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El éxito del trigo en Río Negro: secretos de los buenos rindes en la Patagonia y el «caso Kaitacó»

La cosecha se realizó este verano en campos del Valle Medio y del Valle Inferior. Hubo altos rendimientos gracias a una primavera fresca. Un productor cuenta su experiencia en Kaitacó, un campo en General Conesa.

El trigo, una producción tradicional de la zona núcleo agrícola de Argentina, se desarrolla en la Norpatagonia. En campos bajo riego ubicados en el Valle Medio y el Valle Inferior del río Negro, los productores se encaminan a lograr la ansiada estabilización de rindes en niveles altos.

El trigo, base de la alimentación en el mundo, logra crecer en el desierto patagónico. Aunque, para ser justos, el logro es de los productores agrícolas, quienes con perseverancia y una labor permanente y acumulativa consiguieron generar suelos apropiados para el cultivo de este cereal.

Entre el 27 de diciembre del 2024 y el 9 de enero de 2025, hectáreas teñidas de dorado fueron cosechadas en la provincia de Río Negro, con una productividad que cubrió las expectativas. El destino de cientos de toneladas de trigo patagónico es la exportación, a través del puerto de Bahía Blanca.

Buenos rindes de trigo en la Patagonia


Los datos preliminares de la campaña 2024/2025 indican que en el Valle Medio y Valle Inferior del río Negro los rindes del trigo de ciclo corto oscilaron los 70qq/ha, mientras que en las variedades de ciclo intermedio y largo se ubicaron en el rango de 60-90qq/ha. Esto representa una mejoría respecto de la temporada 2023/2024.

Los datos fueron provistos por Vinpa (Valles Irrigados del Norte Patagónico). Se trata de uno de los proyectos del Espacio Chacras que llevan adelante la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Trigo en Río Negro

60-90qq/ha
En ese rango se ubicaron los rindes de trigo de la campaña 2024/2025 en los valles de la Norpatagonia.

Según la Bolsa de Comercio de Rosario, el rinde promedio nacional en trigo ha sido de 30,2qq/ha durante la temporada 2024/2025. Es decir, los rendimientos obtenidos en los campos bajo riego de Río Negro más que duplicaron los obtenidos en zonas de secano de la pampa húmeda. Otro dato que permite hacer comparaciones fue brindado por La Nación: en campos bajo riego de Río Cuarto (Córdoba), los rendimientos estuvieron entre 60 y 70qq/ha.

En los campos agrícolas rionegrinos donde se siembran cultivos de fina los resultados están en línea con lo esperado, redondeando una exitosa campaña en general. “Tuvimos en el valle buenas condiciones ambientales desde preantesis en adelante, con temperaturas frescas en noviembre y diciembre durante el llenado del grano”, señaló Alfonso Cerrotta, gerente técnico de desarrollo de Vinpa.

«Tuvimos en el valle buenas condiciones ambientales desde preantesis en adelante, con temperaturas frescas durante el llenado del grano.»

Alfonso Cerrotta, gerente técnico de desarrollo de Vinpa.

Sin embargo, hay elementos que año tras año contribuyen a lograr buenos resultados. Uno de ellos es la abundancia y alta calidad del agua del río Negro, empleada para el riego. En particular, se destaca su bajo nivel de salinidad. “Prácticamente no tiene sales en solución, al contrario de lo que sucede en el río Colorado, que llega a su valle inferior con niveles de salinidad que lo dejan al límite de la aptitud para riego en años de caudal bajo”, marcó Cerrotta.

Otra de las condiciones medioambientales favorables de la provincia es el alto nivel de radiación solar y de heliofanía: los días son largos y son pocas las jornadas nubladas en primavera. Pero, como adelantamos, el rol de los productores es esencial: sin la formación de suelos, el incremento y estabilización de rindes no habría sido posible. 

Trigo en Río Negro: el “caso Kaitacó”


La estabilización de rindes y el éxito en la producción de trigo en la Norpatagonia no serían posibles sin el trabajo continuo de los productores, que han logrado transformar un suelo originalmente árido en un medio fértil. Uno de los casos es el del cordobés Jorge Mazzieri y sus socios, quienes adquirieron el campo Kaitacó en 2008, ubicado en General Conesa, en el Valle Medio del río Negro.

“Cuando llegamos, estos eran suelos vírgenes”, cuenta Mazzieri, mientras observa sus 110 hectáreas de repletas de espigas de trigo en Kaitacó. “El desafío inicial fue cómo hacer entrar el agua en un suelo que nunca fue regado, pero en realidad partíamos de un concepto equivocado: se trataba de hacer entrar el agua en un sedimento que nunca fue suelo”, explica. El desafío, entonces, era regar y, simultáneamente, formar suelo.

Con ese objetivo en mente, los primeros tres años sembraron maíz, aunque luego entendieron que la construcción del suelo debía iniciarse con gramíneas invernales, como el trigo. “Para llegar a hacer un maíz exitoso, primero tenés que hacer muy buenos trigos, ya que para formar suelo necesitás cultivos que, con pequeñas láminas de agua, lo colonicen con raíces”, detalló el productor.

De esta forma, el trigo se convirtió en el eje central del esquema productivo. Según Mazzieri, este cereal no sólo permite obtener rendimientos comerciales altos y estables, sino que además es “el que motoriza el proceso formador de suelo y el que les da la mejor performance a los otros cultivos”.

Tan importante como la rotación de cultivos es la siembra directa. “Es la base de este proceso de construcción del suelo; trabajando con labranzas no podría hacerse con esta velocidad ni con esta calidad”, explicó Cerrotta.

La siembra directa es un sistema de cultivo en el que se siembran las semillas directamente en el suelo sin realizar remociones previas, preservando los residuos de cultivos anteriores en la superficie. “Permite preservar el carbono ingresado a través de raíces, cobertura y descomposición de residuos, lo que mejora la estructura del suelo y lo hace más apto para la producción sustentable”, agregó el gerente de Vinpa.

Trigo en Río Negro: el "caso Kaitacó"

84qq/ha
Fue el rinde de trigo obtenido en un lote del campo Kaitacó cerca de General Conesa.

La campaña triguera 2024/2025 en Kaitacó dejó muy buenos números. Los rindes de trigo de ciclo corto (sembrado en agosto) con riego en pivote fueron de 70qq/ha, mientras que para el caso del trigo de ciclo intermedio (sembrado a fines de julio) el rendimiento promedio estuvo en torno a los 80qq/ha, con un lote de 84qq/ha. Estos resultados están en línea con el promedio de la región y muy por encima de los logrados en la pampa húmeda bajo condiciones de secano. 

Además de altos, estos rendimientos son estables. Mientras que en la pampa húmeda los rindes varían mucho por las lluvias, en General Conesa con riego y un sistema bien manejado es posible prever resultados consistentes año tras año.

«El trigo es el que motoriza el proceso formador de suelo y el que les da la mejor performance a los otros cultivos.»

Jorge Mazzieri, productor agrícola en Río Negro.

Además del éxito productivo, el proyecto de Kaitacó también apunta a la sustentabilidad. Tanto Mazzieri como Cerrotta coinciden en que la disponibilidad y calidad del agua del río Negro, sumada a prácticas agrícolas responsables, permiten combinar altos rendimientos con el cuidado del medioambiente. “Cada milímetro de agua que ingresamos se traduce en kilos de materia seca y contribuye al secuestro de carbono en el suelo”, explica Mazzieri. 

Trigo en Río Negro: el camino hacia un desarrollo pleno


Aunque los resultados obtenidos en Kaitacó son notables, tanto Jorge Mazzieri como Alfonso Cerrotta coinciden en que el desarrollo productivo en pleno desierto patagónico no está exento de obstáculos.

El primer desafío fue la formación del suelo, que está siendo superado con éxito. Sin embargo, no es el único: la falta de infraestructura es otro escollo. La zona carece de facilidades en cuanto a maquinarias, insumos o servicios, lo que aumenta costos y complica las operaciones

La falta de tendido eléctrico también representa una barrera. Actualmente, la energía para los sistemas de riego se genera con gasoil, lo que encarece los costos y aumenta las emisiones de carbono. “Pasar a un sistema eléctrico sería un cambio significativo en términos de rentabilidad y sustentabilidad”, afirma Cerrotta, confiado en que las inversiones llegarán pronto al lugar.

Pese a las bondades medioambientales del lugar, eventos climáticos como heladas tardías o tempranas y algunas plagas siguen siendo un riesgo. El virus del mosaico estriado del trigo o ataques de isoca y roya son algunos de los factores bióticos que se deben afrontar con frecuencia.

A pesar de estos desafíos, el objetivo es claro: que los rindes de trigo de las chacras de los valles norpatagónicos se estabilicen por encima de los 100qq/ha, hito ya alcanzado en un lote de 50 hectáreas de la zona hace cuatro campañas.


El trigo, una producción tradicional de la zona núcleo agrícola de Argentina, se desarrolla en la Norpatagonia. En campos bajo riego ubicados en el Valle Medio y el Valle Inferior del río Negro, los productores se encaminan a lograr la ansiada estabilización de rindes en niveles altos.

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