Dólar e inflación: por qué los aranceles de Donald Trump deberían preocupar a los argentinos

El impacto directo de la política comercial de Estados Unidos es pequeño si se lo compara con los perjuicios de la guerra comercial global desatada.

El lunes negro y la caída de los mercados bursátiles son una consecuencia del fuerte impacto real que los analistas temen que causarían los cambios en la política arancelaria de Estados Unidos, primera economía mundial.

La implementación de aranceles generalizados por parte de Donald Trump representa un encarecimiento de gran parte de los bienes que Estados Unidos importa y, como las leyes de la economía dictan, la expectativa es que tal incremento de precios provoque una contracción de la demanda.

El impacto global de la medida radica en dos aspectos. El primero es que la baja del consumo estadounidense se espera sobre bienes producidos fuera de Estados Unidos. El segundo es que el país norteamericano es el principal importador mundial de bienes, con una participación del 13% a nivel global.

El poco optimismo remanente se centra en la posibilidad de que Donald Trump negocie con los socios comerciales de Estados Unidos y, eventualmente, modere o retrotraiga su política arancelaria. Sin embargo, en los ánimos de los inversores y analistas predomina el temor a una guerra comercial a gran escala.

La respuesta de China, segunda economía mundial, a la política arancelaria de Trump no es un buen augurio en ese sentido: el gigante asiático impuso aranceles de 34% a la importación de todos los productos estadounidenses. En suma, el pesimismo se centra en la chance de que esta reconfiguración del comercio internacional redunde en una recesión mundial.

Aranceles de Trump: cómo impactan en Argentina


Estados Unidos fue en 2024 el segundo mayor comprador de bienes argentinos en 2024, solo detrás de Brasil. Se destinaron al país norteamericano más del 8% de las exportaciones de nuestro país.

La imposición de aranceles significaría la contracción de un mercado relevante para Argentina, pero con un atenuante clave. El complejo productivo que más exporta al gigante norteamericano es el del petróleo crudo, gas natural e hidrocarburos refinados, justamente uno de los rubros que quedaron exceptuados del arancelamiento generalizado en Estados Unidos.

La política comercial trumpista no implica un cierre del mercado estadounidense para nuestro país, sino una contracción para determinados productos. Entonces, el impacto directo no sería a nivel macroeconómico tan doloroso como sí lo sería en determinados sectores de actividad, como el cárnico, el siderúrgico o, incluso, el de las frutas del Alto Valle del río Negro, los cuales destinan gran parte de sus exportaciones a Estados Unidos. Al caer las ventas, las empresas de esos rubros podrían recortar puestos de trabajo.

Lo relevante para la economía argentina (y de todos los argentinos) radica en los efectos indirectos del cambio arancelario estadounidense. La mayor aversión al riesgo está llevando a una reversión de los flujos de capitales, redirigiéndose desde los mercados emergentes hacia activos considerados más seguros.

En consecuencia, las monedas de socios comerciales relevantes para Argentina sufren ahora mayores presiones a la depreciación, acentuando el atraso cambiario de nuestro país y deteriorando la balanza comercial nacional. Este lunes, el precio del dólar en Brasil sube casi un 1%, mientras que China dejó que el Yuan se deprecie para contrarrestar los efectos negativos de los aranceles.

Las monedas de socios comerciales relevantes para Argentina sufren ahora mayores presiones a la depreciación, acentuando el atraso cambiario de nuestro país.

El pánico y pesimismo globales golpean también a los mercados financieros argentinos. Cuando la expectativa se centraba en el retorno de Argentina al financiamiento internacional en el corto plazo, con un riesgo país contrayéndose hasta los 400 puntos básicos (pb), este indicador no ha dejado de subir a fuerza de convulsiones externas (y fundamentos internos). Actualmente, se encuentra en la zona de los 1.000 pb, dificultando el acceso al necesario crédito extranjero tanto al Estado como a las empresas de nuestro país.

La reconfiguración del comercio internacional lleva a una reconfiguración de los flujos de crédito, y esto pega a la Argentina vía balanza comercial y vía balanza financiera (pese al cepo y controles de capitales). Las ya escasas y decrecientes reservas internacionales del Banco Central suman presión adicional, echando leña al fuego al atraso cambiario y a las expectativas de devaluación.

Las ya escasas y decrecientes reservas internacionales del Banco Central suman presión adicional, echando leña al fuego al atraso cambiario y a las expectativas de devaluación.

Pero no sería el único canal. Si la política arancelaria de Estados Unidos deviene en una espiral de represalias y en una guerra comercial a gran escala, el principal golpe a la economía argentina se lo asestaría la recesión global, evento cada vez más temido entre los inversores y analistas.

Esto pegaría directamente en la principal fuente de dólares de Argentina: las exportaciones. El impacto sería vía cantidades y vía precios. Al contraerse el ingreso global, es esperable una menor demanda de bienes argentinos, no solo desde Estados Unidos, sino también desde otros países clave.

Pero, además, el pesimismo está golpeando en la cotizaciones de commodities esenciales en la ecuación externa y tributaria argentina. El precio de la soja en Chicago cayó un 1,45% el viernes, en tanto el precio del barril de petróleo crudo, en su variedad Brent, toca este lunes mínimos desde la postpandemia.

La sangría de reservas podría acentuarse, y las presiones devaluatorias e inflacionarias también. El mantenimiento del programa económico oficial depende más que nunca de un mayor endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y de una cercanía entre Trump y Javier Milei que, por el momento, no va más allá de halagos públicos y de fotos conjuntas.


El lunes negro y la caída de los mercados bursátiles son una consecuencia del fuerte impacto real que los analistas temen que causarían los cambios en la política arancelaria de Estados Unidos, primera economía mundial.

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