El boom grafitero en Neuquén: conocé a sus protagonistas

Un flamante mundo visual se asoma sobre los muros de la capital neuquina. El universo del arte grafitero local se expande con nuevas generaciones de artistas: firmas colectivas y otras individuales acentúan su impronta. <b>Por Tomás Couto, especial para “Río Negro” </b> <a rel="nofollow" href="http://www.rionegro.com.ar/diario/san-martin-debera-realizar-tareas-comunitarias-por-hacer-grafitis-3840719-62202-nota.aspx" target="_blank">Polémica en San Martín de los Andes: la Justicia multa a un grafitero</a>

ARTE URBANO / NEUQUÉN

En Neuquén Capital esta nebulosa artística llega a los espacios públicos. Es un mundo visual dinámico que se adhiere con energía a los paredones más altos, los muros menos pensados y los rincones desapercibidos: nos topamos con los murales por un lado y los grafitis por otro, formas consolidadas del arte urbano. Veremos en muchos casos una firma que despliega «PSA», las siglas de Patagonia Street Art. Existe anclada ahí una historia de dos amigos adeptos al arte plástica y el diseño gráfico, Juan Carlos Prime y Gonzalo Michel. Ambos decidieron empaparse del arte urbano sin haberlo practicado nunca, fundiendo dos factores como la amistad y la pintura crearon PSA: un coctel de amigos y jóvenes artistas que desde 2010 vienen desplegando sus ganas de romper los paredones, perforarlos, pero con pinceles, aerosoles, y otros materiales más. Reconvierten poco a poco las paredes de la ciudad y representan a una nueva generación de artistas locales que traspasan todos los esquemas.


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Gonzalo Michel o «Gonsalete» siempre estuvo en la «ola» del arte plástica, también es muralista, él y Juan dejan fluir una diversidad de técnicas que van altercando, nunca se restringen a combinar formas. Cuando Gonsalete llegó al Monumento San Martín algunos chicos de PSA ya esperaban desde temprano. Unos pocos de ellos empezaban a probar los focos de sus cámaras digitales, aunque por esa manera puntillosa de revisarlas era claro que iban a dedicarse a registrar algo antes que a pintar. El ambiente era de amistad, nadie parecía desconocido para nadie, sin embargo la manada de PSA estaba segmentada en pequeños grupos de amigos. La mañana de verano se convertía en un mediodía sofocante y la gente de PSA estaba a la espera de los que faltaban curiosamente escépticos.


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¿Por qué iban a un lugar en las afueras teniendo todo el espacio que la urbe neuquina abarca? Al bajar del colectivo y descendiendo por el costado de la ruta había que caminar un par de cuadras, cruzar un barrio de casas bajas. La tierra y las piedras se hacían sentir para los que llevaran ojotas. De repente a muchos metros se divisa una área enorme y despejada donde el sol hacia ver todo con tono amarillento y desértico. Metros y metros cuadrados de piedras y tierra hasta que una gran fábrica frena la vista. Acercándose a la altísima entrada de aquel mastodonte de cemento uno percibe que nada era arbitrario, «la fábrica» es una especie de oasis artístico. Con PSA Gonzalo y Juan organizan cada año una «pintada en la fábrica».


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Susana Comesaña es docente y ha expuesto en el Museo Nacional de Bellas Arte (MNBA) de Neuquén dos veces. En el paredón de su patio hay pintadas de PSA. Susana explica que «la cuestión es cómo se siente un artista creando en un ámbito como de «casita de hornero», el que está dentro se debe sentir cuidado con ese grupo que es selecto y no tan numeroso». Además es curioso que nadie más que no esté ahí en la fábrica pueda ver los trabajos. Sobre esto afirma: «Es interesante porque ahora está en internet, ya está en la cabeza de ellos «voy a sacar un producto final que va a ser «la otra obra». Yo vi fotos (las del facebook de PSA) con una composición bellísima».


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PSA parece haber surgido espontáneamente, por lo menos según «Gonsalete». «En el 2010 veníamos con Juan exponiendo cuadros en ciclos de arte, apareció una chica del Insa (Instituto Universitario Patagónico de las Artes) que filmaba un documental sobre arte urbano. Nos preguntó si pintábamos algo de eso y le dijimos que sí (no habíamos pintado nada), pensamos «che esto lo podríamos hacer en serio». Además el logo de PSA aparenta tener una identidad firme. «Eso es porque todos en PSA estudiábamos diseño gráfico». El grafiti no es su única preferencia, «Juan siempre hizo hincapié en las letras, empezamos a hacer esténciles cortando cortinas de las duchas (unos enfermos pensaría cualquiera), experimentando. También sacábamos hojas de las guías telefónicas, las pintábamos y las pegábamos afuera. Se afirmó la idea de que no es sólo arte urbano sino arte plástica también, una mezcla de pegatinas, estériles, etc. Para Susana el concepto de obra del grafiti es que «todos los rincones son importantes, como una regla general: «lo abigarrado», la imagen que no deja espacios o silencios. Mi profesora por ej. lo llamaba «horror al vacío».


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De alguna manera PSA aportó para el germen del arte urbano en la ciudad, «nosotros, explica Gonsalete, nos convencimos después de ver lo que hacia el grupo «Bolsa de Osos». En 2012 hubo un boom de gente que se «animó» al arte urbano, muchos lo hacían retraídos, además estuvo un brasilero que vino por su empresa (es petrolero) y era una bestialidad lo que pintaba, se quedó muy «copado» con la ciudad. Acá falta «salir a «bardiar», más espontaneidad a la hora de pintar. Entonces entre este brasilero, otro flaco que vino de Buenos Aires muy profesional y la nueva generación algo cambia. No es fácil, le hablás al vecino de grafiti y piensa que es algo del estilo de «River p…». Dando talleres me di cuenta que los vecinos necesitan sentirse parte del lugar. Teníamos un centro cultural donde en el patio guardábamos los cuadros, llegamos un día y resulta que unos nenes se metieron ahí, quebraron los cuadros y armaron una rampa de skate. Es una necesidad que haya espacios culturales, porque las nuevas generaciones no tienen «petróleo en la cabeza». Creo que el arte urbano local es un pilar para eso, pero necesita ser digerido por todos.»


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El germen artístico naciente se desplaza también hacia los artistas particulares, Gastón Pereira es uno de sus exponentes. Neuquino, muralista, egresado de la Esc. de Bellas Artes, expuso en el MNBA de Neuquén. Es una tarde de verano, nos sentamos en una de las tres mesas de una plaza mate mediante, a pocos metros los gritos de chicos jugando con sus familias parecen mantener vivo el ambiente. Me aventuro a pensar que conoce de la diversidad de arte urbano que se está practicando en la ciudad. Él aporta una visión mas: «Personalmente laburo hace diez años, tengo 29, y veo que ahora hay muchas bandas, muralistas y grupos de teatro. Hubo una explosión y ahora empieza un desarrollo. Todo eso estaba latente, ya que tengo amigos artistas de sesenta y setenta años que me transmiten muchas cosas». La gente de PSA crea también ¿un estilo? «Es bárbaro porque como grupo aprendés y aportás algo, es enriquecedor. En cuanto a «tener un estilo» me parece superficial, antes está la autenticidad, un laburo interno de «qué vas a decir». Veo una «preocupación» en algunos pibes más jóvenes por «encontrar ese estilo», hay que relajarse. Es una responsabilidad porque es divertido sí, pero estás comunicando algo.


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Aunque el movimiento de gente muralista sigue siendo nuevo en la ciudad Susana Comesaña se muestra optimista: «Gastón Pereira me asombró porque vi en su obra una imagen que rozaba con lo naif pero con una simbología muy fuerte de lo que es Neuquén, lo patagónico, él le da una vuelta de tuerca jugando de una manera muy libre y despojada con formas de la naturaleza. Y siempre me pregunto ¿Cómo sería un paisaje contemporáneo? Es lo que hace él». Gaston Pereira parece haber acentuado una impronta tiene que ver con algo desértico, latente, vivo. Él lo expresa así: «Entendí que en el arte no se necesita de grandes técnicas, a pesar de que estoy formado en Bellas Artes. Cuando te encontrás a vos mismo la técnica se va al carajo, es fundamental abrirse a muchas expresiones. El cómo «sale solo», porque a veces la academia sirve para cuartarte. Busco una identidad, empecé con cosas muy distintas. Viajé mucho al interior y me redescubrí revalorizando mis raíces en esta tierra, es uno de mis motores. Es algo muy personal de todas formas. Y no se trata de imponer sino transmitir, apuntar a algo que escucho como por ej. «Neuquén es una mierda, me voy de acá». Primero paráte y pensá dónde estás, dale el valor a tu lugar. Esto de la explosión artística va por ese lado, pero hay que darle tiempo, dejar que madure y respetarlo. Por ej. ese mural que tenemos ahí usa un estilo que aparecía en EEUU durante los años noventa, es genial como herramienta para aprender: ahora el «qué quiere decir» es otro tema. Eso es lo snob, lo «sin sentido», una especie de «sé dibujar y hago un perro gigante porque sí nada más». Por eso es bueno que los pibes agarren aerosol y se pongan a pintar».


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«Hemos hecho pintadas en el interior, dice Gonsalete, donde después nos íbamos a comer un asado». Al ver el fotógrafo en «la fábrica» es claro que hay una intención de difundir algo. «Una pintada nuestra abarca mucho: si sacás fotos es un ambiente espectacular para que vayas, o si te gusta el hip hop y todo lo que tiene raíces en la calle». En la pintada permanecía la gente separada en grupo, quizá les cuesta trabajar en grupo. «Juan viene de Santiago del Estero de un lugar humilde, yo de Cutralcó, ambos crecimos viendo esto de la unión y venimos a Neuquén donde es todo bastante frio. En la ciudad hay mucho de «marcar territorio», creen que fomentamos el «somos los dueños del barrio». Firmas mías o de Juan hay en todos los barrios de Neuquén porque la ciudad es nuestro lugar.» Sobre el rechazo de algunos artistas al grafiti Gastón Pereira es optimista: «No me siento con autoridad para opinar. Porque lo que banca eso es el hacer, y cuando a una persona a la que algo la moviliza decide plasmar su idea en una pared para que lo vea todo el mundo hay que valorarlo. Y en este momento de ebullición es súper «rico» esa diversidad. Si la persona o el grupo se van moviendo y reitera un código en su arte callejero entonces hay una preocupación del artista para que alguien interprete algo, es un elemento claramente semiótico.»


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Los chicos de PSA también tuvieron que enfrentar a la propaganda política, y cuando fueron las elecciones legislativas de 2013 no dudaron en combatir a la misma. «Nos tapaban con carteles antes de la campaña, explica Gonsalete, y durante la misma nosotros tapábamos los afiches con pinturas, es una guerra. Es como una venganza al enemigo para demostrar que por más que gastes millones en afiches se puede hacer algo mejor. Y ahí le llegas bien al político, con la pintura, es más fuerte eso que arrancarle los carteles. El arte urbano en ese aspecto es un arma de comunicación. Desde hace poco estamos recuperando una pared en San Martin al 3000, que es de una fábrica y mide como dos cuadras, siempre estuvo pintada por artistas locales y la tapaban con carteles políticos. Entonces sucedió algo curioso: uno de esos artistas, que vive en frente y que pintó ahí una vez, fue y tapó uno de nuestros dibujos pintándolo todo con blanco. No entendíamos nada».


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Según Susana «En La Plata hay interesantes trabajos que traspasan el «grafiti viejo neoyorquino», para incorporar la forma de un modo que ya pasa a ser un mural. Por ej. en esos muros de PSA hay una forma humana acompañada, las manos pareciera ser el mismo lenguaje del texto. Están siendo conscientes de que el texto y la figura crean un embudo, hay madurez en ese lenguaje». PSA es un grupo claramente independiente, no salieron de una escuela por ej. o un taller. «Eso se da mucho desde hace años, tal vez provocado por el circuito del arte que es selecto y maneja un lenguaje que valida o invalida. Acá en Neuquén es muy heterogéneo lo que pasa: por algo hay grupos con deseo de ser vistos. Muchos artistas del mundo coinciden en que hay que estar Facebook porque equivale a «estar en el mundo», la gente ya no busca sitios web particulares de un artista».


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Analizando la constante mención a la creación de las formas quizá no sirve tanto la etiqueta de arte urbano cuando son artistas al fin y al cabo. Susana es clara en este aspecto: «Los chicos en Neuquen están produciendo una evolución de las formas. El mural del grafitero todavía no tiene la conformación de un mural tradicional, pero sin duda va por ese lado».


Desde la «Pintada en la fábrica» se pueden analizar cómo cambia el concepto de obra al ser registrada por las tecnologías y luego difundida a través de una red social, preguntarse cuál es el perfil de artista moderno. Susana Comesaña comenta al respecto:


*¿Cómo haría un «grafitero» en esta «pintada» para vender su trabajo? hoy en día muchas obras tienen la misma problemática, sucede desde que nació el arte conceptual y el arte efímero. Y no es por el hecho de sacar remuneración, sino porque ahora se prevé con anticipación la post producción. Yo por ej. estoy con el grupo «Mujeres patagónicas», y hace diez años tuvimos esa mirada de «vamos a hacer el trabajo pero necesitamos un tercero en discordia», que nos registre con la mirada idónea del fotógrafo, nosotros armamos la foto. Y puede pasar que el artista no quiera mostrar su obra. Como decía Eco al no ser mostrada la obra «no termina de ser realizada», como docente siempre digo lo importantísimo de que entre colegas se miren los trabajos.


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*Pareciera que el grafiti es la energía típica de la juventud tomando la pared con libertad. «Hoy el artista contemporáneo se centra en una necesidad interna. Pueden tanto tomarte una tela a si como hacer una perfomance. El arte contemporáneo rompe las estructuras, no repite nada de lo que hicieron otros antes. Una amiga Alejandra Ferrari, hizo una instalación en el MNBA que tenia una alacena con dulces hechos por ella, ¿Qué quiso decir? era la idea de hacer ver que en las familias hay mucha cosa que se enfrasca y no se habla. La cuestión del arte urbano terminó en cosas muy locas que da para más debate. El punto es que el artista se vale de lo que tiene. El hecho de tomar un muro tan gris, pesado y denso no es casual. Imagináte si el muro en la fábrica lo completaban a lo ancho y alto, te rompían la perspectiva. La pintura tiene ese poder de hacerte creer que hay un mundo ahí encerrado. Por ejemplo conozco una gente grande de edad que nunca hizo un grafiti pero sí intervienen, agarran un barrio y lo pintan, hacen extrañas formas y rompen espacios de la pared. Para el futuro no va a haber barreras de edad». ¿Cómo se imbrica la filosofía de una corriente o expresión cuando empieza a ser consumida por el mercado? Gustavo Guilbert, egresado de Bellas Artes, opina que «la sociedad actual es evaluativa, en el arte es lo mismo. Y el artista no es alguien que hace algo que otro no pueda, es el que dice algo de una manera que otro no utiliza. Tenés que tener un arte en la medida de lo aceptable, por eso la mayoría de artistas no crean cosas nuevas, se basan en las tendencias actuales y la moldean a su personalidad. El grafiti está más sujeto a las condiciones actuales de la sociedad, y lo que se está haciendo en grafiti ahora tiene una estética de mercado, por ej. cuando lo mezclan con los robots 8 bits, «los muñequitos» de Mtv, de MuchMusic. El punto es ¿por qué en ciertos lugares se hizo una moda? El artista verdadero no se somete a la moda: es una totalidad, no se lo puede descontextualizar, es un sujeto social activo y que tiene una filosofía. El artista tiene que decir aunque sea algo alguna vez, es un agente social así este encerrado en su casa».


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El horizonte del boom artístico local y algunas pinceladas políticas


¿Es casual que PSA busque espacios públicos para pintar por sus propios medios? Susana Comesaña explica que «En lo cultural hay baches terribles y poca madurez en el manejo del trabajo de la zona, pocos lugares para exponer que estén liberados de cuestiones gubernamentales. La Sala Saraco es del municipio, el Museo Nacional es sólo para algunos, yo pude entrar allí porque fui seleccionada presentando un proyecto, no es que fui a pedir la sala. Y el mismo director lo respeto porque hizo un trabajo impecable, pero tuvo muchos preconceptos con el arte regional. En el Proyecto de Confluencias un poco se lavó las manos, hizo un meaculpa, estuvo bien porque se abrieron las «puertas del cielo» pero siempre validadas por gente de Buenos Aires. Entonces yo entiendo que los chicos quieran exponer en la calle, incluso creo que las salas están descontextualizadas de la misma ciudad.»


Quizá alguna vez se les habrá acercado alguien del municipio interesado en las pintadas. Al respecto «Gonsalete» explica: «apenas se acercó la gente de cultura cuando había campañas y para Neuquén Cultural. Estuve en un taller cultural que era una cuestión política, me llegué a sentar en una mesa con el subsecretario de Deportes, con los de Cultura, de Juventud y les dije: «el arte urbano es el futuro, si lo quieren asimilar tomenló y «denle rosca» porque todo pibe lo va a querer hacer, si ignoran van a tener que bancarse verlo en todos lados». Se le está empezando a dar bolilla a duras penas». Agustina López, empleada pública en la secretaría de Cultura de la municipalidad de Neuquén, está observando en primera persona la explosión del arte urbano. «Con Neuquén Cultural hicimos arte urbano, sobre todo grafitis. La idea es organizar con las comisiones de los barrios pintadas de murales y grafitis en los mismos barrios, estuvimos en Unión de Mayo y Provincias Unidas», remarcó López. Subraya que «hay muchos niños pintando, en general gente joven, hace falta saber más, sobre esta cultura naciente porque algunos le tienen rechazo todavía. Acá desde Producciones queremos llevar a los barrios la idea de hacer un mural en escuelas y otros lugares públicos.»


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El arte urbano es útil como etiqueta, vuelvo a reiterar, pero no se adecua al panorama actual de Neuquén donde la heterogeneidad es la regla. Será así mientras la «nueva camada» de rienda suelta a sus técnicas sin temor a combinarlas unas con otras, y quien sabe qué formas dará eso. Mientras tanto el horizonte no deja de ser alentador, porque la explosión del arte ya comenzó, y como una nebulosa se expandirá acaparando todos los espacios aptos. Quizá los volcanes de Gastón Pereira sigan estallando en el interior neuquino y los murales grafiteros de PSA puedan encontrar lugares donde sean valorados. Y porque el artista es indivisible de su entorno social, este boom puede empezar a buscar algún sentido de pertenencia en la comunidad. Ya sea individualmente o en grupo a estos artistas algo los inquieta, y quieren intervenir el espacio, eso es un motor de algo, no sabemos bien qué. Sí sabemos que van por buen camino, porque no los ata la repetición, no se oponen a estar expuestos sino todo lo contrario: los inquieta el deseo de comunicación.


Por Tomás Couto, Neuquén capital


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