El legendario coreografo Oscar Araiz estuvo en el IUPA de Roca

La primera vez que Oscar Araiz (Punta Alta, 1940) visitó el Alto Valle fue en 1997, convocado por Norberto Tilo Rajneri, creador del Instituto Universitario Patagónico de las Artes (IUPA) y de Fundación Cultural Patagonia.
“Es un milagro este espacio, con tantas opciones y oportunidades para el arte”, señala en una recorrida, durante su segunda visita, 22 años después, este coreografo, creador del Ballet del Teatro San Martín, y uno de los más grandes exponentes de la danza clásica y contemporánea.
Convocado por el Departamento de Artes del Movimiento de la universidad, Araiz pasó dos jornadas completas realizando observaciones de clases de estudiantes avanzados y dictó una charla sobre composición coreográfica.
Se hizo tiempo, también, para conversar sobre la vida del artista escénico -y de quienes hoy se forman académicamente en ello- , sobre el cruce de lenguajes de las distintas artes y sobre el devenir de la danza en la Argentina. También recordó grandes momentos de su vida, como su paso por Suiza.

“Cuando me ofrecieron dirigir el Ballet de Ginebra (Ballet du Grand Théâtre, Suiza), el director de ese momento -que luego se fue a dirigir el Ballet de París- me llamaba una vez por mes para realizarme el ofrecimiento. Yo estaba cansado del nomadismo, de andar de aquí para allá, y por otras razones particulares, había decidido quedarme en Buenos Aires. Este señor me llamaba y me pedía reflexionar sobre mi decisión”, relata Araiz.
Finalmente, decidió aceptar y viajó a Suiza. “El sueño del pibe fue Ginebra. Me dejaron elegir el elenco y me dieron muchísima libertad para trabajar”. Araiz se quedó 10 años allí.
Ese me momento feliz lo llevó, también, a dirigir otras compañías, como el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, o bien espacios como el área de Danza del Teatro Argentino de La Plata.

“La función de un maestro en el arte es detectar el potencial de sus alumnos, y desarrollarlo. El alumno debe abrir su mirada”, señala Araiz. No es casual su observación. La más reciente de sus tareas docentes fue la dirección de Danza de la Universidad Nacional de San Martín.
En su formación personal, Araiz eligió abordar las técnicas para poder coreografiar. Ese fue siempre su mayor interés, pero no el único. “La música ha sido un disparador en mi vida, ha sido fundamental. Esa inclinación me unió a lo teatral, al movimiento”, expresa. Muestra de ello ha sido su impronta en compañías como el Ballet del Teatro Municipal de Sao Paulo (Brasil), Paris Opera Ballet (Francia), Joffrey Ballet (Nueva York, EEUU), además del mencionado ballet suizo.

P- ¿Qué debe valorarse en la formación de la danza?
R- Le doy importancia a la organicidad, musicalidad y la interrelación de las técnicas. Hay que tener placer por lo que uno hace. Me interesa mucho la relación entre las artes, la voz, el cuerpo… estar en permanente estado de curiosidad.

El coreógrafo repasa ese vinculo entre las disciplinas de la danza que son, a su criterio, partes de un mismo universo donde conviven y se interrelacionan. “Esta relación se la debo a una de mis maestras, que fue muy generosa conmigo. Me hizo descrubirme, encontrar mi independencia y mi identidad”, reflexiona.
Esta vinculación, tan fuerte, del movimiento, se traslada hacia otras disciplinas artísticas como el teatro y lo cinematográfico. Al respecto, Araiz refiere: “El cine es el lenguaje de todas las artes. Hacer cine es coreografiar, es crear un clima, es poder contar historias muy poderosas. Me encanta”.

P- ¿Es el arte un refugio?
R- Sí. Eso pasa en las épocas de crisis. La gente busca escapar de su cotidianeidad, de aquello que los abruma… y el arte es un lugar para hacerlo.

P- ¿Qué es para usted la danza?
R- La danza es siempre cambio y movimiento. Es una forma de vida. Cuanta más calidad se alcance, más completo será su disfrute.