El bosque nativo del cerro Catedral renació de sus cenizas

Un cuarto de siglo después del incendio que consumió cipreses y otras especies autóctonas, el proyecto de plantar retoños de las semillas recuperadas en el lugar es todo un éxito.

El proceso de restauración que se inició poco tiempo después del incendio que arrasó con más de 700 hectáreas en el cerro Catedral en enero de 1996 ya muestra resultados favorables. Los jóvenes cipreses invaden poco a poco el desolador bosque quemado en el centro turístico.

El incendio en Catedral marcó un momento bisagra. La falta de estructura y de recursos hizo que el fuego avanzara sin control por más de 25 días. A partir del siniestro, se creó el Plan Nacional de Manejo del Fuego y se pusieron en marcha delegaciones provinciales para combatir incendios forestales. 

Además se llevó a cabo el primer trabajo de restauración post incendio de un bosque nativo a gran escala en la Patagonia y resultó uno de los primeros en el país. 

En 10 hectáreas, Leonardo Gallo, doctor en Genética Forestal del (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) INTA Bariloche, llevó adelante junto con el Grupo de Genética Ecológica Forestal, una pequeña muestra de restauración en la que se plantaron 15.000 cipreses generados con semillas de los árboles sobrevivientes del incendio, manteniendo de esa manera la misma información genética y por lo tanto, su capacidad de adaptación a ese sitio. 

La restauración se llevó a cabo desde 1999.

“Juntamos las semillas del mismo sitio. En esa época, tardábamos tres años en tener una planta para llevar al campo; hoy mejoramos las condiciones de vivero y las obtenemos en una temporada. Además, se aprovechó el rebrote de los arbustos nativos que actuaron como plantas nodrizas, brindando protección a los cipreses hacia el norte y el oeste”, detalló Gallo el inicio de las tareas. 

Precisó que la estrategia del trabajo consistió en “proteger a los cipreses de la radiación directa del sol y del viento del oeste predominante. La distribución de las plantas siguió el patrón de distribución natural de esos arbustos que actuaron como nodrizas”.

El proyecto fue un éxito. Hoy algunos de esos cipreses ya tienen más de 5 metros de altura y se confirmó la hipótesis que se tenía originalmente acerca de que sería difícil que el bosque regenerara el sitio en corto tiempo de forma natural, es decir que cayera una semilla de algún ciprés sobreviviente y que se generara a partir de eso, el establecimiento de una plántula.

Los cipreses que hoy se ven en el área restaurada son casi en su totalidad lo que se plantó hace 25 años. 

“Este proyecto de restauración no era mi función específica ya que, en ese momento, no me dedicaba a la restauración pero pienso que valió la pena y fue un buen aporte a la comunidad barilochense y toda la región”, señaló Gallo. 

A raíz de la muestra en las 10 hectáreas, la cadena de hoteles Crown Plaza que en ese momento era dueña del hotel Panamericano, se ofreció a financiar el proyecto que Gallo presentó de restauración del bosque quemado del cerro Catedral. “No pidieron nada a cambio. –aclaró- Es bueno que se sepa quién puso el dinero para hacer esa experiencia pionera y exitosa de restauración. Con ese apoyo, lo logramos”.

Superficie

704
hectáreas resultaron afectadas por el fuego, de las cuales 649 fueron totalmente quemadas, según el informe que elaboró el Laboratorio de Teledetección Aplicada del INTA Bariloche.
5,1
hectáreas, corresponden a áreas urbanizadas.

Otros aportes particulares

“Era tremenda la cantidad de incendios en el 96. Girabas en el Centro Cívico y veías incendios en todo el horizonte. Con el del Catedral, comencé a trabajar como bombero forestal voluntario. Salíamos con nuestras herramientas para combatir el fuego”, recordó el barilochense Rubén Pablós.  

Efectivamente, todo el sur cordillerano de Río Negro y Neuquén sufrió ese verano una seguidilla de incendios forestales que incluso se acercaron demasiado a las ciudades.

Poco después, comenzó a investigar por qué no existían las campañas de reforestación ni suficiente conocimiento acerca de la reproducción de plantas nativas. 

En su casa, Pablós armó un invernáculo con la idea de producir miles de árboles. Pero paralelamente, se planteó como desafío la posibilidad de generar conciencia para cuidar y recuperar el bosque. 

De esta forma, surgió el Programa de Restauración de Bosque Andino Patagónico que se extendió por casi 20 años. Consistía en dar charlas y permitir la siembra por parte de chicos de diversas escuelas de Bariloche. Fue un trabajo a pulmón, sin costo alguno. 

“En un primer momento, los chicos venían al vivero y sembraban las semillas en bandejas. A los dos o tres años, envasábamos esa planta para llevarla a la montaña. Por el programa habrán pasado más de 25.000 mil chicos. Sembramos cipreses, coihues, ñires, maquis, notros, maitenes y radales”, detalló Pablós.

(Foto: Alfredo Leiva)

De tanto en tanto, este barilochense regresa a la zona del incendio para disfrutar los resultados de la reforestación.

“Es una satisfacción única. Ver que hay un bosque incipiente, me llena de placer. Fue importante que prenda la plantita pero también crear conciencia en miles de jóvenes respecto a la importancia del bosque nativo”, planteó. 

Desde la ruta

El técnico forestal Germán Fritz también sembró algunas plantas en uno de los sectores afectados por aquel terrible incendio.

“Hoy se ven perfectamente desde la ruta. Fue como un ensayo y no se abarcó una gran superficie. La idea era ver cómo reaccionaba el lugar ya que no se conocía mucho de restauración de áreas incendiadas en la época. Resultó espectacular”, manifestó Fritz.

“Era una impotencia absoluta”. De esta forma, describió el jefe de Incendios de Bariloche en ese momento, Roberto Molina, el incendio en cerro Catedral.

“En ese momento, éramos 13 empleados, no había presupuesto. Teníamos una Chevrolet canadiense del 57 con un tanque de agua y una Ford 65”, puntualizó este brigadista que resultó uno de los coordinadores del Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales (Splif) tiempo después.

El día en que se desató el incendio, los brigadistas intentaban contener otro en la ladera sur del Cerro Otto. “Se prendió fuego a última hora de la tarde. No teníamos mucho personal y el fuego quedó a medio controlar. Al otro día, se reavivó y ya estaba incontrolable. Avanzó hacia el sur, alcanzando casi la Villa Catedral. Cruzó la ruta de acceso del Catedral y pasó al cerro San Martín, donde agarró toda la ladera este”, detalló Molina.

Ante la falta de recursos, se sumó la Conaf de Chile y brigadistas de otras provincias. La gente de los barrios, recordó Molina, se presentaba en la brigada para colaborar, con palas y machetes.

La postal comenzó a cambiar en la ladera del cerro. (Foto: Alfredo Leiva)

El exintendente César Miguel recordó: “Fue importante la participación de la gente. Algunos improvisaron tanques de agua en sus camionetas. Una noche lo mandamos a buscar a Ivandik, un especialista en incendios forestales de El Bolsón, para que nos diera una mano en lo estratégico.

En ese momento, el Splif estaba en manos de un destacamento de la policía. Más allá de la buena voluntad, eran policías”.

“Fueron días de altas temperaturas y veníamos de mucha sequía -describió Molina-. Cuando ya se estaba controlando el incendio, me acuerdo que comenzó a llover y ese mismo día, llego el primer avión hidrante a Bariloche. La gente lloraba de la angustia contenida”.


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