El tenor del folclore

la peña

jorge vergara jvergara@rionegro.com.ar

Las voces que pierde el folclore o cualquier otro género no se recuperan. Creo en las que son irreemplazables, escucho, siento que no hay ni habrá otras. Tal vez parecidas o que tengan ciertos tonos similares, pero jamás iguales. No habrá otro Gerardo López, no existirá otro Rubén Ehizaguirre, tampoco un Tutú Campos. No habrá Cantores del Alba ni Fronterizos ni Nocheros y tampoco Chalchaleros con voces diferentes. Los grupos van reemplazando a los que se retiran, se mueren o no pueden más, pero jamás vuelven a ser los mismos, esos que se inspiraron en voces fundadoras y que se instalaron en la gente de tal modo que hasta los más ajenos se darían cuenta de un cambio en la formación. A los Chalchaleros, Fronterizos, los del Alba, Los Nocheros originales y unos cuantos más, la gente los puede escuchar cerrando los ojos y sabe que son ellos, que las voces son las que les dieron identidad, personalidad, presencia. Una voz dice, expresa, genera devoluciones en el público. Una voz, por esa misma razón, se convierte en el alma de un grupo, porque sacarla o reemplazarla será como sacar parte de su personalidad. Eso fue la voz de Eduardo Madeo para Los Fronterizos, con la salvedad de que la presencia de Gerardo López le puso parte de esa personalidad al grupo salteño. Madeo se distinguió, como lo hizo Gerardo López, porque tuvo una de las voces con más personalidad del folclore de ese tiempo, que en realidad lo fue por un montón de años, los que Los Fronterizos tuvieron como tales en el escenario grande del país. El folclore argentino tuvo en él a uno de los mejores exponentes del género, capaz de cantar con o sin Los Fronterizos, más allá de que su voz estuviera identificada con ese grupo. Madeo falleció hace pocos días y si bien ya no cantaba, dejó un espacio que el mismo folclore sólo tiene reservado a los mejores. Su voz, como pocas, no tiene en el escenario de hoy para el género a un exponente de esas características. Fue parte de la época de oro de Los Fronterizos, allá por la década del 60 y su registro de tenor aportaba un toque que otros grupos no tenían en ese tiempo. La biografía de Madeo dice que nació en Salta en 1931, y desde chico estuvo vinculado a la música. Participó en el Coro Polifónico de Salta y su primer contacto con el folklore fue con el conjunto Los Coyuyos. Con ese grupo participó en un concurso de zambas, donde estaban de jurados “el Cuchi” Leguizamón y Manuel Castilla. Allí conoció a Juan Carlos Moreno, con el que tiempo después compartiría Los Fronterizos. En 1953, participó con Los Coyuyos en un festival en el que también actuaban Los Chalchaleros y un trío, en el que estaban Gerardo López y Carlos Barbarán, fundadores de Los Fronterizos junto con Emilio Solá. Cuando el grupo decidió pasar de ser un trío al cuarteto definitivo llamaron a Eduardo Madeo, para que cante y ejecute el bombo. Con su ingreso, Los Fronterizos vivieron sus mejores momentos que luego fueron años e instalaron temas como “Trago de sombra”, “Gaviota de puerto”, “La Felipe Varela”, hasta que Madeo se fue del grupo a mediados del 60. En 1999 se reunió con ex integrantes de Los Fronterizos para un concierto en el estadio Córdoba ante 35.000 personas. Tres años después volvió a grabar un disco con sus viejos compañeros. Fue la última vez que cantaron los temas que el país entero conocía y cantaba. Fue uno de los mejores exponentes, por experiencia y por calidad, en la interpretación de la Misa Criolla, de la cual su compañero Gerardo López es una de las voces más recordadas. Madeo fue, sin dudas, un irreemplazable.


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