Dólar de «cara chica», un dolor de cabeza para bancos y ahorristas

Lo sabe bien cualquiera que busca comprar dólares en el mercado informal o quien se acerca a la sucursal del banco a retirar los dólares que tiene depositados: los dólares de «cara chica» valen menos, y por lo tanto nadie quiere tenerlos en la mano.

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La polémica está instalada desde hace años en el mercado cambiario argentino, pero cobra cada vez más fuerza al ritmo de las sucesivas restricciones y la multiplicación de tipos de cambio alternativos. En el mercado todos saben que los billetes que llevan impresa la cara de Benjamín Franklin en el centro del papel, enmarcada dentro de un óvalo de fondo oscuro y más pequeña, cotizan menos que los que llevan la esfinge del prócer norteamericano más grande y sobre fondo claro.

La diferencia entre los billetes de igual denominación radica en el lanzamiento de una nueva serie realizado por la Reserva Federal en el año 2013, en el que renovó el diseño y el color del billete de 100 dólares, incluyendo el cambio en el tamaño de la figura de Franklin. Desde ese momento, entre los ahorristas argentinos existe la sospecha de que los viejos billetes serán quitados de circulación, y por tal motivo la mayoría evita tenerlos en su poder.

El rechazo no es solo en Argentina, sino que se traslada a otros países del mundo. Fue uno de los problemas que atravesaron los argentinos que viajaron al Mundial de Qatar, donde los lugareños también eran esquivos al dólar «cara chica».

La controversia es tal que obligó a la Reserva Federal de los Estados Unidos a aclarar que todos los billetes emitidos desde el año 1914 son de curso legal y tienen la misma validez. “Se advierte a los consumidores de todo el mundo que no es necesario cambiar los billetes de u$S100 del diseño anterior por los nuevos. Es la política del Gobierno de los EE.UU. que todos los diseños de la moneda de los EE.UU. sigan siendo moneda de curso legal, independientemente del momento de su emisión”, aclaró la autoridad monetaria estadounidense.

No obstante, la realidad es que en el mercado cambiario argentino el dólar «cara chica» cotiza entre un 4% y un 10% menos que el «cara grande». Tal es el escenario con que se topa quien desea reservar un departamento en la costa para las vacaciones, quien desea cancelar un paquete turístico en una agencia de viajes, o quien debe cancelar una operación de compra venta inmobiliaria.

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El problema argento es tal que ya afecta a las propias entidades bancarias. Los clientes que se acercan a la sucursal lo hacen con la clara intención de despojarse de los billetes «cara chica». Quienes desean depositar dólares «aprovechan» para dejar en el banco los «cara chica» que tienen en la mano, a sabiendas de que la entidad bancaria está obligada a pagar la cotización que figura en pizarra más allá del año de emisión del billete. Quienes en cambio buscan retirar sus depósitos en dólares, se niegan rotundamente a recibir billetes «cara chica» de parte de la entidad bancaria.

Como resultado, son los bancos los que comienzan a acumular un abultado stock de billetes «cara chica». Ante tal escenario, las entidades bancarias tomaron esta semana dos decisiones. La primera es invitar a los clientes que rechazan los billetes «cara chica» y desean retirar «solo billetes de cara grande», a regresar en otro momento a la sucursal para contar con la «disponibilidad» necesaria de billetes de la nueva serie. La segunda es comenzar a «separar» parte del stock de billetes «cara chica» a fin de exportarlos a EE.UU. e intentar el canje de los mismos por billetes de la nueva serie.