El minuto a minuto de los que buscan salvar vidas con un trasplante

Cómo es el trabajo de los equipos médicos de la región desde que les avisan sobre un potencial donante hasta que los órganos se trasladan. La rapidez de los procedimientos es clave, pero el éxito no depende sólo del sistema de salud. Familiares y funcionarios judiciales bien informados son decisivos.

Una llamada, un mensaje por Whatsapp. La adrenalina empieza su camino ascendente. El punto de partida es claro. ¿El final? Incierto. La única certeza es que cada minuto es oro y que será así durante varias horas. Una, dos tres y hasta siete vidas pueden depender de los próximos pasos. Eso exigirá velocidad en la toma de decisiones, pero además, rigurosidad y profesionalismo. También momentos de calma, para comunicar clara y correctamente noticias que esas personas que estarán adelante jamás quisieron escuchar.

Serán horas tensas, en las que se combinarán quirófanos, bases de datos, laboratorios, aeropuertos, rutas y ambulancias. Tal vez también una urgente búsqueda en Tribunales, para que un fiscal entienda que de su agilidad depende la mejor calidad de vida de varias personas. ¿Dormir? Puede ser, pero brevemente. ¿Descansar? Recién 18, 24 o hasta 36 horas después de aquél ringtone inicial.

Los títulos en los medios hablarán pronto de otro operativo de ablación múltiple de órganos. Se repasarán estadísticas y luego el vértigo periodístico cambiará “el ángulo de la información”.

Pero esos médicos, el que tomó su teléfono para avisar y el que respondió, saben que se trata de algo mucho más profundo. En sus manos estuvo la instancia fundamental para concretar trasplantes y poner fin a la angustia de personas que esperan un órgano para seguir viviendo.

Y es ahí donde vamos a poner el foco: el detrás de escena de las ablaciones. Todo lo que ocurre en los hospitales y centros privados de la región cuando muere alguien y de un momento a otro el dolor abre paso a la esperanza de vida.

El fin de semana pasado ocurrió la última ablación múltiple en Roca. El caso sirve como ejemplo para entender la complejidad de los procedimientos para la procuración de órganos y por qué es fundamental que la comunidad esté informada sobre todos los pasos que deben darse para concretar un trasplante.

Que cada actor comprenda la importancia de su rol es determinante. Un médico terapista que avisa tarde sobre un potencial donante, una familia que no conoce los alcances de la Ley Justina, un funcionario judicial que pide que lo vean en horario de oficina para autorizar una ablación, un laboratorio que no tiene reactivos… todos representan obstáculos que atentarán contra la eficacia de los operativos o contra la calidad de los órganos a trasplantar.

La ablación realizada entre domingo y lunes pasados terminó 36 horas después del llamado inicial. En el medio hubo que viajar a Neuquén para realizar un estudio de serología, indispensable para saber si la persona fallecida no tiene ninguna patología que complique el escenario. Ese examen dura seis horas, pero a eso hubo que sumar el tiempo de viaje. Valioso tiempo perdido, porque en Roca y en Cipolletti no había reactivos.

Ahora bien, ¿cómo es el paso a paso de una ablación en la región?

Y no hay procuración exitosa sin médicos intensivistas con formación.

Cristina Orlandi y Rosana Hernández, coordinadora hospitalaria de Incucai y médica intensivista de UTI del “Francisco López Lima”, respectivamente, destacan la importancia de la Ley Justina, porque entre otros puntos relevantes permitió jerarquizar el trabajo de la procuración de órganos.

Sin procuración adecuada no hay ablación y sin ablación no hay trasplante.

“No hacer el diagnóstico a tiempo y que esa persona llegue a la parada cardíaca sin que nadie se dé cuenta habla de mala calidad en el trabajo”, advierte Orlandi.

Por eso es clave que cualquier médico de terapia intensiva que presume o tiene diagnóstico de muerte encefálica de un paciente, dé aviso a las estructuras provinciales que trabajan en coordinación con el Incucai. En Río Negro las sedes del Cucai están en Roca, Cipolletti, Bariloche y Viedma.

Cristina Orlandi, coordinadora hospitalaria de Incucai, y Rosana Hernández, médica intensivista a cargo del programa de procuración de tejidos junto a Maricel Molina.

Segundo paso: un integrante del equipo del Cucai concurre a certificar la situación del paciente y verifica su voluntad de donación. Allí tiene la entrevista con la familia. Y se abre un nuevo universo, porque son egresados de una facultad de medicina, pero deben desplegar herramientas efectivas de comunicación. Y si bien están acostumbrados a dar partes, muchas veces sobre la muerte de un paciente, en estos casos deben hablar de leyes, admitir que no saben cuándo podrán entregar el cuerpo y vencer resistencias.

“Hubo casos en el país en los que estuvieron 12 horas con entrevistas. Son situaciones que no son ideales. El Incucai no quiere procesos judiciales, pero no es lo que queremos nosotros o lo que quieren ellos, sino lo que dice la ley. Y es respetar lo que esa persona hizo en vida, que fue decidir o no decidir. Al no decidir, vos estás diciendo que sí, porque tuviste la oportunidad de negarte”, explican las médicas roquenses.

Tercera instancia: una vez certificada la muerte encefálica, hay que ingresar esa novedad a una base de datos nacional, que se llama Sintra. Cuando se hace la carga, esos datos los está viendo una guardia operativa del Incucai en el mismo momento. Es el momento en el que se activa la red nacional.

Mientras tanto, hay que procurar el cadáver. Hernández describe que hay una serie de etapas hasta la parada cardíaca. Ese tiempo, que a veces es corto, es crucial para mantener órganos que puedan servir al receptor.

¿Quién cuida esos detalles? Depende de la provincia y la organización. En Río Negro trabajan los servicios de Terapia Intensiva de los hospitales y cuando el potencial donante está en una institución privada, intervienen en forma conjunta. En Mendoza, Buenos Aires y Ciudad de Buenos Aires tienen equipos específicos que se instalan en los lugares donde está el paciente, sin que haya mucha intervención de la gente del lugar.

Nuevo paso, los estudios: todos los órganos y tejidos se analizan y luego se determina cuáles se pueden “ofrecer” (ese es el término utilizado por los equipos médicos) al Sintra.

Cuando terminan los estudios -no antes de seis horas desde el inicio del procedimiento- se decide qué órgano puede ablacionarse. Es ahí cuando intervienen los equipos de trasplantes, que empiezan a cotejar las características del donante con las listas de espera del Incucai.

Las listas están armadas por gravedad, pero influye mucho la histocompatibilidad. En el caso del fin de semana pasado en Roca se dio una situación muy poco frecuente, porque existía identidad biológica entre donante y dos pacientes de La Rioja, que fueron priorizados.

El operativo ingresa a su fase central. Con la lista de posibles receptores definida, cada equipo de trasplante arma su logística.

Los costos son asumidos por el centro donde se realizará la intervención final. Incucai coordina con el centro donde está el paciente fallecido y los equipos. Por su parte, el equipo local chequea si el aeropuerto está operable. Una vez confirmado el despegue, el equipo local manda una ambulancia para buscarlos y cuyo chofer quedará atento para un regreso rápido al aeropuerto.

Surge ahí una pregunta clave: ¿Cuánto puede extenderse la procuración de un órgano?

“Depende de cada paciente, de la edad y del tiempo en el que se hizo el diagnóstico. Hay fallecidos con complicaciones más rápidas que otros. Uno puede usar medicamentos para mantenerlos, pero a costa de saber que te va a traer después otra complicación. Hay que buscar un equilibrio”, responde Hernández.

“Lo primero que se pierde es el pulmón. Luego el corazón. Los que llegan casi siempre a los operativos son el hígado y los riñones”, agrega Orlandi.

Llegaron los equipos de trasplante a la ciudad. ¿Quién hace la ablación? Y sobre todo ¿quién entra primero a quirófano cuando muchas veces ocurre que provienen desde lugares diferentes?

La ablación la hacen los equipos que van a hacer el trasplante. Primero entran los que trabajarán en la parte intratorácica. Después entra el equipo de hígado y páncreas. Al final de todo entran los equipos de Río Negro, para riñón y córnea. Los profesionales de la provincia están habilitados para ablacionar esos órganos, aunque después se implanten en otros lugares.

El despegue se hace tan rápido como se pueda. Si las córneas y riñones tienen destino similar a alguno de los órganos anteriores, las envían en esos vuelos sanitarios. Si no es así, el traslado es en vuelos de línea.

A esa altura, la adrenalina empieza a bajar en la región. Pero en otro punto del país, uno o más pacientes y sus familias ya transitan el camino del trasplante. La vida que terminó empieza a dar vida. Y esa es suficiente razón para decirle que sí, una y otra vez, a la donación de órganos.

Después de la Ley Justina

119.610
personas se manifestaron en el país. Sobre ese total, 90.148 lo hicieron a favor de la donación.
87%
De los rionegrinos que se manifestaron lo hicieron a favor. Los que asentaron que no querían ser donantes fueron 192.

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Sobre el cierre de esta semana se hizo en Roca el sexto trasplante de córneas en lo que va del año en Río Negro y el Ministerio de Salud informó que sólo tres personas están en lista de espera en la provincia para recibir este tejido.

“Hace dos años, el número en la lista de espera para la donación de tejido de córnea llegaba a las 60 personas. Hoy existen sólo tres pacientes a la espera de este tipo de ablaciones. Gracias al trabajo del Ministerio de Salud y el CUCAI Río Negro, la provincia se aproxima al objetivo de Lista Cero, trazado a principios de este año”, se indicó.

El trasplante de córneas le permite recuperar la visión a personas con una dificultad leve a severa, o incluso aquellas que sufren ceguera por afección de la córnea.

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Justina Lo Cane fue una niña de 12 años que murió esperando un trasplante de corazón.

Su historia inspiró una campaña que impulsó un proyecto de trasplante de órganos, tejidos y células que convierte a todos los argentinos mayores de 18 años en donantes, a menos que antes de morir hayan dejado por escrito lo contrario.

Los 10 cambios más relevantes que estable la Ley 27.447 son:

Explicita los derechos de donantes y receptores.

Incorpora una declaración de principios bioéticos.

Establece la prioridad en el traslado aéreo y terrestre de pacientes con operativos en curso.

Dispone la creación de Servicios de Procuración en establecimientos hospitalarios.

Incorpora el Procedimiento de Donación Renal Cruzada.

Simplifica y optimiza los procesos que requieren intervención judicial.

En el caso de menores, posibilita la obtención de autorización para la ablación por ambos progenitores o por aquel que se encuentre presente.

Suprime las especificaciones y los tiempos establecidos para el diagnóstico de muerte.

Incorpora un capítulo destinado a los medios de comunicación y el abordaje responsable de las noticias vinculadas a la temática.

Incorpora a la Comisión Federal de Trasplante como órgano asesor del Incucai.


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