El rol del historiador

Armando Mario Márquez*

El 1 de julio se celebró el Día del Historiador, recordación que tuvo muy poca repercusión en los medios, a la vez que es muy poco lo que se sabe sobre aquello que se rememora y, menos aún, qué lo generara.

El Congreso sancionó el 14 de marzo de 2022 la ley número 25566 (1) por la que dispone “Declarar ‘Día del Historiador’ el 1 de julio de cada año a los efectos de recordar y homenajear el esfuerzo que han realizado y realizan los escritores, investigadores, profesores y aficionados dedicados al estudio, propagación y análisis de los acontecimientos de carácter histórico”, por lo que no hay dudas en cuanto a los destinatarios del homenaje.

Muy distinta es la cuestión si buscamos el motivo de la elección de la fecha.

Su explicación la hallaremos en los primeros momentos de nuestra historia patria, ya que esa fecha remite al día de 1812 en el cual el “Gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata” (primer triunvirato), a través de un decreto, establecía que: “(…) el gobierno ha determinado se escriba la historia filosófica de nuestra feliz revolución, para perpetuar las memorias de los héroes, las virtudes de los hijos de América del Sud, y a la época gloriosa de nuestra independencia civil, proporcionando un nuevo estímulo, y a la única recompensa que puede llenar las aspiraciones de las almas grandes”.

La tarea recaería, originariamente, en el sacerdote fray Luis Perdriel, para luego, por cuestiones de orden ideológico y político, quedar en manos de otro sacerdote, en este caso un importante actor de los sucesos de mayo de 1810, el doctor Gregorio Funes, uno de sus referente en el interior, ya que era el deán de la iglesia Catedral de Córdoba, luego el diputado de esa provincia integrante de la Junta Grande, donde descollara con la confección del decreto de creación de las juntas provinciales y las subordinadas.

Fue él quien, a partir de la documentación y demás memoria recuperada redactó el “Ensayo de la historia civil del Paraguay, Buenos Aires y Tucumán”, aparecido en 1816.

Un merecido homenaje, no solo a un destacado personaje de los primeros y difíciles momentos de nuestra historia patria, sino también a todos aquellos que hacen de la ciencia que, al decir de Eduardo Galeano, “es un profeta con la mirada vuelta hacia atrás: por lo que fue, y contra lo que fue, anuncia lo que será”.

(1) Promulgada el 14 de marzo de 2002 y publicada en el Boletín Oficial el 5 de abril de ese mismo año.

*Presidente de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén


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