyó todas las canciones conocidas del grupo británico. Conocido como el Pink Pig Proyect, la iniciativa agrupó visiones musicales de todo el mundo en 14 discos compactos, a razón de un tema por intérprete. Con sus pro y sus contras, los tributos nos ofrecen la inmejorable oportunidad de ver reinterpretados a los grandes exponentes de la música, son caldo de cultivo de cruzas impensadas, híbridos hermosos, criaturas indefinidas, pura fantasía, universos imposibles.

Ignacio Artola


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