Distintas estimaciones sobre ventas anuales en el mercado de arte de la Argentina
La comercialización en las subastas y las ferias compite cada vez más con las galerías. Por lo general, quienes adquieren en remates están más interesados en las pinturas que en las inversiones y lo hacen para disfrutarlas, para convivir con ellas.
En este 2012 las transacciones del mercado mundial superarían récords en volumen y precios del año pasado
Miguel Ángel Fuks
miguelangelfuks@yahoo.com.ar
El mercado de arte internacional evolucionó de acuerdo con lo ocurrido en casi toda la economía mundial. Irrumpieron coleccionistas rusos, indios, chinos y ciudadanos de otras naciones asiáticas, con cuantiosos recursos e imprevisibles comportamientos para los occidentales de acuerdo con la oferta y la demanda.
En el primer trimestre del año, China desplazó a los Estados Unidos en el liderazgo del mercado mundial de arte y antigüedades, según The European Fine Art Fair (Tefaf), e impulsó el 30% de las compras.
Los “hedge funds” –fondos de inversión alternativa grupales, gestionados por sociedades profesionales, que requieren importes mínimos de inversiones muy elevados– aportaron nuevos compradores.
De cualquier manera, los coleccionistas tradicionales en general siguieron surgiendo de la industria y la producción, generalmente atraídos por precios que consideraban bajos. Muchos nuevos arribaron del ámbito financiero por los valores en alza.
Karl Schweizer, especialista del banco suizo UBS, señaló tres factores que elevaron los precios: ricos cada vez más ricos, mayores comodidades para encarar inversiones alternativas como las del arte y que se consiguieran pocas realizaciones de artistas modernos clásicos (de 1870 a 1950).
Sin embargo, también se recuerda que quienes efectuaron significativas inversiones en los 90 sufrieron posteriormente por la caída del mercado y recién consiguieron vender años después, incluso a pérdida.
En este 2012, el mercado internacional superaría los récords en volumen y precios del año pasado, cuando en el 17% de las transacciones participaron los 30 millones de millonarios del mundo dispuestos a comprar obras de 100.000 dólares o más y en el 83% restante sobre todo las de menos de 10.000. Cierta escasez de las obras clásicas para satisfacer la demanda pareció resolverse parcialmente con las de artistas contemporáneos, preferidas por los jóvenes compradores. Como las galerías y las casas de remate necesitaron vender, impulsaron a nuevos artistas, más allá de las advertencias de que ser emergentes, jóvenes y nuevos no siempre garantizó que fueran buenos.
Las subastas públicas globales generaron en el 2011 ingresos por 6.400 millones de dólares y este año instituciones y museos rendirán homenajes a figuras fundamentales del arte moderno y de las vanguardias artísticas, destacándose el austriaco Gustav Klimt por el sesquicentenario de su nacimiento.
El mercado argentino no es significativo ni participó del boom internacional. En la Argentina, el año pasado las subastas no habrían llegado a los 15 millones de dólares, suma que se duplicaría con las ventas fuera de los remates, demasiadas pactadas “en negro” y, por lo tanto, difíciles de cuantificar.
Mario Gilardoni, editor de la revista “Trastienda”, especializada en registrar y analizar los valores de las obras, afirmó que las operaciones en los remates se aproximaron el año pasado a los 20 millones y las ventas particulares a unos 10 millones.
No obstante, para el experto Ignacio Gutiérrez Zaldívar, que elabora el índice conocido por su apellido (calculo del precio promedio de una obra de calidad vendida en el 2011, con una medida de 100 x 100 centímetros), el volumen del mercado local ascendió a 125 millones de dólares anuales y existían unos 12.500 compradores.
Estados Unidos es la nación que compra más arte argentino, incluso de quienes aquí venden poco, como Guillermo Kuitca, el argentino vivo con mejor cotización.
Algunos trabajos se subastan aquí con valores de base de 20.000 o 30.000 dólares, montos importantes para la magnitud del mercado local. Gutiérrez Zaldívar reveló que en los últimos días de marzo “se vendieron unas 400 obras, a muy buenos precios”.
La comercialización en las subastas –el Banco Ciudad organiza semanalmente las de obras clásicas y contemporáneas y, además, incorporó un espacio para artistas emergentes, que suele quedar fuera de los remates– y las ferias compite cada vez más con la de las galerías.
Por lo general, quienes adquieren en remates están más interesados en las pinturas que en las inversiones y lo hacen para disfrutarlas, para convivir con ellas.
“Así como en la bolsa las personas que más estudian las cotizaciones de las acciones tienen más posibilidades de ganar, en el arte los que más saben son los que ganan –opinó Gilardoni–. Para eso hay que frecuentar galerías, talleres de artistas, subastas, ferias y museos; observar y escuchar”.
Lo reducido del mercado local se atribuyó a que, si bien existen tareas importantes de los galeristas y los “marchands”, no acumularon suficientes capitales por tener ventas y ganancias como en cualquier otro negocio.
Existen cada vez más galerías y empresas comprometidas con el desarrollo del arte nacional, que combinan los intereses de los coleccionistas nacionales y extranjeros y hasta curadores y directores de museos. La forma de elegir a los artistas por los galeristas pasa mucho por las intuiciones y las sensibilidades, como por otra parte no dudar en ofrecer obras que se venden desde 300 dólares en adelante, con muestras que se renuevan a veces cada 15 días. Ciertas galerías manejan un catálogo de pocos artistas y exclusivos, mayormente jóvenes, a quienes acompañan en sus carreras y así consiguen que se dediquen a crear sin interrupciones. La demanda del mercado contribuye a armar los precios y los galeristas desempeñan un papel fundamental en la valorización de los artistas, para lo cual deben concretar “buenas gestiones” para lograr el reconocimiento de terceros y lidiar con el mercado, que determina la realidad de las expectativas.
La plástica Marta Minujín afirmó que las cotizaciones de las obras locales se encuentran por debajo de la media de los principales centros de compra. Aseveró que “no hay un mercado argentino que las defienda”.
Daniel Maman, de la galería Maman Fine Art, opinó, a su vez, que “el arte plástico es lo más barato que tiene la Argentina para exportar”, “los precios son inferiores a los del resto de América Latina y el mundo” y faltan “más compradores con conciencia de coleccionismo”.
Las recomendaciones para quienes deseen adquirir por primera vez y no disponen de grandes recursos son que elijan lo que les guste, incluyendo a sus familias, ya que la o las obras entrarán y se quedarán en sus casas.
León Ferrari, uno de los artistas compatriotas que más vendió en los últimos años, declaró que, “cuando faltan o sobran papas, su precio sube o baja. Con las colecciones de estampillas, por ejemplo, sucede algo parecido: se tiran cuando están selladas y usadas y valen disparates cuando quedan 2 o 3. A diferencia de los libros que deben leerse y comprenderse, los cuadros no requieren tiempo para empezar a embellecer: se cuelgan y desparraman como una bruma de prestigio que acompaña a los propietarios”…
En las últimas dos décadas se inauguraron museos (como el Museo de Arte Latinoamericano, Malba, de Buenos Aires, en el 2001; el Museo Argentino de Arte Contemporáneo de Rosario en el 2003; el Museo Nacional de Bellas Artes sede Neuquén en el 2004) y consolidaron ferias que convocan públicos masivos; surgieron galerías alternativas y aumentaron las subastas y las casas de remate.
Art Project es una reciente experiencia única on-line que refleja el arte de América Latina, como consecuencia de la colaboración entre Google y las informaciones proporcionadas por museos y galerías. Permite el acceso a más de 30.000 piezas como pinturas, esculturas, obras de arquitectura, dibujos y fotos, las 24 horas del día y desde cualquier parte del mundo. Entre esos trabajos se encuentran 250 del Museo Nacional de Bellas Artes.
Facundo Gómez Minujín, presidente de la Fundación arteBA, que organiza la megaexposición de arte contemporáneo de Buenos Aires, reveló que “estamos tratando de enfocarnos no sólo en que vengan muchas visitas sino en que se convierta en un evento internacional”. Reconoció, asimismo, que el boom de consumo en la Argentina de los últimos años “benefició al sector” y que las personas con pocas alternativas de inversión por las bajas tasas de interés y la alta inflación invierten en artistas. Por otra parte, las empresas pueden donar parte de los impuestos que pagan si los aplican a proyectos aprobados por la ley de mecenazgo.
Directores y curadores de colecciones enseñaron que el coleccionismo no es sólo comprar obras de arte. Esto ocurrió a fines de marzo, durante la última conferencia sobre “Estrategias del coleccionismo del programa panorama del arte contemporáneo latinoamericano”, que organizaron la Fundación arteBA y la Universidad Torcuato Di Tella.
Es difícil calcular el retorno de las inversiones, porque cuando se “apuesta” a artistas jóvenes o emergentes –muchos vienen mostrando sus trabajos en lo que dieron en llamar “cibergalerías”– pocos se destacarán o tendrán una valorización importante. Aparte, resulta difícil vender esas obras por las dimensiones del mercado. Todo esto más allá de que Helmut Ditsch, quien vendió su obra “El mar II” (de 6 metros x 1,50) en 865.000 dólares y superó así a Antonio Berni, hasta entonces el argentino mejor cotizado (ver aparte).
En este 2012 las transacciones del mercado mundial superarían récords en volumen y precios del año pasado
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