El italiano que eligió Bariloche
Genaro Formaro llegó al país en 1951. Navegó durante años y se radicó en la ciudad en el 2000.
El italiano que eligió Bariloche
“¡Mamma mía!”, repite entre frase y frase cuando algo lo sorprende o le enoja. Su forma de hablar y de vestir develan su origen.
Genaro Formaro habla con nostalgia de su pueblo, Calabria, al sur de Italia, donde vivió hasta los 15 años. Este navegante recorrió cada rincón del mundo. Sin embargo, decidió que una vez jubilado, Bariloche, esa ciudad “tan parecida a su Calabria natal”, sería su lugar.
Mercedes, su esposa, no pudo resistirse y accedió a acompañarlo, dejando a sus dos hijos ya mayores en Buenos Aires. Llegaron a Bariloche en el año 2000 y vivieron algunos meses en la casa de un familiar hasta encontrar una pequeña casa en la calle Don Bosco al 500, en el barrio Lera, donde viven al día de hoy.
“Trabajaba como carnicero en Buenos Aires pero cuando los chicos empezaron a ir a la escuela, la plata no me alcanzaba. Entonces, entré como jefe de cocina en la Marina Mercante y empecé a navegar. Eran viajes largos de 5 o 6 meses. Conocí la India, Japón, Bangladesh. Pero en los 70, vinimos a pasear a Bariloche y me gustó tanto que empezamos a venir todos los años y, le advertí a mi señora que cuando me jubilara, nos veníamos para acá”, cuenta Genaro, de 81 años.
Apenas se estableció en Bariloche, este calabrés comenzó a realizar algunas “changas” y años más tarde, se sumó al equipo de Emaús, un hogar para las personas en situación de calle, donde durante más de 3 años y medio, preparó la comida para la gente.
La jubilación no sólo representó cambiar de ciudad para Genaro. También pudo cumplir un viejo sueño. Empezó a estudiar canto y hoy, es un reconocido cantante lírico en la ciudad. Cada 4 de septiembre, es convocado por la Dirección de Migraciones para cantar en el homenaje a los migrantes en la ciudad.
También preside la Asociación de Calabreses en Bariloche, que cuenta con alrededor de 35 integrantes. “Tenemos la costumbre de juntarnos cada 4 o 5 meses. Después de la Pascua, hacemos la Pascueta o hacemos alguna comida típica como berenjenas en escabeche o una pizza”, cuenta señalándose la boina que lleva puesta. Tiene un pin con el mapa de Italia.
En todo momento, el hombre se muestra nostálgico. Cuenta que recién después de 63 años, regresó a Calabria. “Fue muy emotivo pero no encontré a ninguno de los amigos con los que me crié porque todos se habian ido”, recuerda. También se muestra melancólico de la ciudad que adoptó de grande. “Bariloche creció demasiado. En los 80, había dos metros de nieve en la ciudad. Hoy, la nieve no aparece en todo el año”, dice.
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