El peronismo y sus leyendas negras

Gabriel Rafart*


El tratamiento reciente de la figura de Carrillo identificándolo con el nazismo no parece muy distinta a quienes aún acusan al mismo Perón y a Eva Duarte como líderes de una trama corrupta y fascista


El nombre de Ramon Carrillo parecía ser inmaculado. Su eventual inclusión como figura en un billete de alta denominación para nuestra depreciada moneda hizo que el padre del sanitarismo moderno argentino volviera a la escena. Regresó, como muchas veces retornan los muertos que cuentan con una extraordinaria biografía pública. Desde ya este regreso importa para muchos por su condición de peronista. También, porque la actualidad política necesita exhumar un tiempo ya pasado para interpelar el presente y futuro de un gobierno. En este caso, interrogar las intenciones de un gobierno peronista. Sin duda, mucho tienen que ver quienes radicalizan el proyecto cultural y político que dispone exclusivamente del vector del antiperonismo. Proyecto que parece incómodo frente a una academia de historiadores que ha normalizado los estudios sobre el peronismo dejando sin argumentación a las líneas de interpretación “duras”, de esas que muchas veces se articularon en las famosas leyendas negras tejidas alrededor de las principales figuras que rodearon a Juan Perón.

Hoy, en cambio, hay un campo de investigación promovido en diversos centros de estudios universitarios que tiene perspectivas, diríamos más “blandas”, ya que destacan abordajes del tiempo inicial del peronismo y de sus primeras líneas de dirigentes como parte de una construcción política que cuenta con enormes ambigüedades y contradicciones, pero que están lejos de las leyendas negras.

El peronismo buscó en gran medida reconfigurar muchos de los criterios de pertenencia a la calidad de ciudadano, generando una efectiva ciudadanización de los habitantes del país, con más derechos, tantos políticos como sociales y culturales.

El tratamiento reciente de la figura de Carrillo como un hombre identificado con el nazismo no parece muy distinto al de quienes aún insisten en acusar al mismo Perón, a Eva Duarte y otros tantos dirigentes cercanos a ellos como líderes de una trama tanto corrupta como fascista. Y si no como iniciadores de un populismo moralmente reprochable. Historiadores de la talla del israelí Raanan Rein han trabajado por desagregar esos componentes y dejar atrás muchas de las leyendas construidas.

Por ejemplo, aquella que ubica a Carrillo dentro del nazismo por su visita a una Alemania que está viviendo el ascenso de la figura de Hitler o por recurrir al lenguaje higienista de su tiempo, igual que haber tenido cobijado a un medico con pasado oscuro en la Europa dominada por el nazismo. Rein, lo mismo que varios historiadores protagonistas de “esa normalización” de los estudios sobre el peronismo han despejado estos eventos con fundadas investigaciones.

Por ejemplo, una de las leyendas negras más recurridas sobre la relación en nazismo y peronismo es la supuesta insistencia de que Carrillo propiciaba una “raza” argentina. Y si bien es cierto que la idea de “argentinidad” estuvo presente en él, el citado Rein señala que frente a ello “el gobierno de Perón otorgó una creciente legitimidad a las identidades híbridas y puso énfasis en la amplia variedad de matrices culturales sobre las que se cimentaba la sociedad argentina”.

Estas líneas pertenecen a una de las investigaciones del historiador israelí dedicadas a indagar sobre la integración al proyecto peronista de árabes, como también de argentinos-judíos.

La misma investigación, igual que otras, ha logrado despejar la idea de que el proyecto encarnado por Perón resultaba odioso frente a las minorías de ascendencia judía, resistiéndose a su integración efectiva en la sociedad.

Nada de esto era cierto ya que el peronismo buscó en gran medida reconfigurar muchos de los criterios de pertenencia a la calidad de ciudadano, generando una efectiva ciudadanización de los habitantes del país, con más derechos, tantos políticos como sociales y culturales.

Por otra parte, hubo otra leyenda negra construida inmediatamente al golpe de septiembre de 1955 que afecto por igual a Carrillo, Perón y dirigentes de primera línea como Ángel Borlenghi.

Se habló entonces de que cada uno de ellos había montado un refugio subterráneo para ocultar dinero, joyas y documentación sobre negociados. Los medios nacionales de entonces se hicieron eco de todo ello auspiciando el clímax destinado a crear las famosas comisiones investigadoras de las actividades y al personal del gobierno peronista. A principios de 1956 se constituyeron más de seiscientos.

Recientemente varios historiadores de una nueva generación han trabajado sobre la labor de esas comisiones logrando identificar que aquellas solo fueron montajes del antiperonismo más radicalizado. La mayor parte de los hechos denunciados nunca fue probada.

*Profesor e investigador en Historia Social e Historia Política de la Universidad Nacional del Comahue y Universidad Nacional de Río Negro


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios