Fútbol, negocios y poder
El escándalo por el presunto desvío de fondos y lavado de dinero, que generó múltiples allanamientos en diferentes sedes de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y varias causas judiciales esta semana, mostró el estado más negativo del sistema corporativo que dirige el fútbol y que, con su más y menos, parece replicarse en otras instituciones.
Las investigaciones apuntan a determinar si existe un esquema de millonario desvío de fondos (públicos y privados) a través de la firma Sur Finanzas y múltiples testaferros, que habría beneficiado al presidente de la AFA, Claudio “Chiqui” Tapia, y a su tesorero, Pablo Toviggino, además de otros dirigentes de su entorno. Aunque la causa está en sus primeras etapas, queda claro que existe un complejo entramado de empresas que tuvieron un meteórico crecimiento a partir de su vinculación con el negocio del fútbol. Con sociedades fantasmas cuyos verdaderos dueños se desconocen, jubilados y monotributistas dueños de mansiones y dirigentes que ostentan como propios bienes suntuosos que no coinciden con los ingresos que declaran tener.
El Gobierno nacional ya denunció la evasión de más de 7.000 millones de pesos en aportes previsionales en apenas un año. La Justicia investiga un circuito de unos 6.000 millones que provendrían de lavado de activos y manejo irregular de cheques. La lupa está en la actividad de empresas manejadas por desconocidos y sin actividad real que aparecen en contrataciones directas, intermediarios informales que operan en eventos y logística de la AFA, acuerdos de publicidad no bancarizada y otras operaciones cuya trazabilidad económica es casi nula.
Pero sobre todo, la investigación desnuda un modelo hiperconcentrado de acumulación y manejo de poder. Donde el personalismo, la arbitrariedad en las decisiones, la eternización en el cargo, el silenciamiento de cualquier voz disidente y la no rendición de cuentas son la norma. Un sistema cuya opacidad habilita negocios paralelos que benefician a unos pocos allegados al poder. Con una AFA poderosa y millonaria cuyos dirigentes viajan en avión privado y clubes empobrecidos que a menudo no tienen ni para alquilar colectivos para su equipos y deben acatar y callar, como se vio este año en polémicas por arbitrajes dudosos, descensos anulados y campeonatos de escritorio.
El periodista de La Nación Luciano Román se preguntaba si este “modelo Chiqui Tapia” no podría compararse con a estilos similares que se pueden ver hoy en colegios profesionales, partidos, sindicatos, intendencias, gobernaciones e incluso universidades. Un modelo dirigencial del “acá mando yo” enquistado en entidades estatales y de la sociedad civil, donde la vocación de servicio se reemplaza por proyectos privados de poder y negocios.
En su clásico libro “la Argentina corporativa” Jorge Bustamante explica desde la economía cómo desde mediados de siglo XX se impuso en el país un sistema donde grupos de interés organizados (las “corporaciones”) se apropian de porciones del Estado para obtener protección y beneficios a expensas del bienestar general de la sociedad. Los “ganadores” (algunos sindicatos, grupos empresariales, colegios profesionales) crean un sistema de privilegios donde la rentabilidad o el éxito no están vinculados a la competitividad o el mérito sino al peso político y los contactos con el poder de turno. Leyes, estatutos y reglamentos terminan por amoldarse a la voluntad dirigencial.
La AFA es quizás el ejemplo más exacerbado de esa trama de intereses interconectados. Tapia llega a su cargo gracias a sus vínculos con el eterno sindicalista Hugo Moyano, de quien fue yerno. Y tiene un alto cargo en el CEAMSE, entidad de gestiona la basura del AMBA, en representación de la provincia de Buenos Aires. La entidad periodística Adepa denunció presiones a medios y periodistas para silenciar el escándalo.
Su aura de entidad “intocable” aumenta debido a que cualquier intento de injerencia estatal en AFA activaría una posible desafiliación de la FIFA, que dejaría a la Argentina fuera de competencias internacionales como el Mundial de EE.UU. En la causa que investiga a su entorno pasaron ya cuatro jueces, uno de los cuales fue apartado.
Es de esperar que la Justicia logre desentrañar esta oscura trama del fútbol argentino, y que ese accionar sirva para generar entidades más democráticas, transparentes y que respondan a la vocación de servicio que miles de dirigente deportivos honestos despliegan en clubes en todo el país.
Un ejemplo que debiera servir de lección a otras organizaciones para ver cómo estos modelos dirigenciales autoritarios y personalistas degradan a las instituciones.
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